Publicado en setiembre de 2014 (previamente como un artículo en el boletín electrónico mensual del WRM de julio de 2014).
A finales de 1980, la FAO y el Banco Mundial lanzaron su primer gran programa para frenar la destrucción de los bosques. Le llamaron el Plan de Acción Forestal en los Trópicos (PAFT). En 1990, un informe del WRM reveló que dicho plan, lejos de frenar la destrucción de los bosques, aceleraría la deforestación. Hoy, a 24 años de ese análisis, habría que introducirle pocos cambios para hacerlo aplicable a REDD, REDD +, y probablemente pronto, a REDD a escala del paisaje. La ‘escala del paisaje’ intenta abarcar a los bosques y la agricultura, y se mantiene verticalista y condescendiente para con las comunidades que dependen de los bosques. A la vez, continúa colaborando con las asociaciones empresariales del agronegocio y la explotación maderera, como la FAO y el fallido PAFT de la década de 1980 del Banco Mundial. La deforestación y las emisiones vinculadas a la misma continuarán, y en el proceso, la nueva figura de un REDD a escala del paisaje causará grandes daños menoscabando a las comunidades que dependen de los bosques y a quienes producen la mayoría de los alimentos del mundo: los agricultores a pequeña escala. Pero otro sería el panorama si la acción gubernamental se enfocara en dejar los combustibles fósiles bajo tierra y en la eliminación gradual de la agricultura industrial – la causa de la gran mayoría de las emisiones en el sector de uso de tierras. REDD es una pantalla de humo que esconde la falta de acción frente a estos retos urgentes.