FSC: Certificando mercados de acumulación

Desde hace largo tiempo, el WRM, junto con otras organizaciones y movimientos sociales, ha venido denunciando el nefasto papel de la certificación de proyectos que son intrínsecamente destructivos para con los bosques y las redes de vida que éstos albergan. Estos proyectos han demostrado además ser perjudiciales para las comunidades que viven con y dependen de los bosques. La certificación del Consejo de Manejo Forestal (FSC) no solo legitima actividades de tala industrial en bosques tropicales, así como extensas áreas de plantaciones de monocultivo, sino que además se ha asociado al mercado de carbono, certificando árboles destinados para “absorber carbono”. Por si esto no fuera suficiente, para fines de 2015, el FSC pretende contar con un plan global para certificar los llamados “servicios ecosistémicos”. Sin lidiar con las reales causas de la deforestación, el FSC promueve la idea de que la “naturaleza” puede ser contabilizada y comercializada, mientras que fomenta un mayor consumo de productos maderables y derivados de la madera – siempre y cuando cuenten con su sello.

Los sistemas de certificación forestal son esquemas voluntarios basados en una lógica de mercado, por la cual el “manejo forestal” es evaluado a través de una serie de indicadores que establecen el nivel de “sostenibilidad” económica, ambiental y social de un determinado proyecto. Los sellos de certificación son por ende vistos como una forma de ofrecerle al consumidor la “seguridad” de que aquellos productos han sido producidos o extraídos siguiendo un “manejo forestal sostenible”. A inicios de los 90s, se crearon varios sistemas de certificación a través de asociaciones llamadas “público-privadas” - consorcios entre gobiernos, empresas y ONGs conservacionistas -, tales como la certificación del Consejo de Manejo Forestal (FSC, por su sigla en inglés), la cual goza de mayor credibilidad actualmente.

El FSC, creado en 1993, cuenta con una serie de principios y criterios para certificar la extracción de madera como “ecológica, social y económicamente viable” y por tanto, el consumo de sus productos es considerado como un consumo “responsable”. Pero, ¿cómo es que la tala a nivel industrial puede lograr un sello que asegure un manejo “socialmente beneficioso y ambientalmente apropiado”? ¿cómo se puede ignorar la creciente demanda de madera tropical que ha impulsado la expansión corporativa en todas las etapas del proceso de producción - desde la extracción de materias primas, pasando por la fabricación, la comercialización y la distribución? La realidad es que la desintegración social y destrucción de los bosques son consecuencias habituales de la tala industrial y esta, a menudo, viola los derechos territoriales de los pueblos indígenas y de otras comunidades tradicionales – quienes han sido los principales defensores de sus bosques y territorios desde generaciones atrás (ver Boletín de octubre de 2014 del WRM). Encima de esto, el FSC define a las plantaciones de monocultivo como “áreas forestales”, lo que le permitió que en 1996 se aprobara la posibilidad de certificar plantaciones de monocultivos de árboles. A pesar de las innumerables críticas y fuertes resistencias en los territorios afectados, millones de hectáreas de monocultivos de árboles son considerados por la FSC como “bosques certificados”. En la práctica, el FSC aprueba y certifica este acaparamiento de tierras a nivel mundial para el beneficio económico de unas cuantas empresas forestales (ver más materiales sobre el FSC en la página del WRM).

Más adelante, el FSC decidió también asociarse al mercado de carbono, certificando áreas de bosques y plantaciones destinados a “absorber carbono”. Con esta decisión, el FSC no solo ayuda a legitimar una falsa solución frente al calentamiento global, sino que además, nuevamente, se alió con las grandes industrias forestales en detrimento de las poblaciones locales (ver la publicación del WRM “REDD: Una colección de conflictos, contradicciones y mentiras”).

