La agricultura inteligente de las empresas

Imagen

Mientras se aproximan las negociaciones de las Naciones Unidas sobre el clima, que se celebrarán en diciembre, hasta ahora sólo existe una iniciativa intergubernamental  importante sobre el clima y la agricultura, y es controlada por las mayores compañías de fertilizantes del mundo. La Alianza Mundial por una Agricultura Climáticamente Inteligente (Global Alliance for Climate Smart Agriculture), creada en 2014 en la Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en Nueva York, es el resultado de varios años de presiones del grupo de las compañías de fertilizantes para bloquear la adopción de medidas sustanciales en la agricultura y el cambio climático.

El control de la industria de los fertilizantes ha sido posible en parte porque se subestima ampliamente su papel en el cambio climático. Generalmente se asocia a Shell con la fractura hidráulica o fracking, y no a la empresa noruega Yara. Pero es Yara, una de las principales productoras de fertilizantes químicos a nivel global,  quien coordina el grupo de presión para el desarrollo del gas de esquisto en Europa, y es Yara junto con otras empresas de fertilizantes quienes utilizan la mayor parte del gas natural producido por el auge de las fracturaciones hidráulicas en Estados Unidos.

Los fertilizantes, en especial los nitrogenados, requieren una enorme cantidad de energía para su fabricación y son responsables de aproximadamente el 1-2% de las emisiones mundiales de gases con efecto invernadero. Los fertilizantes químicos destruyen el nitrógeno natural presente en los suelos, razón por la cual los agricultores deben utilizar más y más fertilizantes cada año para mantener los rendimientos. En los últimos 40 años, la eficiencia de los fertilizantes nitrogenados ha disminuido en dos tercios y su consumo por hectárea ha aumentado alrededor de 7 veces. Por otra parte, se estima que la oferta de fertilizantes nitrogenados, producidos casi en su totalidad a partir de gas natural, aumentará casi un 4% anual en los próximos diez años. Nuevos estudios revelan que la tasa de óxido nitroso (N2O) - un gas 300 veces más potente que el CO2como gas de efecto invernadero - aumenta exponencialmente a medida que aumenta la aplicación de fertilizantes. El uso de fertilizantes se está expandiendo aceleradamente en los trópicos, donde los suelos generan tasas aún más altas de emisiones de N2O por kg de nitrógeno aplicado, especialmente en suelos que fueron deforestados.

Hay un creciente conjunto de evidencias que demuestra que los agricultores pueden dejar de usar fertilizantes químicos sin reducir por ello el rendimiento si adoptan prácticas agroecológicas. En respuesta, las compañías de fertilizantes se movilizan agresivamente para controlar el debate internacional sobre la agricultura y el cambio climático, y posicionarse como parte de la solución.

La fachada de los fertilizantes

La industria de los fertilizantes está dominada por un pequeño grupo de empresas. Yara - de cuyo paquete accionario más del 40% es propiedad del gobierno noruego y de su fondo estatal de pensiones - domina el mercado mundial de fertilizantes nitrogenados. Por otro lado Mosaic, con sede en Estados Unidos, y otras empresas en Canadá, Israel y la ex Unión Soviética, operan cárteles que controlan el suministro mundial de potasio. Mosaic es también uno de los principales productores de fosfatos.

Estas empresas están representadas por varios grupos de presión. Los principales, a escala mundial, son el instituto The Fertiliser Institute, la asociación International Fertiliser Industry Association y el instituto International Plant Nutrition Institute. Las compañías de fertilizantes también están representadas por grupos de presión de los consumidores de energía, como la International Federation of Industrial Energy Consumers. Yara preside un grupo de trabajo sobre el gas (conocido como Gas Working Party) que, en colaboración con Fertilisers Europe, está ejerciendo una fuerte presión para explotar el gas de esquisto en la Unión Europea.

