Los manglares de África están desapareciendo y con ellos los medios de vida de su gente

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Los manglares constituyen “un medio original y un entorno de vida específico” compuesto por árboles con raíces aéreas que se hunden en el fango pero también por otros arbustos y especies arbóreas que se distinguen por sus características propias de adaptación al medio, principalmente a la salinidad del agua. Estas explican la ubicación particular de cada especie dentro del ecosistema, denominada zonación.

Desde Mauritania hasta Angola, las raíces aéreas de las Rhizophora del manglar forman un refugio privilegiado para el desove de los peces y tienen una función importante en la vida económica de los pobladores de los alrededores, para quienes los manglares representan una importante fuente de ingresos y de medios de subsistencia: la pesca, la leña y la madera, diversos alimentos, mariscos, medicamentos, el turismo, etc. Además, el manglar regula las mareas y la sedimentación y constituye une barrera protectora contra las tormentas y la erosión de la costa.

Los científicos estiman que las tres cuartas partes de los peces que se pescan en el trópico dependen de los manglares para su alimentación o su hábitat. Los manglares sirven de desovaderos y criaderos tanto a peces costeros como a especies de alta mar.

La parte septentrional de Camerún se caracteriza por la abundancia de estuarios y manglares a través de los cuales los ríos desembocan en el mar. Estos manglares funcionan, entre otras cosas, como zonas de reproducción y desove de varias especies de peces y crustáceos.

En Senegal, el manglar contribuye en mucho al bienestar social, económico y cultural de los habitantes del delta del Saloum, y es también un lugar de tránsito importante para numerosas especies de aves migratorias. Estas riquezas le han valido el estatus internacional de Patrimonio mundial de la UNESCO y de sitio Ramsar. “Una diversidad biológica única, hoy amenazada por la desaparición de ese hábitat natural”, dice Abdoulaye Diamé, de la ONG WAAME (West African Association for Marine Environment).

En Kenya, los manglares cubren unas 54.000 hectáreas y se encuentran principalmente en los distritos de Lamu y Tana River. Son una fuente directa de numerosos productos leñosos y no leñosos. Los productos leñosos son la leña, la madera de construcción y el carbón, que se utilizan tanto en zonas urbanas como rurales. La madera de construcción se clasifica en diferentes categorías según su destino. También sirve para hacer mástiles de barcos y trampas para peces. Los troncos más grandes de los mangles se usan para construir los barcos tradicionales. Sus raíces aéreas sirven de flotadores en las redes de pesca. Los pobladores locales también hacen muebles con madera de mangle. Entre los múltiples productos no leñosos del manglar figuran la miel, los medicamentos, los cangrejos y los peces que allí se encuentran.

Nigeria posee la mayor superficie de manglares de África: 7.386 km2 (PNUMA-WCMC, 2007). Las ocho especies de mangles que existen en la zona están allí presentes. Los pobladores realizan varias actividades económicas: pesca, cría de camarones, producción de madera, turismo, etc. El manglar del delta del Níger está considerado como una zona de conservación sumamente importante de la costa occidental de África debido a su extraordinaria diversidad biológica. Los estudios han demostrado que casi el 60% de los peces del golfo de Guinea se reproducen allí.

A pesar de todo esto, la extensión de los manglares disminuye sin cesar. Se trata de un ecosistema bastante vulnerable que ya está muy degradado en las zonas más alejadas de la costa. Entre 1980 y 2006 desapareció la cuarta parte de los manglares del oeste de África, y se prevé que la pérdida será del 70% si no se toma ninguna medida.

La degradación de estos ecosistemas tiene un considerable impacto sobre la diversidad biológica y las actividades socioeconómicas que de ellos dependen: desaparición de especies animales y vegetales, pobreza, desempleo, conflictos, enfermedades nutricionales, etc.

Es importante señalar dos procesos diferentes que afectan a los manglares. En algunos casos se observa su destrucción total originada por la tala comercial, por su sustitución por piscinas para la cría del camarón o por su eliminación por parte de emprendimientos turísticos a gran escala. Sin embargo, en otros casos se produce la degradación del ecosistema manglar –aunque muchos mangles puedan permanecer en pie- debido a la explotación petrolera. Es decir, que la instalación de oleoductos y de sistemas de exploración sísmica provoca deforestación, mientras que los derrames de petróleo, los vertederos de residuos y la quema de gases contaminan el agua, el suelo y el aire, afectando gravemente al ecosistema en su conjunto.

En Kenya, por ejemplo, entre 1983 y 1993 el puerto de Mombasa y las aguas que lo rodean recibieron 391.680 toneladas de petróleo derramado, lo cual afectó a los manglares de Puerto Ritz y las ensenadas de Makupa. Algo similar ocurre en Camerún, donde la contaminación provocada por la industria petrolera amenaza la integridad de los manglares.

Sin embargo, el caso más grave de degradación del manglar a gran escala resultante de la explotación petrolera ocurre en el delta del Níger en Nigeria, donde gigantes petroleros como Shell y Chevron extraen del delta del Níger miles de millones de dólares en petróleo, dejando a cambio destrucción social y ambiental.

En cuanto al proceso de deforestación, la superficie de los manglares nigerianos pasó de 9.990 km2 a 7.386 km2 entre 1980 y 2006.

En materia de degradación, se han producido grandes derrames de petróleo, que han devastado los ríos, han matado los manglares y la vida costera, han afectado la salud y los medios de vida de millones de habitantes del delta del Níger. Como denuncia Amnesty Internacional, las comunidades locales sólo tienen “la tierra y los cursos de agua naturales para vivir y alimentarse. Hoy están obligadas a usar agua contaminada para beber, cocinar y lavarse, y a comer peces contaminados por toxinas. Han perdido sus tierras agrícolas y sus ingresos debido a los derrames de petróleo, y el aire que respiran apesta a petróleo, a gas y a otros contaminantes” (http://www.amnesty.org.au/action/action/21246/).

Los países del Norte dicen estar preocupados por el hambre en África. Sin embargo, sus empresas petroleras continúan destruyendo las fuentes de alimentación de millones de africanos, cuyas vidas dependen de la salud de los manglares. Más que recibir sobrantes de alimentos, lo que las comunidades del manglar realmente necesitan es que esas empresas se vayan y que antes de hacerlo les restauren los manglares que destruyeron. Volverá así su verdadera riqueza y atrás quedará el hambre que hoy sufren.

Compilación de documentos enviados por Abdoulaye Diame, WAAME, correo electrónico abdoulayediame@yahoo.com: « La mangrove, la sécheresse et le sacré” » Abdoulaye Diame ; « Article sur la situation des forêts au Cameroun », Moudingo E. Jean Hude, Cameroon Wildlife Conservation Society ; « Sénégal. Lutte contre la dégradation des écosystèmes de mangroves » ; “Conservation and management of mangrove forests in Kenya”, Joseph K. S. Lang’at y James G. Kairo, Mangrove Reforestation Program ; “One wrong step too many: FAO supports unsustainable shrimp farming and food insecurity investments in Nigeria”, Centre for Environment, Human Rights and Development (CEHRD) ; « Biodiversité du Parc marin des mangroves en République démocratique du Congo : faune ichtyologique », Réseau africain pour la conservation de la mangrove (RAM), y “Niger Delta's Mangrove Communities Threatened By Continued Gas Flaring”, Acción de Alerta del MAP.