Agrandando el mercado, intensificando el despojo

El FSC tiene como objetivo proveer al mercado mundial de tanta madera certificada como sea posible. Aunque a primera vista esto suene como un objetivo loable, la única manera de hacer eso es certificando tantas operaciones a gran escala como sean posibles. La meta entonces no es la de detener el consumo excesivo de productos maderables y derivados de la madera – una demanda alimentada por las corporaciones que lucran con el consumo excesivo de papel y productos maderables, que proviene principalmente de los países industrializados del Norte -, ni tampoco es la de cuestionar el constante incremento en la tala de bosques y las plantaciones de monocultivo industriales. Por el contrario, el FSC busca que su sello “verde” se consuma cada vez más. Y entonces, ¿quiénes están siendo beneficiados?

Detrás del sello y atractivas campañas de mercadeo se encuentran las innumerables comunidades que se ven directa y gravemente afectadas por esta insaciable demanda. Las plantaciones de monocultivo a lo largo de África, Asia y América Latina vienen arrasando con territorios boscosos que concentran comunidades, biodiversidad, fuentes de agua y complejas telarañas de vida, y dejan a su paso el despojo, la pobreza, la destrucción y la represión social (ver casos de resistencias contra las plantaciones de monocultivo en la página del WRM). Y además, ¿cuántas de las comunidades que han sido desalojadas para implantar monocultivos en sus territorios, enfermas por la contaminación con agrotóxicos, empobrecidas por la pérdida de sus medios de vida y sustento o criminalizadas por intentar detenerlos han sido ignoradas al certificar a las grandes empresas forestales a nivel mundial?

El WRM, junto a muchas redes a nivel local e internacional, ha criticado consistentemente la engañosa descripción de las plantaciones de monocultivo como “bosques plantados” por sus nefastos impactos ambientales y sociales (1). El FSC refuerza esta idea al certificar grandes extensiones de monocultivos de árboles. Desde las empresas forestales que están siendo certificadas hasta las agencias auditoras (las cuales son pagadas por las mismas empresas que quieren ser certificadas), existe una red de intereses que busca mantener y expandir el modelo de consumo excesivo de productos maderables y derivados de la madera. Incluso recientemente certificando plantaciones destinadas a la posible producción de combustible de etanol y/o pellets de madera para su combustión en plantas térmicas (2).

Expandiendo la certificación de mercados: los “servicios ecosistémicos”

Un proyecto llamado “Certificación Forestal para Servicios Ecosistémicos” (ForCES por su sigla en inglés) está enfocado en investigar cómo el FSC puede ser un líder en la certificación de “servicios ecosistémicos” a nivel global. El proyecto consiste en la implementación de diez proyectos piloto para “evaluar y certificar la provisión de servicios ecosistémicos esenciales, tales como la conservación de la biodiversidad, la protección de cuencas hidrográficas y el secuestro/almacenaje de carbono” (3).

El comercio de “servicios ecosistémicos” transforma a la naturaleza en unidades cuantificables que puedan ser traducidas en bienes comerciables, también llamados “certificados”, “títulos” o “activos”. Presupone la idea de que la naturaleza, junto a sus “servicios ecosistémicos”, puede ser destruida siempre y cuando dicha destrucción sea “compensada” con la “protección”, “recuperación” o “mejora” de otro lugar. El comercio con “servicios ecosistémicos” es algo radicalmente diferente a la forma en la que los pueblos que dependen de los bosques siempre valorizaron al bosque (Ver Boletín de febrero de 2012 del WRM).

De acuerdo a la página de ForCES, el FSC está “bien posicionado para extender su enfoque basado en el mercado y promover los servicios ecosistémicos”. En este contexto, para fines de 2015, el FSC planea tener un “sistema global mejorado para servicios ecosistémicos clave con un mercado potencial actual o futuro”, así como “lugares demostrativos exitosamente certificados en servicios ecosistémicos”. Los diez proyectos que viene llevando a cabo ForCES se encuentran en Chile (3 proyectos con un total de 320 mil hectáreas), Indonesia (3 proyectos con un total de 290 mil hectáreas), Nepal (2 proyectos con un total de 57 mil hectáreas) y Vietnam (2 proyectos con 37 000 hectáreas).