En América del Norte, Yara y otras empresas de fertilizantes y grupos de presión cofundaron la alianza "Field To Market: The Alliance for Sustainable Agriculture” (Del campo al mercado: la alianza para una agricultura sostenible), junto con otras grandes compañías de alimentos y del agronegocio, como Walmart, Kellogg’s y Monsanto. También activas en esta alianza son las grandes ONG conservacionistas de Estados Unidos, como Environmental Defense Fund (EDF) y The Nature Conservancy (TNC). Estas ONG trabajan directamente con Yara, Mosaic y otras compañías de fertilizantes en programas de eficiencia de fertilizantes “climáticamente inteligentes”. Las mismas ONG y grupos que sirven de fachada a la industria de los fertilizantes son las que están detrás de la iniciativa Solutions from the Land (Soluciones desde la Tierra), una alianza estadounidense de empresas del agronegocio y agricultores empresariales creada para impedir la introducción de reglamentaciones ambientales que pudieran afectar a la industria. A principios de 2015, Solutions from the Land cambió su nombre por North American Alliance for Climate Smart Agriculture (Alianza de América del Norte para una agricultura climáticamente inteligente) y ahora actúa como la coordinación regional de la Global Alliance for Climate Smart Agriculture (Alianza Mundial por una Agricultura Climáticamente Inteligente).

Además, Yara es particularmente activa en el Foro Económico Mundial (WEF, por su sigla en inglés), donde preside el grupo de trabajo por una Agricultura Climáticamente Inteligente del WEF, a través del cual coordina la aplicación de los programas de fertilizantes “climáticamente inteligentes” junto con Nestlé, PepsiCo, Syngenta y otras compañías en Asia y África. Yara también trabaja con estas empresas en programas de desarrollo en África (Grow Africa) y México (Grow Mexico).

Las compañías de fertilizantes también colaboran con los centros de investigación del Grupo Consultivo para la Investigación Agrícola Internacional (CGIAR, por su sigla en inglés) en torno a diversas iniciativas climáticamente inteligentes en el Sur global, tales como el programa “Aldeas climáticamente inteligentes”, dirigido por el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) en colaboración con el Instituto Internacional de Nutrición de Plantas (IPNI). La relación se extiende a la Alianza para una Revolución Verde en África (AGRA, por sus siglas en inglés), financiada por la Fundación Bill Gates, que tiene varias áreas de cooperación con el CGIAR y la industria de los fertilizantes, tales como el Foro de la Revolución Verde Africana, que fue creado por Yara y AGRA en 2010.

El principal vehículo para la promoción de fertilizantes en el Sur global, sin embargo, es el International Fertiliser Development Center (IFDC, centro internacional de desarrollo de fertilizantes), que se estableció en Alabama, Estados Unidos, en la década de 1970 y es financiado por varias compañías de fertilizantes, incluida Yara. IFDC hace cabildeo ante los gobiernos a favor de políticas que aumenten el uso de fertilizantes y promueve distintas técnicas de aplicación de fertilizantes, tales como el manejo integrado de suelos que AGRA, el Banco Mundial y otros organismos de financiación han adoptado como “climáticamente inteligentes”.

Todas estas mismas empresas, agencias, grupos de fachada y alianzas han confluido para promover la “agricultura climáticamente inteligente” como la respuesta oficial al cambio climático. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por su sigla en inglés) fue la primera en acuñar el término en 2010, como un medio para atraer financiamiento ligado a temas climáticos para sus programas agrícolas en África. Pero el término sólo llegó a tener importancia en los círculos políticos internacionales en el año 2012, después de la Segunda Conferencia Mundial sobre Agricultura, Seguridad Alimentaria y Cambio Climático, organizada por el Banco Mundial y la FAO y auspiciada por el Gobierno de Vietnam.

La elección de Vietnam no fue un accidente. Yara y otras multinacionales de alimentos y del agronegocio del Foro Económico Mundial habían puesto en marcha recientemente una importante asociación público-privada con el gobierno vietnamita, por la cual se les daba a estas empresas la responsabilidad exclusiva sobre las “cadenas de valor” de las principales materias primas de exportación del país. Los programas en Vietnam fueron considerados como el primer proyecto piloto del Foro Económico Mundial para la agricultura climáticamente inteligente, con Yara a cargo de la supervisión.

Para la siguiente Conferencia Mundial en Sudáfrica, un año más tarde, el grupo de presión de la industria de los fertilizantes y sus aliados había elaborado un plan para crear una Alianza para la Agricultura Climáticamente Inteligente, que sería presentada formalmente en la Cumbre sobre el Clima de la ONU en septiembre de 2014, como la plataforma principal de la comunidad internacional para la acción sobre el cambio climático y la agricultura. El Departamento de Estado de Estados Unidos tomó entonces el liderazgo para desarrollar el plan.

