Ecuador: las mujeres del manglar construyen memoria y futuro con su lucha

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En mayo de este año, en el cantón Muisne, provincia de Esmeraldas, se celebró el encuentro denominado “Primer Encuentro: mujeres del ecosistema manglar del Ecuador, nuestros sueños, nuestros derechos, nuestros retos”.

Más de 80 mujeres compartieron este encuentro, en el que contaron sus historias como mujeres que enfrentan discriminación y violencia. Integrantes de la REDMANGLAR Internacional llegaron desde Colombia, Honduras, México y Brasil para reconstruir la memoria histórica de las mujeres que siempre han estado en el manglar.

Concheras, cangrejeras, pescadoras, ostioneras, almejeras, mujeres compañeras del manglar en su trabajo, en su lucha por sobrevivir, reflexionaron de dónde vienen y hacia dónde van. Pintaron sus historias y la biodiversidad del manglar, pintaron sus familias trabajando y jugando en el manglar. También pintaron la destrucción y la reforestación. Pintaron cómo querían que fuera la vida en el futuro. Conversaron, se hicieron más amigas, empezaron a encontrarse con otras mujeres como ellas y a encontrarse con ellas mismas.

Contaron que el manglar es la industria natural que les da todo, que cuando se pierde el ecosistema se va perdiendo la vida. “Tengo la certeza de que cuando León Febres Cordero era el presidente comenzó aquí la tala del manglar. Ahí vinieron los camaroneros a destruir el manglar. Presidente que entra, presidente que apoya a los camaroneros y se olvida de los pobres”, testimonió una de las participantes. 

La memoria

Cada una dibujó su historia. Las mujeres de la provincia de Esmeraldas se retrataron con el cigarro en la boca, que lo fuman para ahuyentar a los mosquitos cuando están recolectando la concha en el manglar. Se retrataron en medio de la exuberancia del ecosistema manglar, pero también en medio de la devastación provocada por la acuacultura industrial del camarón. Contaron que ya casi no hay concha y que aunque la cuidan mucho, es necesario hacer más; que reforestaron junto con los compañeros de otras organizaciones, con estudiantes, con voluntarios y que derribaron los muros de las piscinas camaroneras que llegaron a invadir y a destruirles todo.

En la provincia de Manabí, las mujeres luchadoras del manglar están en dos zonas, en el estuario del río Portoviejo y en el estuario del río Chone. Con la llegada de las camaroneras se perdió el manglar. “Nosotras éramos pescadoras, también nos dedicábamos a la agricultura de ciclo corto. Cuando llegaron las camaroneras nos dedicamos a recolectar larva para los laboratorios, pronto se acabó todo. Ahora nosotras no tenemos trabajo, algunas se emplean descabezando el camarón de las piscinas, pero es duro, pagan poco y no es permanente”. 

Recordaron que la presencia del Fenómeno del Niño antes era una bendición porque con él venía abundancia de la pesca y se renovaba la tierra. “Desde que se perdió el manglar cada Fenómeno del Niño es una desgracia que llega a nuestra comunidades, todo se inunda, se pierden las casas, la gente tiene que salir de su territorio”, lamentaron. 

En Guayas aún existe una gran diversidad de peces, langostinos, moluscos; aún existe una gran extensión de manglar que está siendo protegido por las comunidades. Pero existen zonas como la isla Puna, donde las camaroneras acabaron con el manglar y muchas concheras y cangrejeras ya no tienen trabajo, ni de dónde sacar su alimento. 

En la provincia de Santa Elena el manglar está casi exterminado, pero cuenta con arrecifes y bancos de peces que abastecen de forma exuberante la pesca. Sin embargo, estos recursos deben ser protegidos, ya que la pesca industrial está acabándolos y al no existir el manglar, que es “la maternidad” de los peces, esta riqueza pronto desaparecerá.

La lucha

“Hemos sido amenazadas, hemos sido agredidas, los camaroneros nos han disparado y nos han echado perros para sacarnos del manglar y quedarse con este patrimonio que es nuestro.  Pero aquí estamos dispuestas a dar la vida si es necesario, porque aquí nacimos, aquí está nuestra historia, nuestros cuentos, nuestro trabajo, nuestra comida, nuestras familias y amigas”, expresaron las mujeres de Esmeraldas. 

