¡No a Monsanto! ¡No a los venenos! Las plantaciones industriales de árboles y los agrotóxicos


El Movimiento Mundial por los Bosques (WRM) ha venido denunciando por décadas las muchas formas como las plantaciones industriales de árboles son una causa directa de la continua destrucción de la vegetación, la biodiversidad y los bosques. En consecuencia, las plantaciones de árboles industriales también provocan la pérdida de la soberanía alimentaria, medios de vida, culturas e incluso existencia de muchas comunidades dependientes del bosque. Este 21 de setiembre, Día Internacional de Lucha contra los Monocultivos de Árboles, denunciamos además el devastador envenenamiento que producen, sin excepción, estos monocultivos en el suelo, el aire, las fuentes de agua y la salud de las comunidades afectadas al utilizar agrotóxicos de manera indiscriminada.

En este contexto, la empresa agroindustrial química estadounidense Monsanto, junto a sus contrapartes en esta industria, se presenta como un actor clave en la lucha contra las plantaciones de árboles. Su famoso Roundup, el herbicida más utilizado en el mundo en base a glifosato, es el causante de catastróficas consecuencias sanitarias y ambientales a nivel mundial. Este herbicida altamente tóxico, es utilizado en las plantaciones de árboles para matar a cualquier otra planta que podría competir o afectar al árbol cultivado. Existen también altos riesgos relacionados a la intensificación del uso de agrotóxicos en las plantaciones de árboles transgénicos, cuya aprobación ya fue hecha en Brasil y Estados Unidos.

Por estas razones, el WRM apoya al Tribunal Internacional contra Monsanto que se llevará a cabo entre el 14 y el 16 de octubre en La Haya, Holanda. Una iniciativa que busca responsabilizar a la gigante de la agroquímica por violaciones a derechos humanos, crímenes contra la humanidad y ecocidios (http://www.monsanto-tribunal.org/).

¡Las plantaciones no son bosques!

A continuación compartimos una entrevista con Ivonete Gonçalves de Souza, Coordinadora Ejecutiva del Centro de Estudios e Investigaciones para el Desarrollo del Extremo Sur da Bahía (CEPEDES) e integrante de la Campaña Permanente contra los Agrotóxicos y por la Vida en Brasil.

1. Es cada vez más difundido y de conocimiento público que los agrotóxicos son utilizados en la agricultura. Sin embargo, hay poca difusión y por tanto poco conocimiento público de que también se usan venenos en las plantaciones industriales de árboles ¿Por qué?

Es muy simple. Cuando hablamos de venenos, de agrotóxicos, las personas los asocian a los alimentos ya que eso sí ha sido bien divulgado, incluso el mayor canal de televisión de Brasil publica sobre el tema. Pero como la soja, el café y el eucalipto no son considerados alimentos, la cuestión se torna invisible para gran parte de la población. Principalmente cuando hablamos de las plantaciones de árboles. No se ha divulgado el uso de sustancias químicas en eucaliptos y eso es muy grave. Se usan grandes cantidades de sustancias y también muchas mezclas. Los estudios de sustancias individuales apuntan a consecuencias graves. Sin embargo, no hay estudios claros, que se hayan difundido ampliamente, sobre lo que significa la mezcla de diversos productos. La producción de eucalipto, en gran escala, en la región del extremo sur de Bahía, Brasil, se desarrolla desde la década de 1980. Imagínense casi cuatro décadas de veneno. ¿Qué significa eso? Lo que sabemos es que la población y también el suelo, las fuentes de agua y la vegetación están cada día más expuestas y consecuentemente, ¡envenenadas!

2. Las empresas que promueven el monocultivo de árboles suelen decir que aplican productos de “baja toxicidad”, que son “defensivos agrícolas”, y que no son venenos. Además dicen que utilizan menos agrotóxicos si los comparamos con los cultivos de café o soja, y que están dentro de las “normas” legales. Las empresas afirman que si los productos se aplican “correctamente”, no hay impactos negativos. Usted que estudió los impactos provocados por los agrotóxicos en el monocultivo de eucaliptos, ¿qué piensa sobre este discurso de las empresas?

