Gabón: comunidades hacen frente a las promesas de “deforestación cero” de OLAM

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Puesto de control de Olam. Foto: Muyissi Environnement y

¿Cuáles son las experiencias de las comunidades que viven dentro y en torno a las plantaciones de las empresas comprometidas con la “deforestación cero”? ¿Cómo pueden estas empresas seguir expandiéndose sin deforestar en países con gran cobertura de bosques?

La “deforestación cero” es una idea más en la lista de iniciativas voluntarias creadas en los últimos 10 o 15 años para supuestamente resolver los impactos negativos que provocan los cultivos agrícolas industriales en los bosques. El nombre ciertamente da la impresión de que las empresas que se comprometen con las prácticas de “deforestación cero” dejarían de talar y/o dañar los bosques. En el caso de países con una gran cobertura de bosques, la pregunta entonces es, ¿qué vacíos se han creado en torno al compromiso de “deforestación cero” que permiten que las empresas continúen expandiéndose? ¿Cómo pueden las empresas de plantaciones de palma aceitera, madera o soja seguir expandiéndose sin deforestar?

En septiembre de 2019, la organización gabonesa Muyissi Environnement y el WRM escribieron un artículo para el boletín del WRM en el que se exponían algunas de las tácticas utilizadas por la empresa del agronegocio OLAM. Dichas tácticas le permiten a la empresa mantener sus negocios y al mismo tiempo aducir que realiza prácticas de “deforestación cero”. El 89% del territorio de Gabón es bosque y OLAM es actualmente la mayor empresa industrial de plantaciones de palma aceitera y caucho de Gabón. Se comprometió con la “deforestación cero” en 2017, y el gobierno de Gabón la considera un socio comercial clave. La compañía volvió a confirmar su compromiso cuando en octubre de 2019 declaró que estaba en vías de que todas sus plantaciones fueran certificadas por la Mesa Redonda sobre el Aceite de Palma Sostenible (RSPO, por su sigla en inglés) para 2021. La RSPO reforzó sus criterios en materia de deforestación en noviembre de 2018, adoptando también una política de “deforestación cero”.

A pesar que existe un sorprendente volumen de documentos, políticas, criterios, planes y recomendaciones sobre la “deforestación cero”, lo que se ha omitido en gran medida es información sobre las experiencias de las comunidades que viven dentro o en torno a las plantaciones de las empresas comprometidas con la “deforestación cero”. En respuesta a esto, en abril-mayo de 2019, Muyissi Environnement y el WRM llevaron a cabo una visita de campo en 18 aldeas ubicadas dentro y en torno a cuatro zonas de concesión utilizadas por OLAM en la provincia de Ngounié, Gabón. Recientemente se ha publicado un informe con los resultados y análisis.

¿Prácticas empresariales de “deforestación cero” en zonas de bosque?

Se han identificado tres tácticas principales que son parte de la estrategia de OLAM de “deforestación cero” y que, en conjunto, crean las condiciones para que OLAM expanda sus plantaciones en Gabón:

- En la práctica, OLAM ha adoptado prácticas de “deforestación neta cero”. La palabra “neta" es crucial para entender esta táctica. Significa que la superficie total de bosque dentro de una geografía dada permanece inalterada. Esto podría lograrse no destruyendo más bosque, pero también plantando árboles para compensar cualquier deforestación que ocurra. De esta manera, una empresa puede continuar deforestando en la medida que “restaure” otras zonas “comparables” con árboles plantados. La idea alrededor de la palabra "neta” está en el centro de un mecanismo llamado “compensación por pérdida de la biodiversidad”. Pero esto no considera que cada lugar es único, tiene su propia diversidad, está enraizado en un tiempo y espacio específico, y que coexiste con y sustenta las formas de vida de las comunidades locales. De ahí que los bosques no pueden ser comparados o reemplazados por otras áreas de bosque.

- OLAM pone énfasis en que la “deforestación cero” es sobre la conservación y creación de bosques de Alto Valor de Conservación (AVC). La creación de más zonas de AVC ignora la importancia que estos bosques tienen para las comunidades locales, las cuales enfrentan severas restricciones al uso de sus tierras y sufren una vigilancia constante. Un impacto importante que fue mencionado con frecuencia en las visitas de campo es el creciente número de restricciones y obstáculos impuestos a las personas, dificultándoles el acceso a su propio territorio. Los aldeanos dicen que esto comenzó alrededor de 2015, cuando OLAM creó zonas de AVC dentro de territorios ocupados por aldeas – éstos representan el 50% de las zonas de concesión de OLAM. Esto empeoró, dijeron, a partir de 2017, cuando OLAM adoptó su política de “deforestación cero”. Según mujeres de la aldea de Mboukou, los guardias que controlan la concesión de OLAM les dijeron: “¡este bosque ya no es de ustedes, pertenece al Estado y nosotros [OLAM] somos el Estado!”