Y las mujeres cantaron:

Quisiera que el presidente me pudiera escuchar
Lo que yo en estos momentos le quiero manifestar
Oiga señor presidente tenga un poquito de piedad
Que los manglares son nuestros no son de la autoridad

Ay Hasta cuándo y hasta cuando
Hasta cuando por favor
Hasta cuando le hacen daño
A los pobres del Ecuador

“Nuestro sueño es ver el fruto de nuestros esfuerzos y recuperar el territorio perdido. Terminar las marchas, ganar esta lucha y gozar de lo que tenemos y de lo que recuperemos”, fue la expresión de las mujeres de Manabí.

El futuro

El sueño de las mujeres es que la concha vuelva. Que nuevamente existan esas 1.000 o 1.500 que existieron hace unos veinte años atrás. Quieren volver a trabajar recolectando la concha, recolectando el cangrejo. Sueñan que se recuperen muchas especies que les sirven para alimentarse, que los hombres sigan siendo mangleros, que hagan el carbón, que hagan las casas con la madera de mangle, que el manglar vuelva a ser lo que fue antes, y la vida de ellas también.

También es cierto que no todo son rosas, que la vida del manglar es dura. “Con mi trabajo de conchera yo les he dado a mis hijos estudio, para que ellos no sean lo que yo soy, sean algo mejor. Me siento orgullosa que mis hijos los saqué adelante. No los dejé como yo, que mi madre no me dio un estudio”, dijo Jacinta,  delegada del cantón Muisne, provincia de Esmeraldas. Y este pensamiento desató una fuerte polémica entre las participantes. 

Eso es “porque somos discriminadas, somos tratadas como cholas de forma despectiva, porque nuestro trabajo no es valorado. Una mujer que va al manglar no es respetada como una que tenga una profesión de la universidad y por eso pensamos que nuestros hijos tienen que estudiar para que sean respetados, para que no sean discriminados.  Porque así es la sociedad, no entiende lo maravilloso que es el manglar, que nosotros les damos de comer con nuestro trabajo. No somos nosotras las que despreciamos y renegamos de nuestro manglar, son los presidentes del país, los poderosos, los que lo destruyen, lo que no entienden”, reflexionaron las mujeres de la provincia de El Oro.

“Queremos levantar la voz para que nos escuchen y respeten en cada uno de nuestros ideales. Conservar lo nuestro y que con el trabajo de las mujeres y los hombres podamos solventar la economía de nuestras familias. Queremos ser admiradas, por el esfuerzo que hacemos defendiendo nuestro territorio y que se acabe la discriminación para que nuestros hijos hereden el manglar y se sientan orgullosos y orgullosas de ser del manglar. Soñamos que se termine la violencia en nuestras comunidades, que nos dejen caminar y correr en nuestro manglar trabajando con dignidad”, afirmaron.

“Mi sueño del manglar es sembrarlo y que se cultive para que mis nietos y bisnietos produzcan y cuenten la misma historia que yo les estoy contando ahora. Que sean parte del manglar como yo soy parte ahora”, dijo Rosa, cangrejera de 52 años de edad, que ha enseñado a toda su generación a ganarse la vida cangrejeando en el manglar y a amarlo.

El encuentro terminó con una afirmación de la vida. En cincuenta hectáreas de manglar ocupadas y destruidas ilegalmente por el señor Ilario Patiño con piscinas camaroneras, las mujeres reforestaron dos hectáreas de manglar en el sitio Casa Vieja, en la parroquia Bolívar. 

Se solicitó al Ministerio del Ambiente que procediera a registrar el área y se espera que en esta ocasión se garantice la reforestación realizada por las mujeres y que el área vuelva a vivir.

Extractado y editado de la narración del encuentro, enviado por C-CONDEM - Corporación Coordinadora Nacional para la Defensa del Ecosistema Manglar, manglares@ccondem.org.ec, www.ccondem.org.ec