Páramos en Colombia: una breve reflexión sobre sus amenazas y resistencias actuales

Imagen

Humilde brota el agua de líquenes y piedras
como si salieran del alma de la tierra
un raudal de sentimientos...

(Efraín Gutiérrez Zambrano)

 El páramo es un sistema de vida de las altas montañas andinas de países como Ecuador, Perú, Venezuela y Colombia, siendo este último el que alberga más de la mitad del área de páramos del planeta. El paisaje paramuno en Colombia está comúnmente compuesto por pajonales, frailejones, romeros, árboles enanos, calderas de niebla, cultivos, ganado y campesinos abrigados de mejillas coloradas.

La importancia de los páramos no es desconocida por los colombianos, ya que entregan alrededor del 70% de agua a su población. Precisamente, sus condiciones ecológicas son apropiadas para el nacimiento de numerosos e importantes ríos como el Cauca, el Magdalena y el Meta, entre otros.

Además, el páramo ha sido históricamente un espacio tocado y transformado por los seres humanos. Es el lugar donde se han dado las vivencias milenarias de numerosas comunidades, quienes a su vez han desarrollado diversas formas culturales y de producción adaptadas a las condiciones altoandinas.

Estas características constituyen importantes razones para que el páramo sea concebido como una zona de vida fundamental para la supervivencia de millones de habitantes en el campo y la ciudad. No obstante, los páramos en Colombia están siendo transformados, deteriorados y, aún más, desaparecidos.

En Colombia, históricamente, los páramos han sido territorios en disputa. Sin embargo, durante los últimos años se han promovido políticas que favorecen la inversión extranjera para el desarrollo extractivista. Hoy más que nunca, esto amenaza la estabilidad del páramo, sus procesos ecológicos, y las poblaciones locales que lo habitan y viven de éste.

De esta manera, los páramos están viviendo un rápido deterioro de sus condiciones ambientales. Un deterioro mucho más rápido e irreparable que el propiciado por la agricultura y ganadería extensivas. En particular, la política del gobierno de Juan Manuel Santos I (2010-2014) y sus locomotoras de desarrollo, con la propuesta minero-energética como principal motor de desarrollo del país, ha intentado entregar los páramos y montañas de Colombia a intereses trasnacionales de explotación y extracción.

A pesar de que los páramos estén protegidos legalmente en Colombia, el Estado y las empresas nacionales y extranjeras han ignorado la Constitución Política y la legislación nacional al expandir sus actividades sobre los territorios paramunos. Afortunadamente, los procesos de resistencia campesina y urbana en diferentes zonas de nuestras altas montañas, han logrado no solo denunciar y visibilizar los numerosos atropellos de las compañías en sus territorios, sino que además, han detenido y expulsado estas actividades destructoras de vida.

Las comunidades organizadas han reflexionado sobre el territorio, encontrando efectivas rutas de acción para defenderlo. El agua ha sido el principal eje articulador de sus luchas y los grupos de mujeres (sector social vulnerado de manera específica frente a las amenazas extractivistas) se han destacado por su permanente participación y sus reflexiones propositivas. En particular, algunos procesos de resistencia altoandinos han inspirado a otras comunidades que enfrentan las mismas amenazas en sus territorios.

En 2010, luego de casi 20 años de organización en contra de las actividades mineras en el páramo El Almorzadero, la comunidad del municipio de Cerrito (Santander), articulada en la “Comisión de Vigilancia para la Protección del Páramo”, logró a través de un mecanismo de participación ciudadana llamado Iniciativa Popular Normativa, que el Consejo Municipal de Cerrito excluyera de minería al páramo El Almorzadero. Esta iniciativa popular ha inspirado la implementación de mecanismos de participación en diversas zonas del país.

Otro de los casos más representativos ha sido la organización y masiva movilización en contra de la explotación de oro en el páramo de Santurbán por parte de la empresa minera Greystar, hoy llamada Eco Gold Minerals Co. Esta movilización alcanzó hasta 40.000 personas en Bucaramanga y sumó manifestaciones en Bogotá y Cúcuta, siendo liderada por el Comité en Defensa del Páramo del Santurbán en el 2011.

Por otro lado, desde 2013, las comunidades campesinas del municipio de Tasco han venido defendiendo el páramo de Pisba (Boyacá) de las actividades extractivas de la multinacional Hunza Coal. Campesinas y campesinos organizados acamparon durante 28 días en el páramo para impedir el ingreso de la maquinaria de la empresa. El campamento se convirtió en un espacio propicio para generar las articulaciones necesarias y tejer acciones que hoy continúan dándose para la defensa del territorio altoandino.

Para defender el páramo, entonces, las comunidades campesinas han protestado, marchado, bloqueado y denunciado un modelo extractivo que intenta entregar las montañas del país a las trasnacionales en un esfuerzo conjunto para expulsar a las comunidades de los páramos. De forma paralela, han construido alternativas a partir de un modelo productivo agrario, protector y cuidador de sus territorios, han propuesto formas de ordenamiento territorial acordes con las poblaciones y las regiones, ejerciendo el derecho soberano de decidir sobre las vocaciones económicas y productivas de estos territorios.

¡Exigimos que las altas montañas sean áreas libres y excluidas de proyectos minero–energéticos y de empresas trasnacionales!

¡Que las montañas altoandinas, sus aguas y bosques de niebla sigan coexistiendo con sus campesinos enruanados!

Censat Agua Viva - Amigos de la Tierra Colombia
Para mayor información: www.censat.org