África Central: la expulsión de los Twa de sus bosques impacta doblemente sobre las mujeres

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Los Twa fueron los primeros habitantes de los bosques ecuatoriales de la región de los Grandes Lagos. Originalmente eran un pueblo de los bosques de gran altitud, que habitaba las montañas del área de Albertine Rift en África Central y se especializaban en la caza y la recolección. Actualmente, los Twa de la región de los Grandes Lagos de África Central viven en Burundi, el este de la República Democrática del Congo (RDC), Ruanda y el suroeste de Uganda.

Se identifican a sí mismos como indígenas y comparten muchas de las características de los pueblos indígenas. Sin embargo, a lo largo de décadas han sufrido la pérdida de su hábitat tradicional en el bosque y de sus recursos naturales, tanto por causa de la guerra como por causa de la conservación y la explotación comercial. Por otra parte, que los Twa sean un pueblo sin tierra es el resultado de que sus derechos a la tierra resultantes de su ocupación histórica de los bosques –al igual que en el caso de los cazadores-recolectores “pigmeos” en todo el territorio de África Central- no han sido reconocidos ni por el derecho consuetudinario ni por la legislación escrita.

En la mayor parte de sus territorios tradicionales, los Twa han sido forzados a abandonar su cultura y su economía de caza-recolección con base en el bosque. Los procesos demográficos y políticos que han causado esto incluyen: la deforestación por parte de nuevas poblaciones granjeras y ganaderas que se afincan en la zona, proceso que comenzó hace siglos en Burundi y Ruanda, y la tala de los bosques para el desarrollo agrícola, las obras de infraestructura, el madereo, las zonas militares y la minería durante el último siglo. En los últimos cincuenta años, las comunidades Twa han sido expulsadas a la fuerza de las áreas de bosque asignadas a proyectos de “desarrollo”; así como también de áreas destinadas a la conservación, como los bosques de Nyungwe y del Parque de los Volcanes en Ruanda, los parques de gorilas de montaña del Bosque Impenetrable de Mgahinga y Bwindi en el suroeste de Uganda, y de los parques nacionales Kahuzi-Biega y Virunga en la RDC.

Un elemento central en la historia reciente de los Twa es la arraigada discriminación y marginación que experimentan por parte de los grupos étnicos vecinos. Esta situación se ha agravado a medida que los Twa han sido expulsados de sus bosques y se han visto forzados a vivir en los márgenes de la sociedad dominante.

Muchas comunidades Twa se han visto convertidas en intrusos en tránsito, buscando constantemente tierras donde habitar hasta ser nuevamente desplazados. Actualmente, los Twa son uno de los grupos étnicos más perjudicados en la región de los Grandes Lagos en términos de tenencia de la tierra. Un estudio sobre la exclusión de los Twa en Burundi mostró que un 53 por ciento de las familias Twa no poseían tierras, y en Ruanda esta situación afecta al 58 por ciento de la población Twa. En 1995, el 82 por ciento de los Twa ugandeses no poseían tierras de ningún tipo.

“Esta gente que nos permite quedarnos en sus tierras nos pide que las cultivemos. Si nos rehusamos nos dicen ‘Váyanse, ya no los queremos’. No estamos asentados aquí porque los otros pueblos locales están presionando a los terratenientes diciendo ‘¿Para qué necesitan a los Twa?’, y en cualquier momento podemos tener que desplazarnos y asentarnos en otro lado. Los terratenientes no nos permiten construir retretes porque no quieren nada permanente en sus tierras, ni tampoco pozos porque podrían ser un problema para el cultivo después. Pero si nos atrapan defecando en sus campos, se enojan. Mi hija fue atrapada y forzada a quitar las heces con sus manos” (Mujer Twa de mediana edad, Nyakabande/Kisoro, Uganda, mayo de 2003).

Los cazadores-recolectores de los bosques de África Central que aún pueden mantener su estilo de vida tradicional consideran que están en una relación íntima y enriquecedora con el bosque. La abundancia del bosque se mantiene mediante el acto de compartir entre las personas, y entre las personas y los espíritus del bosque, así como también por los rituales de canto y danza que aseguran el apoyo de los espíritus para ayudarlos a satisfacer todas sus necesidades. Estos pueblos no conciben la “propiedad” individual de la tierra y los recursos. Las personas son libres de utilizar los recursos naturales que necesitan y en cualquier cantidad. La pertenencia a un clan, la amistad y el matrimonio dan acceso a los individuos a una amplia variedad de áreas diferentes en las que pueden cazar y recolectar alimentos y otros productos del bosque.

En las pocas áreas donde los recursos naturales no han sido capturados por los intereses de los conservacionistas, de los grupos étnicos dominantes o de los empresarios, como la isla Idjwi y las áreas boscosas del este de la RDC fuera de los parques nacionales, los Twa tienen más opciones de sustento en base al uso de diversos recursos naturales, y no están tan desposeídos. Pero en las demás áreas, los sistemas de sustento tradicionales de los Twa, basados en la flexibilidad y la movilidad y el retorno inmediato de la explotación de recursos naturales renovables, son casi imposibles de mantener. En la actual economía de mercado, las estrategias alternativas de los Twa basadas en la venta de su fuerza de trabajo o de productos artesanales difícilmente logran cubrir las necesidades diarias más básicas de las familias Twa, ubicándolos entre los más pobres de los pobres.

En estas sociedades tradicionales basadas en el bosque, la autonomía de las mujeres está asegurada por la naturaleza colectiva de los derechos sobre los recursos y su capacidad de tener acceso a éstos en forma libre e independiente, por derecho propio y no como consecuencia de sus relaciones con los hombres. Los factores que han contribuido a la situación crónica de falta de tierra que padecen los Twa en general, sirven también de explicación para la situación de las mujeres Twa respecto de la tierra. Sin embargo, la mujeres han perdido oportunidades de acceso a la tierra, no solo a través de la pérdida de los derechos tradicionales a la tierra que sufren los Twa en su conjunto, sino también a causa de la adopción de nuevas actitudes con respecto a la propiedad de la tierra, particularmente en el seno de las comunidades Twa que fueron desposeídas de sus bosques y arrastradas a los sistemas de tenencia de la tierra de los grupos granjeros y ganaderos vecinos. Los derechos a la tierra de las mujeres en las pocas comunidades Twa que se han asegurado alguna forma de derecho de propiedad o uso de la tierra fuera de los bosques, son más débiles que los de las mujeres Twa bajo sistemas de tenencia comunal de la tierra en los bosques.

Como indígenas, las mujeres Twa sufren la marginación social, económica y política; y como mujeres sufren la desigualdad de oportunidades con respecto al acceso a la tierra, los servicios sociales y la representación.

“Ahora, nosotras, las mujeres del bosque, no tenemos acceso al bosque. […] Lloramos porque tenemos una vida miserable. En aquel entonces podíamos vivir, teníamos suficiente para comer, todas nuestras necesidades estaban satisfechas. Ahora no hay nada” (Mujer de mediana edad de Buyungula/ Kabare, RDC, en la Conferencia sobre los Derechos de la Mujer organizada por la organización Twa congolesa PIDP en 2000).

Extractado y adaptado de“Twa Women, Twa Rights in the Great Lakes Region of Africa”, Dorothy Jackson, 2003, Forest Peoples Programme, e-mail: djackson@gn.apc.org . Para acceder al texto completo visite el sitio: http://www.forestpeoples.gn.apc.org/Briefings/Africa/twa_women_nov03.pdf