Las comunidades visitadas no reportaron destrucciones significativas de áreas de bosque por parte de OLAM desde que la compañía se comprometió con la “deforestación cero” en 2017. Sin embargo, explicaron que OLAM ha seguido expandiendo su destrucción en zonas de sabana, en el Lote 3 y en el lote Sotrader, y que esto también pone en riesgo sus medios de vida y sustento. Las normas actuales de la RSPO permiten la destrucción de los tipos de vegetación definidos como “matorral” y “tierra despejada/abierta” - lo que incluye a las sabanas de Gabón - para el establecimiento de plantaciones industriales de palma aceitera, ya que no se consideran lo suficientemente valiosas como para ser protegidas. Contrariamente, el investigador Boussou Bouassa G. reveló la importancia de las sabanas y enfatizó que el suelo es un reservorio de agua clave para las estaciones secas y que la conservación de la humedad permite el rápido crecimiento de los pastizales, lo cual es fundamental para algunas especies de fauna, como el búfalo. Además, las mujeres encuentran y producen alimentos en esas tierras.

- El gobierno de Gabón (socio comercial de OLAM) propuso en 2018 modificar la definición nacional de bosques, lo que crearía un peligroso precedente. Si bien la definición actual, regida por la definición de bosques de la FAO, solo considera la cobertura de los árboles, la definición propuesta establecería un parámetro para la cantidad mínima de carbono que debe contener un área de bosques. Esto básicamente excluiría los bosques secundarios y aquellos bosques en estado de regeneración. OLAM podría convertir esas zonas en plantaciones, aducir la “deforestación cero” y por tanto mantener la certificación de la RSPO. Eso incluso le permitiría a la empresa seguir con sus planes para obtener la certificación de la RSPO para todas sus plantaciones.

En un comunicado de prensa de 2019, OLAM declaró que “Nuestras plantaciones se ubican solo en tierras que han sido identificadas y mapeadas como pastizales, rebrotes secundarios o zonas degradadas por la tala”. Pero las comunidades de la provincia de Ngounié que viven en la zona donde OLAM lleva a cabo sus actividades comerciales, afirman que la empresa contrató a una compañía maderera para cortar la madera con valor comercial dentro de las concesiones, convirtiéndolas así en “zonas degradadas por la tala”. Los ingresos fueron compartidos entre la empresa maderera, el gobierno y las comunidades. En el caso de las comunidades, los beneficios fueron compartidos en forma de proyectos comunitarios. Después de extraer la madera, OLAM preparó la tierra para plantar palmas aceiteras.

Las comunidades denuncian: vigilancia, contaminación y destrucción de cuencas y medios de subsistencia

Cuando OLAM Palm Gabon llegó a la provincia de Ngounié en 2012, se realizaron consultas locales, pero OLAM logró influenciar el proceso considerablemente, ya que sabía que el gobierno de Gabón, socio comercial de OLAM, ya había adoptado la decisión de implementar el proyecto.

Durante las consultas, las comunidades pudieron hacer una lista de reclamaciones, lo que culminó en la realización de “contratos sociales” firmados por los jefes de las comunidades de un lote en particular o de un área de concesión, y por OLAM Palm Gabon. En los hechos se trata de proyectos que la compañía prometió llevar a cabo a cambio de los territorios, bosques y sabanas de las comunidades.

Algunos de estos proyectos se cumplieron. Otros, aún están pendientes o no están en funcionamiento, como por ejemplo: la policlínica de la comunidad Rembo no funciona por falta de personal o por no disponer de medicamentos; la mayoría de los paneles solares instalados son defectuosos; el agua de las dos bombas de agua de la aldea Moutambe Sane Foumou no es potable; y la lista continúa.

OLAM ni siquiera ha respetado los lugares que las comunidades han identificado como importantes, tanto para su sustento como por su condición de sagrados, a pesar de que en los “contratos sociales” la compañía prometió respetarlos. Los aldeanos de Rembo, Doubou y Guidoma informan que tampoco se han respetado las distancias prometidas (zonas de amortiguamiento) entre las plantaciones de OLAM y los lugares importantes para la supervivencia física y cultural de las comunidades.

Representantes de las autoridades departamentales y municipales revelaron que las plantaciones de palma aceitera están siendo impuestas por el gobierno y OLAM, y que hay poco o nada que puedan hacer en cuanto a los problemas que enfrentan las comunidades. Por increíble que parezca, tampoco tienen información sobre el proyecto de OLAM, ni siquiera una evaluación de su impacto.

Extranjeros en sus propios territorios

Durante varios años OLAM ha exigido que las personas lleven consigo un permiso - emitido por la compañía - para ingresar a las concesiones. Varios aldeanos se quejan de que todavía no tienen dicho permiso y, por lo tanto, no pueden acceder a su propio territorio. Y aquellos que sí lo obtuvieron, denuncian que ya no pueden llevar a cabo sus actividades dentro de su propio territorio durante las horas de trabajo de OLAM (de 8hs a 16hs), incluyendo la pesca en los pocos lagos que quedan.

