La mención de REDD+ en el Acuerdo de París asegura que se continúe financiando a la industria del conservacionismo mientras que la deforestación a gran escala avanza sin obstáculos

La “industria del conservacionismo” - grupos como The Nature Conservancy, WWF, Conservation International, consultores y auditores de proyectos REDD+ - y donantes como el Banco Mundial celebraron el reconocimiento formal de REDD+ en el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático, en diciembre de 2015. Hace casi diez años que todos ellos han estado presionando para que REDD+ fuera incluido en los mercados mundiales de carbono creados por el Protocolo de Kyoto de la ONU. Para las comunidades afectadas por los proyectos y programas REDD+, la noticia no habrá sido motivo de celebración. Enfrentadas al hostigamiento, la inseguridad de la tenencia de la tierra y las restricciones al uso que tradicionalmente han hecho del bosque, los pueblos de los bosques y las comunidades que tradicionalmente dependen de los bosques se han llevado la peor parte del experimento REDD+ que, por otro lado, ha permitido a la industria del conservacionismo embolsarse cientos sino miles de millones de dólares, coronas noruegas y euros por la promesa incumplida de convertir a REDD+ en una exitosa herramienta de conservación de los bosques que detendrá la deforestación.

En realidad, REDD+ no está concebido para proteger los bosques ni para reducir la deforestación, sino para permitir que las empresas y los países industrializados continúen quemando carbono fósil. REDD+ identifica falsamente a la agricultura en pequeña escala y al cultivo migratorio como las principales causas de la destrucción de los bosques tropicales. Tal vez no debería causar sorpresa que después de 10 años de que la industria del conservacionismo haya estado experimentando con REDD+, se registre ahora un aumento de la pérdida de bosques en varias zonas donde precisamente se han implementado proyectos REDD+ - el programa REDD Early Movers en Acre, Brasil, y el proyecto REDD+ de Mai N’dombe, en la República Democrática del Congo, por citar sólo algunos (1). Peor aún, la puesta en práctica de REDD+ ha dado como resultado graves restricciones al uso tradicional de la tierra por parte de los pueblos del bosque, mientras que la ganadería a gran escala, la minería, las represas hidroeléctricas y las grandes obras de infraestructura continúan intocadas, destruyendo grandes franjas de bosques tropicales. De ese modo, REDD+ ha demostrado ser la herramienta errónea para abordar los motores de la destrucción a gran escala. (2)

Y aún así, a pesar del triste historial de REDD+ en los últimos 10 años, los inversionistas empresariales e institucionales y sus socios de la industria del conservacionismo siguen anunciando nuevas iniciativas REDD+. Por ejemplo, el Banco Europeo de Inversiones, Conservation International y un fondo de inversión denominado “Althelia Climate Fund” recibieron un total de 53,5 millones de dólares (US$ 35 millones de inversión y US$ 18,5 millones como donación) del Fondo Verde para el Clima de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Clima (3), para un programa REDD+ en Madagascar. Noruega, empresas de la industria alimenticia mundial (responsable de deforestación y de importantes emisiones de gases de efecto invernadero) y el Fondo Mundial para el Medio Ambiente (FMAM) del Banco Mundial anunciaron un nuevo “fondo para los bosques tropicales y la agricultura” en el Foro Económico Mundial 2017 celebrado en Davos, el lujoso centro vacacional suizo de esquí. Se dice que el nuevo fondo utiliza un “enfoque jurisdiccional” (ver más adelante) y menciona a Brasil e Indonesia como países donde se llevarán a cabo los proyectos iniciales. Entre las empresas mundiales de alimentos que se dice están interesadas en apoyar el fondo figuran Carrefour, Mars, Nestlé y Unilever - esta última anunció una inversión en el Fondo de US$ 25 millones durante un período de cinco años.

Pero, estas empresas mundiales de alimentos ¿realmente quieren hacernos creer que se preocupan por los bosques y los derechos de los pueblos del bosque? Parece más plausible que el motivo sea el de proteger las cuotas de mercado - y por lo tanto los márgenes de beneficio - en los países industrializados y en los centros urbanos donde los consumidores demandan cada vez más productos “libres de deforestación”. Eso también explicaría por qué estas empresas no presentan iniciativas para reducir el control empresarial del sistema alimentario internacional ni para fortalecer los modelos de agricultura campesina con menor uso intensivo de carbono. Esperar tales medidas de las empresas mundiales de alimentos sería como esperar que las empresas de combustibles fósiles hicieran cabildeo en la ONU para que se adopte un acuerdo climático firme que claramente ponga fin en un futuro próximo a la combustión de carbono fósil.

¿Por qué gobiernos como Noruega y Alemania, el Banco Europeo de Inversiones y empresas como Unilever siguen invirtiendo más dinero en REDD+ a pesar de que la iniciativa “está muy lejos de lo que se esperaba”? (4) Un reciente artículo académico proporciona alguna explicación. Promising Change, Delivering Continuity: REDD+ as Conservation Fad explica que REDD+ es funcional a la industria conservacionista y a la del desarrollo en tanto les ayuda a “generar valor y recursos financieros adecuados”. (5) El artículo hace referencia a que REDD+ está “en onda”, entendiendo por eso una “forma de comportamiento colectivo que se desarrolla dentro de una cultura, una generación o grupo social y cuyo impulso es seguido con entusiasmo por un grupo de personas durante un período limitado de tiempo”. Y por lo general, poco importa si lo que está “en onda” sirve o conviene para resolver el problema real.

