Camerún: comunidad local resiste intento de Socapalm de plantar palma aceitera en su tierra

Imagem
WRM default image

Rodeadas por un desierto verde de 60.000 hectáreas de plantaciones de palma aceitera, se encuentran 150 hectáreas de tierras agrícolas y boscosas pertenecientes a la comunidad Apouh A Ngog en la primera región de Edéa en Camerún.

La comunidad Apouh A Ngong, es una de las tantas comunidades que están cercadas por las plantaciones y que desde hace años mantienen un conflicto abierto con Socapalm, filial local del grupo francés Bolloré (1).

Las plantaciones fueron establecidas en tierras pertenecientes a las comunidades hace más de 100 años, o sea, en pleno período colonial. Los integrantes de la comunidad de Apouh no conocen otra realidad, ya que sus actuales pobladores crecieron inmersos entre extensas áreas de plantaciones de palma.

Sin embargo, lo que sí saben es que sus antepasados resistieron a la ocupación total de su territorio y es precisamente por ese motivo que hoy en día aún cuentan con 150 hectáreas que no han sido cubiertas por plantaciones de palma aceitera.

Apouh es una pequeña aldea integrada por 50 personas, que sobreviven gracias a la agricultura de subsistencia que realizan en sus 150 hectáreas de tierra. Éstas se encuentran a 7 kilómetros de sus casas,  por lo que para poder acceder a las mismas deben recorrer esa distancia por un camino que atraviesa las enormes plantaciones de palma.

En sus tierras, además de un área destinada a los cultivos agrícolas, mantienen pequeñas áreas de bosque que son vitales para conseguir un sinnúmero de productos, entre los que se destacan las plantas medicinales. Dado que no les es posible acceder a la medicina occidental debido a sus altos costos, la conservación del bosque para asegurar el acceso a plantas medicinales es para ellos de vital importancia.

Las plantaciones de palma aceitera les han provocado innumerables prejuicios. Perdieron su tierra. Les cortaron el bosque y junto con él se fueron la mayor parte de sus medicinas tradicionales. El gran uso de agroquímicos en las plantaciones arruina sus cultivos y les perjudica su salud. Debido al elevado uso de agroquímicos hay personas en la comunidad con problemas de ceguera. Solían comer víboras, que era el único animal que se podía encontrar en las plantaciones, pero ahora aparecen muertas por los tóxicos. Ya no hay dónde conseguir carne (proteínas); la única opción es comprarla en la ciudad pero tiene un precio muy elevado.

La empresa ha drenado la tierra y cambiado el curso de los ríos, por lo que conseguir agua se ha vuelto muy difícil y es incluso peor en la época del año seca. Tampoco se puede pescar. Debido al sistema de podas y cosechas de las plantaciones se producen muchos residuos, lo que genera un ambiente propicio para la proliferación de mosquitos y el desarrollo de la malaria.

La empresa ha construido la red eléctrica de la zona. Sin embargo, la luz es sólo para el uso de la empresa. Absurdo como parece, los cables pasan frente a las puertas de las casas de la comunidad de Apouh, pero la empresa no les permite acceder a la electricidad. Socapalm construyó allí una escuela, pero la empresa cobra más cara la matrícula a los niños pertenecientes a las comunidades en conflicto.

A raíz del conflicto, la empresa tampoco da oportunidades de empleo a l@s integrantes de la comunidad.  Trae trabajadores de todas las regiones del país y cuenta con una importante guardia armada. La guardia prohíbe a la comunidad recolectar los frutos caídos de la palma.  Las mujeres sufren el acoso de los guardias, quienes las molestan sexualmente.

A pesar de que en el año 2000 un decreto del prefecto de Edéa reconoció a los integrantes de Apouh como dueños de la pequeña parcela de 150 hectáreas de tierra, la codicia del gran capital francés en manos del grupo Bolloré parece no tener límites y ha intentado numerosas veces ocupar violentamente las únicas 150 hectáreas que aún le restan a la comunidad para plantarlas con palma aceitera.

En setiembre del 2009, los empleados de la empresa bajo órdenes del “blanco” (así se refieren en la comunidad a las personas con mandos gerenciales –en su mayoría  extranjeros- en la empresa) entraron a sus tierras y comenzaron a destruir sus cultivos. La comunidad montó en cólera y golpearon con las manos duramente al hombre blanco. Éste los denunció y luego de un juicio que duró más de 10 meses, la justicia finalmente absolvió a los integrantes de la comunidad. La comunidad estaba sorprendida con la resolución, porque dicen que “en Camerún, aún mandan los franceses”.

A comienzos de 2010, el gobierno puso la gendarmería a disposición de la empresa. Aparecieron entonces los empleados de Socapalm escoltados por la policía fuertemente armada. Una vez más se trataba de otro intento por ocupar sus tierras. La comunidad estaba determinada a dar su vida antes de perder sus tierras y armados con sus machetes se enfrentaron a la policía. Les advirtieron que si pisaban sus tierras los mataban. Nuevamente la comunidad logró salvarse; la policía y los empleados de Socapalm se retiraron del lugar.

El 14 de setiembre pasado, los “blancos de Bolloré” hicieron su última aparición –hasta el momento-- en las tierras de la comunidad. La comunidad fue alertada, y con machete en mano los echó del lugar. Frente a todos estos hechos el gobierno camerunés hace oídos sordos.

La comunidad es asediada constantemente por la empresa. “Cuando te están corriendo, no te puedes distraer”, explica una persona local describiendo como es su vida en relación con Socapalm.

El grupo Bolloré, uno de los más ricos del mundo no tiene límites en su codicia y en aras de aumentar el área de producción de sus ya inmensas plantaciones persigue y amenaza constantemente a una pequeña comunidad que depende de lo poco que el grupo Bolloré no pudo ocupar.

La empresa no descansa en su afán de quitarles lo que aún les queda, pero la comunidad sabe que de esas 150 hectáreas depende no sólo su supervivencia sino también la de sus descendientes. El conflicto es cotidiano y terriblemente desigual e injusto. No obstante l@s integrantes de la comunidad ni piensan en rendirse y están dispuestos a dar la vida en defensa de lo que saben que es suyo.

Por: Teresa Perez, en base a información recopilada durante una visita al área en setiembre 2010. Agradecemos a los integrantes de la comunidad Apouh A Ngong así como también a Cameroon Ecology por haber hecho posible la visita.

(1) Las plantaciones de palma pertenecen al poderoso grupo francés Bolloré, grupo económico que  está presente a través de distintos negocios en más de 42 países. WRM ha documentado ampliamente las actividades de este grupo en Camerún y las violaciones a los derechos humanos de las comunidades locales que habitan en zonas cercanas a las plantaciones de palma aceitera. (Ver información en:http://www.wrm.org.uy/countries/Cameroon/Bollore.html