Todos los días deberían ser el Día de la Tierra

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Este mes, el día 22 de abril celebramos el Día de la Tierra, un día que surge en la década de 1970 a partir de la preocupación de activistas ambientales por la contaminación y degradación ambiental que afectan la biodiversidad y, a largo plazo, la supervivencia del planeta. Es un día que tiene como objetivo la toma de conciencia pública sobre estos problemas.

Se puede afirmar que desde los años ‘70, la cuestión ambiental entró en forma decisiva en el debate público, repercutiendo incluso a nivel de los estados nacionales y sus estructuras. ¿Qué país no tiene actualmente un Ministerio de Medio Ambiente? Se organizaron diversas conferencias sobre el tema, por ejemplo Estocolmo (1972), Rio de Janeiro (1992) y Johannesburgo (2002), y continúan organizándose, como la conferencia Rio +20 el año que viene.

Sin embargo, también podemos observar que, a pesar de bonitos discursos sobre “sustentabilidad”, la conciencia sobre la necesidad de cuidar el planeta todavía no se ha traducido en soluciones concretas y estructurales, sobre todo por parte de aquellos estados que más contribuyen a la contaminación y explotación de los recursos naturales. Con respecto a las últimas negociaciones sobre las medidas para combatir el cambio climático, celebradas en Bangkok, Tailandia, la red de mujeres y cambio climático, llamada GenderCC, observa que los “...compromisos asumidos por los países desarrollados continúan evitando su responsabilidad histórica...”, mientras denuncia la “...fuerte confianza en soluciones falsas y peligrosas...”.

En este boletín mostramos, una vez más, varias de estas falsas soluciones que se están expandiendo por la Tierra y cómo causan problemas para las comunidades locales, como es el caso de un proyecto REDD (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de bosques) en el Sur de México, y proyectos MDL (Mecanismo de Desarrollo Limpio) de represas en la India. Mostramos también cómo a nivel de la conferencia de las Naciones Unidas sobre el clima se busca introducir un nuevo mecanismo perverso, las “plantaciones forestales en extinción”. Su objetivo es expandir todavía más los monocultivos de árboles en gran escala, sembrando más conflictos ambientales en el futuro.

Como afirma Gender CC, los gobiernos que más contribuyen a la degradación ambiental y, por lo tanto, son los más responsables de poner en práctica una toma de conciencia de los problemas ambientales, continúan omisos. Deberían aprender más de las iniciativas y lecciones que brindan los pueblos en sus diversas organizaciones y movimientos. Queremos destacar, en este boletín, la contribución cada vez más importante de las mujeres.

Citamos, por ejemplo, a las mujeres del Movimiento de trabajadores rurales Sin Tierra en el Brasil, que ocuparon plantaciones de eucalipto que sirven únicamente para un consumo desenfrenado de papel por una minoría de la humanidad del Planeta Tierra, lo que las mujeres consideran una violencia grave. Ellas han plantado, en esa misma área, los alimentos básicos que el pueblo, excluido por las sociedades del consumo excesivo, necesita. Cabe recordar que este mes también celebramos el 17 de abril el Día Internacional de la Lucha por la Tierra. Hoy, año 2011, numerosas campesinas y campesinos todavía no tienen garantizado el acceso a la tierra, y las falsas soluciones citadas anteriormente acaban agravando la mala distribución de las mismas, por ejemplo, incentivando monocultivos para la producción de agrocombustibles, que son una de esas falsas soluciones.

Y damos voz también a la Coalición Asiática de Mujeres Rurales, que denuncia las falsas energías limpias, como la energía nuclear, tan debatida desde la catástrofe reciente en el Japón. La Coalición llama la atención al hecho de que estas usinas, que continúan expandiéndose por Asia “...son construidas en la periferia de las capitales, cuya población es quien carga con los riesgos y los costos…”. Afirman asimismo que “La energía generada por estas usinas nucleares que es utilizada para promover el crecimiento industrial y económico, contribuye a un estilo de vida materialista de un grupo de personas y a detentar el poder hegemónico en el mundo, que se ha mantenido en detrimento de las poblaciones de las zonas rurales.”

Todos los días deberían ser el Día de la Tierra. Todos los días deberían crecer en las mujeres y en los hombres la alerta y la conciencia mundial sobre la situación de crisis y riesgo que enfrentamos. Esto es crucial para hacer frente tanto a las falsas soluciones que las empresas y los gobiernos de los países más contaminantes defienden como a sus nefastas consecuencias.