Hoy, la Alianza Mundial por una Agricultura Climáticamente Inteligente está llena de  empresas de fertilizantes, grupos de fachada de las mismas compañías y ONG y empresas que trabajan directamente con ellas. En su Comité Directivo están Yara, Mosaic, EDF y TNC, así como los Gobiernos de Noruega y Estados Unidos.

La contaminación como solución

No hay una definición precisa para “agricultura climáticamente inteligente”, y es deliberado que sea así. La Alianza Mundial por una Agricultura Climáticamente Inteligente deja a sus miembros que determinen qué significa para ellos “agricultura climáticamente inteligente”.

La FAO, uno de los principales organizadores de la Alianza, elaboró una publicación de referencia y una lista anexa de diez “historias exitosas” de agricultura climáticamente inteligente. Todos los ejemplos son programas de extensión verticales, incluyendo una técnica de aplicación de fertilizante nitrogenado destinada a los campesinos del Sur global. El CGIAR tiene un conjunto semejante de “historias exitosas” de agricultura climáticamente inteligente que se centran en el Sur global, promueven el uso de fertilizantes y organismos modificados genéticamente, y no mencionan a la agroecología. No obstante, la mayoría de las iniciativas de agricultura climáticamente inteligente provienen directamente del sector privado, a través de alianzas entre las compañías más grandes del agronegocio y de alimentos.

La verdadera implicancia de esto puede verse en el proyecto modelo que Yara implementa con PepsiCo en las plantaciones que la abastecen de naranjas para sus jugos Tropicana. Mediante este proyecto, PepsiCo hace que estas plantaciones compren los fertilizantes nitrogenados de Yara etiquetados como “bajos en huella de carbono”, los que se supone producen menos deslaves de fertilizantes. Estos “fertilizantes de marca premium” fueron desarrollados por Yara “para evitar una situación donde solamente los alimentos producidos orgánicamente pudieran obtener el sello climático de aprobación”.

En África, donde se centra gran parte de la atención de la Alianza Mundial, la industria de fertilizantes y sus aliados sostienen perversamente que el aumento del uso de fertilizantes es una forma “climáticamente inteligente” de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Yara y Syngenta llevan a cabo ensayos en Tanzania para demostrar que el aumento de los rendimientos con fertilizantes químicos y semillas híbridas “reduce la necesidad de deforestación, evitando de esta manera la emisión de gases de efecto invernadero”. Pero África interesa a la industria de los fertilizantes no solamente como una manera de desviar la atención sobre las emisiones de la agricultura en los países industrializados. Es el mercado de fertilizantes químicos de más rápido crecimiento del mundo y una nueva e importante reserva de fuentes de gas natural, especialmente en la costa este entre Tanzania y Mozambique. Yara es un actor principal en las iniciativas que promueven la agricultura industrial a gran escala en África, tal como el proyecto del Foro Económico Mundial en Tanzania, llamado Corredor de Crecimiento Agrícola del Sur, donde Yara está, coincidentemente, en conversaciones con el gobierno para la construcción de una nueva planta de fertilizante nitrogenado de 2.500 millones de dólares.

Se pueden lograr reducciones rápidas e impactantes de las emisiones de gases de efecto invernadero en nuestros sistemas alimentarios sin mayores consecuencias económicas. La eliminación de los fertilizantes químicos es uno de los puntos más fáciles y efectivos por donde empezar. De hacerlo, los agricultores tendrían una mejor calidad de vida, los alimentos serían más nutritivos, se protegería la capa de ozono y los sistemas hídricos serían más seguros. Numerosos estudios muestran que los agricultores que usan prácticas agroecológicas simples pueden producir igual cantidad de alimentos sin fertilizantes químicos, en la misma cantidad de tierra.

Romper con el hábito de los fertilizantes no es un problema técnico; se trata de una cuestión política. No habrá una acción significativa mientras la industria de los fertilizantes siga controlando a quienes negocian y diseñan las políticas al respecto. Hagamos que esto empiece a ocurrir acabando con la Alianza Mundial por una Agricultura Climáticamente Inteligente y expulsando a las compañías de fertilizantes de la COP21 en París.

GRAIN (www.grain.org)
Acceda a la publicación en:  https://www.grain.org/article/entries/5276-las-exxons-de-la-agricultura