¿Tiene sentido declarar un Día Internacional de los Bosques?

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La ONU, bajo cuyos auspicios se han lanzado numerosas iniciativas para detener la deforestación, está agregando una más a la lista: a partir de 2013, el 21 de marzo será el Día Internacional de los Bosques.

¿Pero tiene sentido hacerlo? El Año Internacional de los Bosques, 2011, pasó casi completamente desapercibido, y sería difícil nombrar alguna acción real que haya logrado reducir la deforestación y que haya sido emprendida en el marco de ese Año Internacional de la ONU.

Se puede observar que, a pesar de concitar un renovado interés, los bosques tropicales – que contienen el 60% de la biodiversidad del mundo y están habitados por cientos de millones de personas – siguen siendo destruidos, y los intereses corporativos se apoderan cada vez más de ellos. REDD+ y los esfuerzos de conservación que implica no han cambiado la realidad de la destrucción continua y, en algunas regiones, cada vez mayor, de los bosques. Las noticias recogidas sobre el terreno en los principales países de bosque tropical hablan de deforestación, de violación de los derechos humanos y territoriales, de desplazamientos y de destrucción de las economías locales, que son vitales para la subsistencia de los pueblos que dependen del bosque. La destrucción no ha disminuido ni, menos aún, desaparecido: ha aumentado.

Es por eso que el WRM decidió dedicar el boletín de este mes al problema de la deforestación, y publicar el 21 de marzo una carta sobre el tema, para reclamar medidas que la detengan efectivamente (http://www.wrm.org.uy/bosques/carta_Dia_Internacional_Bosques.html).

Este boletín muestra que, para que el Día Internacional de los Bosques contribuya eficazmente a combatir la deforestación, debe poner de manifiesto las causas subyacentes de la deforestación en los países tropicales.

La lucha contra las causas subyacentes está directamente relacionada con el cambio del actual modelo económico, injusto y destructivo, de producción y consumo, que depende de numerosos recursos naturales de las zonas de bosque tropical. Al mismo tiempo, esa lucha implica valorizar las economías locales, aplicando el criterio de que “todo el mundo viva bien”, y no el de “aumentar el enorme consumo de unos pocos”.

Para detener la deforestación de manera efectiva, esforzarse por cuestionar y cambiar el actual modelo económico hegemónico debe ser la prioridad para todos y todas quienes pretenden conservar los bosques.