ForCES dice en su página que los proyectos en Chile buscan expandir la certificación FSC al “nivel del paisaje”, ayudando a promover el “manejo forestal sostenible” a lo largo de “bosques naturales y plantados” (4). En un contexto de mucha oposición frente a las extensas áreas de plantaciones de monocultivo, el FSC le ha otorgado su sello de certificación a empresas de plantaciones de árboles que confrontan graves conflictos sociales por disputas de tierras y desalojos. Uno de los proyectos piloto de ForCES en Chile, Bosques Cautín, cuenta como socio a la empresa Forestal Mininco, empresa que tiene una denuncia de 2011 por tener gran parte de sus hectáreas certificadas sobre territorios indígenas Mapuche (ver artículo del Boletín de enero de 2015).

En el caso de Indonesia, ForCES lo promueve como el país con mayor producción de madera del Sudeste Asiático, mientras que al mismo tiempo afirma que la deforestación ha disminuido “bruscamente” en los últimos 7 años. ¿Cómo pudo caer “bruscamente” la deforestación en un país que además cuenta, a costa de los bosques, con la mayor superficie de plantaciones industriales de palma aceitera a nivel mundial y que se continúa expandiendo – sumadas a las ya extensas áreas con monocultivos de árboles? Solo se puede llegar a dicha conclusión si se considera que una plantación es lo mismo que un bosque. La página de ForCES dice sin embargo que si bien la deforestación es aún un problema en Indonesia, la causa está en que los “servicios ecosistémicos” no están siendo contabilizados económicamente (5). Una vez más, el FSC empuja la ideología de que la naturaleza debe ser mercantilizada.

En Nepal, las actividades planificadas incluyen “guiar a políticos y actores interesados en el trazado de las reglas, leyes, regulaciones y políticas [para certificar servicios ecosistémicos]” (6). Y en Vietnam, ForCES planea incluirse en los programas de campo nacionales sobre el “manejo de recursos naturales” y la “silvicultura sostenible” (7).

Todos estos planes y proyectos piloto nos indican claramente lo que apoya el FSC: legitimar la expansión de mercados de acumulación. No solo con las grandes empresas forestales y sus actividades de madereo, pero ahora además empujando la creación de proyectos y leyes para los llamados “servicios ecosistémicos”. Como lo afirma Zenzi Suhadi de la ONG indonesia Walhi, “Las decisiones sobre los bosques en Indonesia siguen estando en manos de instituciones poderosas. El gobierno no menciona en absoluto las cuestiones de la propiedad de los territorios o las causas de la deforestación, tales como el modelo de producción y consumo. Estos temas se excluyen intencionalmente de los debates con el fin de evitar la inmensa responsabilidad que tienen el Estado y los actores empresariales por los crímenes cometidos.” (8)

Es hora de escuchar y respetar a los pueblos que viven y dependen de los bosques, aquellos pueblos que han defendido y dependido de sus territorios por generaciones. Esto tendría que empezar por transformar radicalmente el modelo de producción maderera y energética que es alimentado por el ímpetu corporativo de generar cada vez mayores lucros. Certificar este ímpetu es certificar la continua devastación ambiental y social.

  1. Ver algunos materiales del WRM en: http://wrm.org.uy/es/?s=FSC;
    “FSC: Certificación insustentable de plantaciones forestales, WRM, Setiembre 2001,http://wrm.org.uy/oldsite/actores/FSC/libro.html;
    También ver FSC-Watch: http://fsc-watch.com
  2. http://www.isealalliance.org/online-community/news/forest-plantation-first-to-receive-rsb-and-fsc-certification
  3. http://forces.fsc.org/index.htm
  4. http://forces.fsc.org/chile.11.htm
  5. http://forces.fsc.org/indonesia.26.htm
  6. http://forces.fsc.org/nepal.27.htm
  7. http://forces.fsc.org/vietnam.28.htm
  8. http://wrm.org.uy/es/articulos-del-boletin-wrm/seccion1/indonesia-los-bosques-son-mas-que-tierras/