Las plantaciones de árboles: El robo sigiloso del agua

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Mientras una gran parte del mundo está atrapada en un caos económico y político, transcurre un proceso lento, casi imperceptible, difícil de detectar o de medir, que se ha convertido en un problema mucho más grave, aunque menos evidente. Se trata del robo del agua, el cual rara vez es considerado como un crimen de alta prioridad. Sin embargo, frente a nuestras propias narices se está produciendo una apropiación indebida de enormes volúmenes de agua por parte de ladrones “sigilosos” que actúan las 24 horas del día, los 365 días del año. Los monocultivos de árboles son los culpables, pero, ¿cómo es posible que los árboles plantados se comporten de manera tan diferente a los bosques naturales? La mayoría de la gente asume que son lo mismo. Esta falacia, sin embargo, ha llevado a una crisis del agua en todos los lugares donde se han establecido estos “bosques falsos” de árboles exóticos en suelos alguna vez cubiertos por verdaderos bosques o por pastizales y matorrales biodiversos.

Esta conversión artificial del paisaje tiene muchos impactos negativos que los llamados “forestales” y empresas de plantaciones prefieren ignorar. A pesar de que existen numerosas pruebas, tanto empíricas como científicas, aquellos que se benefician con los monocultivos forestales han escondido deliberadamente la terrible verdad acerca de cómo las plantaciones industriales de árboles afectan las fuentes de agua y la biodiversidad.

En muchos casos, el efecto de la toma de agua por estas plantaciones puede equipararse sólo a la peor sequía. Experimentos llevados a cabo en zonas donde la tierra fue convertida a plantaciones de árboles revelaron que su consumo de agua puede ser mayor que el agua que cae con la lluvia en ese lugar. Esto ha quedado demostrado, por ejemplo, en África del Sur, donde se midió la reducción del caudal de los arroyos luego de haber convertido las zonas de pradera en plantaciones forestales. Informes del investigador Joan Whitmore (1) describen este efecto como “la piratería del agua”, debido a su impacto en los usuarios de tierras adyacentes y en los ecosistemas aguas abajo, incluidos los humedales, estuarios y hábitat marino costero.

Cómo funciona el robo

Los árboles de las plantaciones de hoja perenne consumen agua durante todo el año, a diferencia de la vegetación natural que consume muy poco en la estación seca. Además, el denso y frondoso follaje de estas plantaciones evita que el agua de la lluvia alcance la superficie del suelo. La pérdida de humedad por la evaporación directa del agua atrapada en el follaje junto con la transpiración del agua subterránea absorbida desde las raíces hacia las hojas constituye el proceso de evapotranspiración. Durante la estación seca, cuando hay escasas lluvias, o ninguna, los árboles absorben el agua subterránea de las napas freáticas. Esto tiene como consecuencia la contracción localizada del acuífero, provocando que las aguas subterráneas de las zonas adyacentes fluyan hacia el acuífero agotado que está debajo de la plantación. Esto también reduce el flujo de agua en los sistemas naturales, de la cual dependen los hábitat y las comunidades agrícolas aguas abajo. Los arroyos y ríos que normalmente fluyen a lo largo de todo año se vuelven estacionales, y esto da origen a sequías localizadas, lo que afecta a las funciones del ecosistema.

Además de robar el agua de la naturaleza y de las comunidades humanas, las plantaciones de árboles también provocan un estado de deshidratación en las zonas adyacentes, y esto tiene el efecto de aumentar la incidencia de los incendios forestales. Además de destruir la plantación, esos incendios también devastan el ambiente humano causando muertes y pérdida de los recursos utilizados por las comunidades, como ocurrió recientemente en partes de Australia, Portugal, África del Sur, California y Chile. Luego deben destinarse dineros públicos a la construcción de represas y tuberías para reemplazar el agua perdida por las plantaciones, y llevar agua en camiones cisterna a las comunidades afectadas.

Conclusión

Por supuesto, las plantaciones no son en sí mismas las verdaderas ladronas – éstas son una de las tantas herramientas utilizadas por las empresas multinacionales y las instituciones financieras internacionales para robar los “recursos naturales” de los países del Sur, especialmente de aquellos que viven y dependen de los bosques. Generalmente los árboles son procesados ​​industrialmente cerca de donde fueron cultivados, utilizando aún más agua y energía para obtener millones de toneladas de celulosa y papel, embalaje y otros productos que generan ganancias para los dueños de las plantaciones y las fábricas de celulosa, junto con su financiadores. Sin embargo, del otro lado están las numerosas comunidades afectadas que terminan con sus territorios y medios de vida contaminados o resecos. Las plantaciones industriales de árboles deterioran severamente los recursos de agua dulce que suministran agua potable a millones de personas.

Wally Menne, plantnet@iafrica.com
Coalición Timberwatch

(1) Whitmore J. S. “An estimation of the possible effects of land management practices on run-off from the Catchment Control Areas in the Natal Midlands”, mayo de 1972. Nota técnica no. 26, Departamento de Asuntos Hídricos de la División de Investigación Hidrológica.
Whitmore J. S. “Factors controlling the precipitation / water yield relationship”, marzo de 1976. Nota técnica no. 62, Departamento de Asuntos Hídricos de la División de Hidrología