Insistir en REDD es seguir con un juego perdido para el clima y los pueblos

La FIFA es una organización con fines de lucro que, a través de sus dirigentes y un pequeño grupo de corporaciones, mercantiliza el deporte más popular del mundo: el fútbol. La FIFA y sus asociados comerciales ganan- sin pagar impuestos- miles de millones de dólares con la organización de la Copa del Mundo cada cuatro años, pero también dejan un lastre de impactos negativos. Para la construcción de los estadios y la infraestructura complementaria, como los sistemas de transporte exigidos por la FIFA, cerca de 200 mil brasileñas y brasileños fueron expulsados de sus casas. Esta es la estimación dada por la organización de los 12 comités populares de la Copa en cada ciudad sede en Brasil, que aún con la finalización del torneo, siguen en la difícil lucha por justicia, buscando reparar algunas de las violaciones que sufrieron en estos últimos años.

Curiosamente, la Copa del Mundo está relacionada con la temática de los bosques y con REDD (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de bosques). Esto porque, entre los muchos impactos que la Copa del Mundo causó en Brasil, la FIFA anunció que pretende “compensar” parte del 1.4 millón de toneladas de emisiones de CO2 generadas por el evento, sobre todo aquellas derivadas del transporte aéreo nacional e internacional. Una de las formas como la FIFA quiere lograr esto es a través de la compra de créditos de reducción de emisiones de carbono provenientes de cuatro proyectos seleccionados en el mercado voluntario de carbono. Uno de ellos es el Proyecto REDD de Purus, en el estado brasileño de Acre; justamente uno de los proyectos sobre los cuales el año pasado, el WRM y la ONG Repórter Brasil, divulgaron información referente a sus impactos (1). Visitas in situ evidenciaron que las familias que supuestamente serían beneficiadas por el proyecto REDD, prácticamente no tenían conocimiento del mismo, pese a que, desde su implementación, tuvieron que enfrentar una serie de restricciones impuestas a sus modos de vida. Aún así, el proyecto fue certificado por dos sistemas de certificación voluntarios, llamados VCS y CCB (por sus siglas en inglés). Dicha certificación garantizaría la “sustentabilidad social y ambiental” del proyecto.

Hoy se sabe que los promotores de megaeventos, tales como la FIFA y otros actores estatales, corporativos o de ONGs, con interés en mercantilizar la naturaleza e invertir en mecanismos de “compensación” por emisiones, están comprando créditos de REDD y dando publicidad a sus esfuerzos para mantener viva la idea de que el sistema puede funcionar. Esto ocurre a pesar de que un análisis de REDD lo evidencie como una falsa solución para la crisis climática, y de que la realidad en el campo de los proyectos piloto muestre que REDD no es capaz de detener la deforestación, lo que causa más problemas para las comunidades locales.

Por encima de esto, la tendencia de los mercados voluntarios, donde actualmente se venden y compran los créditos de REDD, muestra que los negocios de carbono no están dando buenos resultados. Según los informes anuales de la plataforma de informaciones “Valorando Naturaleza” de la iniciativa ForestTrends, el volumen de créditos de carbono en el mercado voluntario cayó casi en un 50% en 2013, en comparación con 2012. Aunque el informe argumenta que REDD es lo que ha obtenido más éxito en el mercado de carbono, el precio es tan bajo (en promedio, US$ 3 por crédito) que los únicos proyectos que se implementarán son los que prohíben la agricultura itinerante y de subsistencia. Los impactos devastadores de ese tipo de proyectos REDD para las comunidades que dependen de tales formas de agricultura son bien conocidos. A pesar de que el informe de ForestTrends indique que REDD es un éxito, el Mercado es pequeño e inviable. Para mantenerlo vivo, los gobiernos – con dinero público - están tendiendo a interferir cada vez más con el objetivo de salvarlo. Un claro ejemplo es la significativa transacción financiera del Banco de Desarrollo Alemán KfW con el gobierno de Acre, en Brasil. (2)

Como el mercado de REDD tiene pocas perspectivas de crecimiento, sus promotores buscan nuevas formas para insistir con la misma idea. Parecen pensar que si no funciona REDD en los bosques, quizás la propuesta de otro “REDD a escala del paisaje”, incluso con la agricultura, aprovechando los cultivos y suelos, logre atraer a nuevos inversores. Y si la cantidad de carbono que los bosques puedan “almacenar” no se considera suficientemente grande, “REDD Azul”- promovido en las áreas marino-costeras, ricas en manglares- promete absorber mucho más carbono que los bosques terrestres. Este boletín de WRM quiere informar sobre esas nuevas tendencias de REDD.

Este mismo mes, también se celebra el “Día Internacional por la Defensa del Ecosistema Manglar”. La RedManglar Internacional, que apoya y acompaña a las comunidades que dependen de los manglares, reafirma en este Día que la defensa de los manglares es fundamental para asegurar la soberanía alimentaria de éstas comunidades, amenazadas por la explotación y la privatización de sus territorios por parte de empresas. La Red defiende que no se deben incluir a los manglares en los programas de REDD y/o en otras iniciativas de la llamada “economía verde” debido a las evidentes violaciones de los derechos de las poblaciones locales provocadas por esos programas, los cuales tampoco representan una alternativa real ante el cambio climático. Para combatir la privatización que implican los programas REDD, la Red Manglar aboga por la necesidad de promover, apoyar y asegurar la gestión colectiva del territorio de las comunidades pesqueras y costeras. (3)

Para defender a aquellas comunidades amenazadas, ahora también por proyectos REDD, tenemos que combatir al poder corporativo y presionar a los gobiernos que apoyan REDD. En este sentido, hubo en Ginebra, Suiza, a finales de junio,un avance importante para todas las organizaciones comprometidas con esta lucha: se logró,a pesar de los intentos de los gobiernos del Norte para evitarla, que el Consejo de Derechos Humanos (CDH) de la ONU aprobara la creaciónde un grupo de trabajo intergubernamental que, como dice la misma resolución, discuta “la elaboración de un instrumento internacional jurídicamente vinculante sobre las empresas transnacionales y otras empresas con respecto a los derechos humanos” (4).

Dicha decisión no es el “final del juego”, pero representa un “buen gol” contra los intereses de las grandes corporaciones y sus aliados.

 

(1) http://wrm.org.uy/pt/files/2014/01/Consideracoes_sobre_um_projeto_privado_de_REDD_no_Acre.pdf y también http://reporterbrasil.org.br/2013/12/projetos-de-carbono-no-acre-ameacam-direito-a-terra/

(2) http://www.forest-trends.org/vcm2014.php

(3) http://redmanglar.org/sitio/

(4) http://daccess-dds-ny.un.org/doc/UNDOC/LTD/G14/064/51/PDF/G1406451.pdf?OpenElement