Se trata de manipulación ideológica difundida principalmente por las grandes industrias, como Monsanto, responsables de las sustancias químicas. No existe veneno de baja toxicidad, mucho menos defensivos agrícolas. Las sustancias químicas fueron creadas inicialmente para matar. Se utilizaron durante las guerras, y solamente más tarde fueron conocidas como “defensivos agrícolas” para poderlos vender en los países subalternos como Brasil. Y también porque las hormigas, y las pocas especies de plantas que insisten en romper la soledad de los eucaliptos, son consideradas obstáculos para el monocultivo de árboles y no dan tregua. Las hormigas constantemente presentes en grandes cantidades son una señal de la naturaleza que nos alerta cuando un ecosistema está desequilibrado. Las hormigas se alimentan de las abundantes hojas nuevas de los eucaliptos en un “mar” de miles de hectáreas de estos árboles, sin tener enemigos naturales que controle la población de estas hormigas, ya que otros insectos no logran sobrevivir en un ambiente degradado y envenenado. Estos hechos son constantes, pues los monocultivos son con seguridad una de las prácticas más violentas para el desequilibrio de la naturaleza. ¿Existe el uso “correcto” del veneno? En realidad, lo que ocurre es el envenenamiento de la población a través del agua, del aire y del suelo, en dosis homeopáticas, en silencio.

3. Uno de los grupos de agrotóxicos más utilizados en los eucaliptos son los herbicidas, entre ellos el glifosato, conocido como Roundup, que es producido por Monsanto. ¿Cuáles son los impactos cuando aplicamos este producto, en especial sobre la salud de los trabajadores y de las comunidades vecinas a la plantación, sus territorios y fuentes de agua?

Además del herbicida glifosato, patentado por Monsanto hasta el año 2000, en diversas formulaciones, otras sustancias combinadas son utilizadas para matar la vegetación, como el oxifluorfem. A medida que las plantas y los insectos van creando resistencia, las mismas necesitan de dosis mayores y más mezclas de productos. Es el orden natural. Esto representa una ganancia global, en el sentido de que un rubro de la economía siempre incide fuertemente sobre el otro. En este caso, las empresas que plantan eucaliptos inciden positivamente sobre la industria de agrotóxicos y viceversa. Y al mismo tiempo que se van utilizando los productos químicos para matar la vegetación, en otras áreas las empresas indudablemente están aplicando alguna sustancia para matar las hormigas, a base de sulfluramida. Este también es un producto peligroso, pues cuando se degrada en el ambiente, se transforma en otra sustancia mucho más peligrosa, el sulfonato de perfluorooctano (PFOS). El desequilibrio provoca la aparición de otras plagas. Por ejemplo, la región del Extremo Sur de Bahía, con casi un millón de hectáreas de eucaliptos que pertenecen a cuatro empresas (FIBRIA - ex-Aracruz Celulosa -, Suzano Bahía Sur, Arcelor Mittal y Veracel Celulosa), fue infectada por la oruga parda del eucalipto y ha provocado perjuicios a las empresas. Esta oruga también se transforma en mariposa e invade ciudades, asentamientos, comunidades y aldeas. Entonces se utilizan otros productos, incluso la pulverización aérea de productos tóxicos diversos. Hay declaraciones de varios trabajadores impactados por los venenos. Hay declaraciones de muerte de trabajadores por envenenamiento de agrotóxicos. Pero todavía es un tema que ha sido muy poco estudiado y difundido, en especial los impactos que esas sustancias provocan en las comunidades. La Campaña Permanente contra los Agrotóxicos en Brasil produjo un dossier excelente sobre este tema que recomiendo que tod@s lo consulten (http://abrasco.org.br/dossieagrotoxicos/)

4. Hoy, Brasil es el primer país en América Latina que aprobó el plantío comercial de un eucalipto transgénico. En el caso de los cultivos transgénicos como la soja, Monsanto prometió que la soja transgénica iba a necesitar menos glifosato si la comparábamos con la soja convencional. Sin embargo, los estudios han comprobado que en la práctica ocurrió lo contrario. ¿Qué debemos esperar del eucalipto transgénico en relación a la aplicación de agrotóxicos?