Los aldeanos de Kanana y Ferra también se ven obligados a utilizar el único camino disponible: el que cruza las plantaciones de OLAM. Este camino tiene un puesto de control controlado por OLAM, y solo las personas que tengan el permiso pueden pasar. Los guardias también registran las bolsas de las personas. Aunque el código forestal de Gabón permite a las personas ejercer sus derechos consuetudinarios, incluido el derecho a la caza, según declaraciones de un aldeano: “si un agente de seguridad de OLAM nos encuentra con algo que cazamos o con herramientas que utilizamos para pescar, nos confiscan la carne o nos expulsan de los lugares donde tradicionalmente pescamos”.

OLAM también tiene un impacto perjudicial en las cuencas hidrográficas, incluyendo ríos y lagos. Según un aldeano de la aldea de Nanga, la mayoría de sus lagos ahora están “clausurados” para ellos. Las mujeres también denuncian la contaminación del agua causada por la escorrentía de los agrotóxicos y por el hábito de los trabajadores de las plantaciones de defecar en los pequeños lagos donde tradicionalmente pescan las mujeres. Afirman que después de que los trabajadores de OLAM terminan de aplicar los productos químicos, vacían los restos en los lagos.

Según una mujer de la aldea de Boungouga, “el agua ya no es de buena calidad, tenemos picazón en el cuerpo, y ya no comemos [el pescado] así nomás; lo cocinamos hervido y cuando pescamos, el pescado [capturado] ya no tiene sabor o tiene un sabor desagradable, y esto está pasando desde que OLAM comenzó sus actividades en nuestras tierras”.

En consecuencia, las mujeres necesitan caminar distancias más largas para encontrar agua potable. Lo que es peor, la compañía está planeando regar sus plantaciones, ya que los períodos de sequía que afectan a la región son cada vez más largos. En la aldea de Bemboudie, las mujeres reclaman que OLAM quiere instalar embalses de riego para sus plantaciones a lo largo del río Ovigui, cuyo caudal atraviesa una docena de aldeas.

Por encima de todo, en las aldeas más afectadas por las plantaciones de OLAM, la única forma de cultivar alimentos es en pequeñas parcelas ubicadas alrededor de las casas. Ahora el suelo es mucho menos fértil que antes de que llegara OLAM. Una mujer de la aldea Mboukou, una de las comunidades más afectadas, expresó: “Todo el bosque fue destruido; construyeron sus instalaciones de alojamiento dentro de nuestro bosque y destruyeron nuestras tierras”. Las mujeres de Kanana y Sanga afirman que cuando los cultivos maduran - si es que lo hacen -, los productos cosechados se pudren más rápidamente. Ellas lo atribuyen a la contaminación del suelo.

Mujeres. Cuando todo cambió ...

Antes de que llegara OLAM, las mujeres podían encontrar en el bosque alimentos y plantas con las que cuidaban la salud de sus familias. La venta de los productos obtenidos de sus parcelas agrícolas, junto con lo que cazaron y recolectaron del bosque y las sabanas, permitían a las comunidades enviar a sus hijos a la escuela. A los niños también se les enseñaban actividades tradicionales. El bosque y la sabana posibilitaron que los aldeanos reproduzcan la forma de vida en la que basan su cultura. El suelo era fértil. Las mujeres cuentan que no necesitaban un refrigerador porque la comida era fresca y diversa.

Después de la llegada de OLAM, todo cambió. Ahora, casi toda la comida se compra. La calidad y diversidad de los alimentos se ha reducido básicamente a pollo, arroz y alimentos enlatados. Los precios de los alimentos van en aumento, lo que dificulta aún más las cosas. El dinero proviene de aquellos que trabajan en OLAM, cuyos salarios, según las mujeres, son miserables.

Los compromisos de “deforestación cero” han facilitado el avance de las plantaciones industriales sobre la sabana, imponiendo aún más restricciones al acceso de los aldeanos, lo que a su vez hace que las actividades tradicionales sean inviables. Las plantaciones industriales de OLAM en las sabanas atentan aún más contra la capacidad de las familias de sustentar y conservar su modo de vida.

Las principales ONG conservacionistas, los bancos y los consumidores necesitan ser conscientes de las tácticas que las empresas y sus aliados están creando para seguir expandiendo sus negocios y ganancias. Políticas como la “deforestación cero” a menudo se defienden con argumentos tales como la protección de tigres, elefantes, gorilas y otros animales. Pero una vez que estas políticas llegan al terreno, hacen que la vulnerabilidad de las comunidades aumente. Se culpa a la agricultura campesina de ser responsable de la deforestación y, por tanto, se justifica la necesidad de proteger esas áreas de bosque. Esto distrae la atención del hecho de que son las empresas las que impulsan la destrucción a gran escala en los bosques.

Es imperioso que las comunidades recuperen el control sobre sus territorios. Eso es crucial para asegurar que tanto las comunidades como los bosques puedan sobrevivir ahora y en el futuro.

Este artículo es un resumen de una publicación de Muyissi Environnement, Gabón, y el WRM.
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ón disponible solo en inglés y francés, aquí.