Corría el año 1998 cuando los Pueblos Ancestrales del Ecosistema Manglar del Ecuador decidieron unir sus esfuerzos en una gran campaña denominada “¿Y si se Acaba el Manglar?” en la isla de Muisne, ubicada en la provincia de Esmeraldas en la costa norte del Ecuador, donde más del 85% de sus manglares se convirtieron en menos de 30 años en piscinas para la cría en cautiverio de camarón.
La campaña tuvo el apoyo de miembros de varias organizaciones de toda la costa ecuatoriana que enfrentaban también la feroz arremetida de la industria camaronera en bosques de manglar, así como de representantes de organizaciones de Honduras, Guatemala, Colombia, Perú y personas de todo el mundo que conformaban la tripulación del barco "Guerrero del Arcoiris" (Rainbow Warrior) de Greenpeace.
El 26 de Julio los pueblos del manglar se unieron en una gran acción que buscaba restablecer la dinámica del manglar en una camaronera ilegal de posesión de un ciudadano chino. Trabajando juntos, denunciamos nacional e internacionalmente los costos reales de la producción del camarón para consumo en los países del Norte.
Ese mismo 26 de Julio se creó la Coordinadora Nacional para la Defensa del Manglar en Ecuador (C-CONDEM). Un manifiesto público fue entregado a las autoridades exigiendo un alto a la destrucción de los manglares y promoviendo las concesiones comunitarias de las áreas de manglar a los grupos de base organizados.
En 1999 el Gobierno dio luz verde a este pedido y se extendió el Decreto Ejecutivo 1102, que prohíbe cualquier intento de destruir los manglares ecuatorianos y abre la posibilidad a las concesiones comunitarias del manglar. A pesar de esto, constantemente las leyes son violadas por poderosos industriales camaroneros. No obstante, el empoderamiento de las comunidades en relación a sus derechos ciudadanos y ambientales es uno de nuestros mayores logros para proteger los manglares y la vida comunitaria.
En las últimas cuatro décadas se ha producido la destrucción indiscriminada de miles de hectáreas de ecosistema de manglar. Ecuador ha perdido el 70% de su manglar original, que ha sido transformado principalmente en gigantescos estanques para la cría en cautiverio de camarones de cultivo.
Esta destrucción trae como consecuencia la degradación ambiental de la faja costera y fundamentalmente el empobrecimiento, desplazamiento y pérdida de la calidad de vida de los Pueblos Ancestrales del Ecosistema Manglar.
Los impactos sociales y ambientales provocados son muy complejos, suscitando en las poblaciones locales la pérdida de su fuente de soberanía alimentaria, ocupacional, económica y ambiental y un grave impacto a la biodiversidad costera. En el año 2008 el World Resources Institute publica una comparación del valor económico y social de manglares en pie y camaroneras en el que valora en más de 35,600 USD el valor neto de una hectárea de manglar en pie mientras que una hectárea de camaronera tiene un valor económico de 8,340 USD al que se debe restar los subsidios a la producción, la contaminación y el costo de restauración de donde resulta un costo negativo de -5,443 USD. Estos datos muestran el absurdo que representa producir camarón en cautiverio y el daño social y ecológico que representa este monocultivo.
Ante esta situación, se han ido generando procesos de reflexión, movilización y propuestas comunitarias y ciudadanas en América, Europa, Asia y África, desarrollándose foros, reuniones y campañas para poner en la agenda de la opinión pública del mundo, en los gobiernos nacionales y locales y en las agencias internacionales el tema de la destrucción del ecosistema manglar y sus graves consecuencias sociales y ambientales.
En 2010, ¡A Recuperar la Concha!
Uno de los productos que se obtienen del ecosistema manglar en el Pacífico de América Latina, desde México hasta el Perú, es la concha negra o piangua, también llamada concha prieta o concha mica de las especies Anadara tuberculosa y Anadara similis. Este molusco es fuente de vida y sustento, e incluso llega a constituir la principal fuente proteínica de las comunidades recolectoras de concha o piangua en Perú, Ecuador y Colombia.
Últimos estudios realizados han arrojado la existencia de menos de una concha por metro cuadrado en el manglar del norte de Esmeraldas, lo cual determina el estado de amenaza en el que se encuentra este recurso natural. La tala indiscriminada del bosque de manglar, la alteración de la dinámica hídrica, descarga de contaminantes y cambio de uso del suelo inciden en la desaparición de la concha o piangua; así como también la pérdida de espacios de recolección, que trae como consecuencia su sobre-explotación, hasta el punto de ponerla en riesgo de extinción.
Por este motivo, este 26 de julio la C-CONDEM ha lanzado la campaña “¡A recuperar la concha!” la cual busca alertar sobre la importancia de la defensa del ecosistema manglar, hábitat único de la concha y promover entre toda la población la importancia del consumo de la concha respetando su talla mínima de captura que es de 4,5 cm., lo cual permite que ésta cumpla con todo su ciclo vital, se reproduzca y repueble el manglar.
Pero, por supuesto, para poder recuperar la concha es imprescindible recuperar su espacio vital, el ecosistema manglar y promover el manejo comunitario de este recurso natural vital para las costas, fundamental para prevenir los efectos del cambio climático y para permitir la vida del planeta.
Por Verónica Yépez, Comunicaciones C-CONDEM, correo electrónico: veroy@ccondem.org.ec, http://www.ccondem.org.ec/26dejulio/new/