Ciertamente ocurrirá lo mismo. Estas empresas se sustentan a base de mentiras, bajo la seguridad de la impunidad y la fuerza del poderío económico. Ellas se apoyan en el Estado, pero también en la ciencia hegemónica. Existen estudios independientes en el mundo entero que dicen que el glifosato es peligroso y las empresas continúan diciendo que se trata de un mito. Basta can ver las páginas de esas empresas en internet. Vean el sitio de Monsanto: http://www.monsanto.com/global/br/produtos/pages/mitos-verdades-glifosato.aspx
El eucalipto transgénico va a demandar más veneno, ya que esta es una estrategia maléfica para sustentar las industrias y aumentar el lucro. Como lo dije antes, un sector beneficia al otro. Es decir, un sector solamente sobrevive porque el otro lo retroalimenta. Fíjese que Monsanto, que se transformó en un gigante vendiendo el glifosato para el mundo, ahora se va a juntar con la empresa farmacéutica y química alemana Bayer. ¡Matrimonio perfecto! Antes, Monsanto vendía y lucraba con el veneno utilizado en la monocultura y Bayer ganaba dinero vendiendo los “remedios” farmacéuticos para tratar las enfermedades que dichos venenos generaban. Ahora ambas se juntan. El eucalipto transgénico es una estrategia más del mercado para alimentar el hambre de más capital. Mayor producción de veneno, más ventas y mayor producción y venta de celulosa.

5. Las plantaciones de monocultivos de árboles que son certificadas, con sellos como por ejemplo el FSC, declaran el manejo de esas plantaciones como “sustentables”. Pero estas plantaciones certificadas también aplican agrotóxicos. Entonces, ¿cómo se les puede considerar “sustentables”?

Yo estoy segura de que los sellos solo sirven para engañar al pueblo, ¡en especial a los pueblos del Norte! Porque, por ejemplo, el FSC tiene conocimiento de toda la cadena de daños causados por los monocultivos de árboles. Tenemos pruebas de eso. Un ejemplo es que el FSC tiene una lista de productos que no deben ser autorizados en las plantaciones certificados, como la sulfluramida. Sin embargo, finge de distraído y le da el sello a empresas que plantan árboles utilizando uno o más de estos productos. Los crímenes ambientales y sociales causados por las empresas de eucaliptos han sido denunciados al FSC varias veces. Y ¿qué hace o hizo el FSC? Mantiene el sello para las empresas. Es como un maquillaje de “sustentabilidad”. Es decir, la certificación significa “sustentable” solamente para el FSC y para la empresa que hace el proceso de certificación.

6. Finalmente, ¿cómo podemos romper con lo que usted define en su estudio como un “ensordecedor silencio” sobre la utilización de agrotóxicos en el monocultivo de eucaliptos?

El primer paso es traer esa problemática a la agenda. Difundir lo máximo que se pueda. Pues los productos utilizados son diversos, aplicados en grandes cantidades y de forma ininterrumpida y se propagan en grandes distancias, principalmente por aire y por agua. Entonces, estamos todos expuestos a los perjuicios causados por los venenos, independientes de donde estamos, pues el agua y el aire no tienen fronteras. Debemos hacer una campaña feroz en ese sentido. Y no solamente por nosotros, sino por las futuras generaciones. No es justo para estas que reciban un planeta envenenado como herencia.

El segundo paso, en el caso de Brasil, es destinar las áreas con plantaciones de eucaliptos, en su gran mayoría tierras desocupadas del estado, para la reforma agraria, para el plantío de alimentos con base agroecológica como producción de vida y salud para todas las especies del planeta.