Bosques y soberanía alimentaria: hablan los hijos e hijas del bosque

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La soberanía alimentaria, que pone su centro en la autonomía local, los mercados locales y la acción comunitaria e incorpora aspectos como la reforma agraria, el control territorial, la biodiversidad, la cooperación, la salud y muchos otros temas vinculados a la producción de alimentos, se convierte en un proceso de resistencia popular. Y, como ya dijéramos en el Boletín 115, la conceptualización de la soberanía alimentaria no solamente está inmersa en los movimientos sociales que impulsan esas luchas sino que les permite aglutinarse en torno a un acuerdo común de objetivos y acciones.

También decíamos que el avance de los agronegocios y sus monocultivos en gran escala para la exportación; la destrucción de la biodiversidad con la imposición de los transgénicos; la matriz petrolera cuyo proceso de explotación envenena y destruye todo a su alrededor; el cercamiento de sitios de alta diversidad para el negocio del turismo o la biopiratería (la apropiación del conocimiento y los recursos genéticos de comunidades locales por empresas que buscan tener el monopolio exclusivo de los mismos mediante patentes o propiedad intelectual), amenazan y afectan por igual a campesinos y campesinas, y comunidades del bosque. Y cuando se destruye el bosque, se destruye un espacio de soberanía alimentaria.

En ese sentido, la lucha por la defensa de los bosques se convierte también en una lucha por la soberanía alimentaria, porque para las comunidades del bosque, éste lo es todo. Es, muy en especial, el lugar de donde obtienen, entre otras muchas cosas, el alimento, de manera ecológica, social, económica y culturalmente apropiada a sus circunstancias exclusivas, como lo reconoce el concepto de soberanía alimentaria.

Desde el WRM hemos denunciado desde hace muchos años el mortal engaño armado inicialmente por la FAO – y secundado por los demás organismos internacionales – de considerar a los monocultivos industriales de árboles como una categoría de “bosques”. Esto, que podría parecer un simple error de definición, tiene consecuencias muy graves ya que las plantaciones de árboles se han valido de su presunta condición de “bosques” para sustituir, con monocultivos, valiosos ecosistemas biodiversos, entre ellos bosques de verdad.

Este año impulsamos la idea de “definir al bosque por su verdadero significado” y en ese marco realizamos un video testimonial para registrar las voces de habitantes del bosque de diferentes países y continentes, hombres y mujeres, indígenas y campesinos, que hablan sobre la importancia del bosque en sus vidas y que consideramos son un fiel reflejo de todas las voces del bosque.

Y esas voces cuentan. Desde la selva (en el Estado de Paraná, Brasil, Jonas Aparecido de Souza cuenta que “la selva da todo lo que la comunidad necesita, desde agua de calidad, desde la propia alimentación que se extrae de él, el tema de la propia madera que el bosque da para construir la mayoría de las residencias de las familias. La selva da parte de su vegetación para la cuestión de las plantas medicinales, para aquellas comunidades que tienen ese conocimiento y se apropian de ese conocimiento para su uso; semillas para hacer artesanías, genera renta para las familias también. También da el suelo; el suelo es siempre enriquecido la forma en que las familias utilizan la selva para producir su propia alimentación. Entonces la selva es todo lo que es bueno para la comunidad. … Si nos sacan la selva las familias van a perder su autonomía, no van a lograr sobrevivir aquí. Tendrán que irse, mudarse a otro lugar que no se corresponde con su modo de vida, van a tener que migrar para la ciudad, ir para las periferias de la ciudad y construir otra forma de vida que no es el hábito de ellas. ... Cuando esas familias salen de las áreas de la selva y van a otro lugar que no condice con su modo de vida, con su cultura, pasan por un proceso de deshumanización, pierden su característica de pueblos de la selva”.

El jefe de una comunidad Bakumbule, en el territorio Walikale de la República Democrática de Congo, dice que “el bosque nos trae muchos beneficios. El bosque nos protege, nos brinda aire; allí cultivamos la tierra y nos permite alimentarnos. En el bosque comemos carne, la carne de los animales salvajes, y hay carne de todo tipo, y todo tipo de alimentos vegetales. Comemos todo esto y también juntamos otras cosas para tener una buena nutrición y obtener todas las proteínas que necesitamos. Después de comer, vamos al bosque a lavarnos. Cuando lo miramos sabemos que allí está nuestra felicidad. En este momento nuestra situación es difícil porque hubo una guerra y atravesamos un periodo muy complicado, pero en cuanto pueda regresar a mi bosque todos estaremos saludables porque allí encontraremos todo lo que necesitamos para alimentarnos y vivir bien.”