El artículo señala que un estudio reciente de “23 de las 300 iniciativas subnacionales demostró que sólo 4 habían logrado vender realmente créditos de carbono, y encontró que la financiación es clave para sostener las iniciativas”. El artículo también menciona “desafíos” técnicos y explica que “la comercialización de créditos de carbono bajo los sistemas voluntarios de estándares de carbono involucra complejos procedimientos y requisitos técnicos”.

Los autores explican que el lenguaje y los argumentos cambian cuando la industria del conservacionismo presenta una nueva propuesta para salvar los bosques, por lo que REDD+ implica un cambio a nivel discursivo. Uno de esos cambios recientes en la discusión sobre REDD+ es el término “REDD+ jurisdiccional”. Significa que los gobiernos y los bancos de desarrollo se están alejando del financiamiento de proyectos REDD+ individuales y en su lugar apuntan a aplicar las actividades REDD+ a nivel de toda una provincia, estado y, en última instancia, todo un país. El programa del gobierno alemán “REDD Early Movers” es un ejemplo de un programa REDD+ “jurisdiccional”, donde el gobierno alemán paga al gobierno del estado brasileño de Acre en tanto Acre ofrezca pruebas de que en el estado la deforestación no ha excedido un máximo acordado de pérdida de bosque. El nuevo fondo para bosques tropicales mencionado anteriormente, que fue anunciado por Noruega y otros en Davos, también anunció que se centrará en proyectos “jurisdiccionales”.

A pesar de estos cambios en la terminología, los autores de “Promising Change, Delivering Continuity” dicen que, de hecho, REDD+ - al igual que anteriores “ondas conservacionistas” - sobre todo significa “continuidad y reiteración en términos de las promesas y expectativas iniciales que conducen a importantes financiaciones de donantes, actividades de proyectos piloto y desarrollo de políticas y procesos de implementación”. Los autores también dicen que las promesas y expectativas de REDD+ “han logrado poco en términos de cambiar en la práctica el manejo y uso real del bosque fuera de los sitios seleccionados para proyectos piloto, pero les han dado vida a los actores de la industria conservacionista y del desarrollo, incluidos los académicos.

Es lamentable que los responsables del Banco Europeo de Inversiones, del Fondo Verde para el Clima o de los gobiernos de Noruega y Alemania sigan ignorando la creciente evidencia de que si los objetivos son la reducción de la pérdida de bosques y la lucha contra las causas estructurales del cambio climático, REDD+ es contraproducente. Esa evidencia no cambiará sólo porque el grupo de presión conservacionista haya logrado que REDD+ se mencione en el Acuerdo de París de la ONU, o porque los bancos y los gobiernos continúan invirtiendo más dinero en nuevas iniciativas regionales “jurisdiccionales” de REDD+.

El artículo Promising change concluye que REDD+ es sobre todo una “mercancía discursiva que se promueve cuidadosamente de forma tal que permita a los actores de la industria del desarrollo y del conservacionismo tener acceso a recursos financieros”. Debido a que todavía hay muchos que miran a REDD+ con la esperanza de que ayude a hacer frente al cambio climático mundial y a proteger los bosques y los derechos de los pueblos de los bosques, los autores exhortan a impugnar los usos de los fondos asignados a REDD+. A esto se suman las severas restricciones, la criminalización y la inseguridad en la tenencia de la tierra de los pueblos de los bosques y las comunidades afectadas que tradicionalmente han utilizado los bosques donde se implementan los proyectos REDD+ (2). Por ello es tiempo de reemplazar el fallido experimento REDD+ y en cambio apoyar las luchas y las iniciativas de los pueblos de los bosques y las comunidades que tradicionalmente han usado y protegido los bosques durante generaciones. Varios estudios han demostrado que cuando los territorios de los pueblos indígenas son reconocidos y demarcados y allí donde se respetan los derechos de las comunidades tradicionales de los bosques, las tasas de deforestación son más bajas que en las zonas circundantes que no están bajo el control de los pueblos indígenas o las comunidades tradicionales del bosque. (6)

(1) Ver, entre otros, “Deforestation is increasing in the Mai N'dombe REDD project area. And the project still sells carbon credits”, en: http://www.redd-monitor.org/2016/02/18/deforestation-is-increasing-in-the-mai-ndombe-redd-project-area-and-the-project-still-sells-carbon-credits/ ; The virtual economy of REDD: Conflicts of interest, hot air, and dodgy baselines, en: http://www.redd-monitor.org/2016/06/02/the-virtual-economy-of-redd-conflicts-of-interest-hot-air-and-dodgy-baselines/
(2) Por más ejemplos ver REDD: una colección de conflictos, contradicciones y mentiras e informes en la página web: www.redd-monitor.org
(3) Ver información del Fondo Verde para el Clima sobre la aprobación de los fondos en: http://www.greenclimate.fund/-/sustainable-landscapes-in-eastern-madagascar
(4) Ver también el exhaustivo estudio de CIFOR “REDD+ on the ground: A case book of subnational initiatives across the globe”, publicado en 2014.
(5) Promising Change, Delivering Continuity: REDD+ as Conservation Fad. Artículo de Jens Friis Lund et al. Publicado en el periódico World Development (2016).
(6) Ver el gráfico “Indigenous groups are good forest stewards”, pág. 17 en el informe de Fern et al. “Going Negative”. http://www.fern.org/sites/fern.org/files/Going%20negative%20version%202.pdf