Para Francisca, de los Arara, que habitan en la selva de Acre, “la selva es importante porque es de donde obtenemos la fruta, la comida. Es de donde obtenemos el agua potable y donde criamos a nuestros hijos. Nuestros padres nos criaron aquí, y aquí obtuvieron el sustento. Sin la selva no podremos vivir en paz. Tenemos miedo que la selva desaparezca y que los Arara tengamos que mudarnos a las ciudades. Allí la vida es muy difícil, tendremos que comprar comida industrializada, o mendigar o prostituirnos por falta de dinero para comprar alimentos. Hoy respiramos el aire puro de la selva y tenemos agua limpia y comida, y lo que necesitamos para construir nuestras casas. Pero aún cuando tenemos una selva grande, vemos los problemas que existen, sentimos en nuestra tierra los efectos de cuando cortan otros bosques, o de las plantaciones, de los cambios que ocurren. Los ríos ya no son como antes. Nos preocupa y no sabemos qué haremos aún si preservamos este pequeño pedazo de selva frente a todos los árboles que están cortando. Algunos dicen que quieren reforestar pero nosotros sabemos que un área reforestada nunca es como la selva virgen. Es muy distinta ”.

En continentes diferentes, de grupos diferentes, con lenguas diferentes, los sentimientos, las visiones, sin embargo, son muy similares.

Desde la comunidad indígena pigmea de la provincia de Kivu Norte, en el territorio de Walikale, República Democrática del Congo, uno de los líderes de la comunidad que trabaja en la defensa de los pueblos indígenas de la provincia dice que el bosque y los pueblos indígenas pueden describirse como “amigos inseparables” porque “la vida de un pigmeo depende cien por ciento del bosque, que es su hogar por excelencia. Puedo decir que sin el bosque no hay vida para los pueblos indígenas. Además de todas las actividades para la producción de alimentos, los pueblos indígenas utilizamos nuestro conocimiento tradicional para proteger y manejar el bosque y realizar actividades que son parte de nuestra cultura única. Esto significa que la desaparición del bosque significaría la desaparición total de los pueblos indígenas”.

Lucas, del pueblo indígena Manchineri, vive en la selva en el Estado de Acre, Brasil. Para él, la selva es importante “porque allí es donde vivimos y obtenemos nuestro sustento. Para nosotros la selva es la vida; mientras esté en pie habrá varios tipos de animales que podemos comer y también tenemos nuestros cultivos que manejamos con todo cuidado. Si desaparece no tendremos dónde buscar los recursos que necesitamos, quedaremos sin un protector, porque para los Manchineri la selva es nuestro protector. ”

Mijak es un “OrangRimbo”, que en Jambi significa pueblo del bosque. Vive en Makekal Ulu, una de las zonas habitadas por los OrangRimbo, en torno al Parque Nacional Bukit12 de Indonesia. Mijak dice que “nuestra vida de comunidad depende del bosque. Si lo dañan o destruyen, entonces nuestras tradiciones y nuestra cultura desaparecerán.”

Desde la comunidad de Katobo, en la aldea de Kisimba, territorio de Walikale, RDC, una mujer da su testimonio de por qué en especial las mujeres necesitan el bosque: “porque allí es donde encontramos todo lo que necesitamos para alimentar a nuestras familias. Y si alguien nos dice que dejemos el bosque nos enojaríamos mucho, porque no podemos imaginar una vida que no esté en el bosque o cerca de él porque allí tenemos leña, plantamos nuestros cultivos. Tenemos todo tipo de vegetales y plantas comestibles y frutas. Las mujeres recogen cangrejos y pescan en los arroyos y hay todo tipo de animales que podemos comer y nos dan fuerza y energía, proteínas y todo lo que necesitamos para vivir bien”.

El concepto aglutinador de la soberanía alimentaria crece, se profundiza y trasciende la agricultura hasta llegar al bosque, uno de los ecosistemas terrestres más diversos y prolíficos, fuente de nutrición y alimentos para los pueblos que los habitan y para el planeta todo. Por eso, luchar por la soberanía alimentaria es también defender el bosque y defender el bosque es, entre otras cosas, definirlo por su verdadero significado.

Los invitamos a ver y divulgar el video de la campaña del WRM por una verdadera definición de bosques – Bosques, mucho más que un montón de árboles – enhttp://www.wrm.org.uy/forests/Forests_Much_more_than_a%20_lot_of_trees.html (con subtítulos en inglés), que en breve será traducido a varios idiomas.