A través de la historia las mujeres indígenas han sido parte importante de las luchas de sus pueblos y comunidades, aunque muchas veces su aporte ha sido invisibilizado por la historia oficial dominante.
Mujeres indígenas mapuche como Fresia, Guacolda o Janequeo, se destacaron por su valentía frente a los colonizadores españoles e inspiraron a cronistas como Alonso de Ercilla y Zuñiga en su obra épica de finales del siglo catorce llamada “La Araucana”, la cual reivindica la lucha indígena en su relato de la guerra entre españoles y mapuche.
Hoy en día, en Chile, las mujeres campesinas e indígenas continúan luchando y enfrentando diversas problemáticas, tales como la grave sequía que afecta a pozos y esteros o la desaparición de plantas medicinales. Esto último está atentando contra el rol que ejercen las machi o médicas mapuche. Estas situaciones, en su mayoría, han sido provocadas por empresas forestales y sus plantaciones industriales de eucaliptus y pinos. El estado chileno a su vez ha potenciado el accionar de estas empresas con la entrega de subsidios a través del decreto 701, que se encuentra aún vigente.
A estas problemáticas se suman la escasez de tierras para vivir, el empobrecimiento de las comunidades, la migración de los jóvenes y mujeres a las grandes ciudades, la migración temporal a la zona centro sur del país como asalariados agrícolas de empresas transnacionales. Allí deben exponer sus cuerpos a plaguicidas y sufrir pésimas condiciones laborales. No obstante, el país se enorgullece por un lado de exportar el mejor vino y frutas a mercados europeos y por otro lado, no promueve políticas públicas que protejan y pongan freno a la explotación de mujeres campesinas e indígenas.
Frente a este escenario, las mujeres campesinas e indígenas organizadas han levantado sus voces en diversas Asambleas y Encuentros y demandan una nueva sociedad sin capitalismo, libre de opresión y machismo. Abogan por una nueva sociedad más equitativa, respetuosa de las diversidades de todo tipo y en plena armonía con la madre naturaleza.
La emergencia de organizaciones indígenas y de mujeres en Chile, así como en muchos otros países de la región, se produce en la década de los noventa en un contexto de retorno de gobiernos post-dictaduras y después de la implantación de políticas neoliberales que privatizaron la mayoría de los recursos naturales y que continúa con el apoyo de los actuales estados.
En el caso de Chile, las organizaciones de mujeres indígenas fueron en un principio promovidas por el estado a través de la ley Indígena N. 19.253, promulgada el año 1993. Varias fueron las razones de su aparición, como el acceso a recursos del estado, falta de espacios en organizaciones mixtas y el abordaje de temáticas especificas como la salud sexual y reproductiva y la violencia intrafamiliar.
Asimismo, y como una forma de visibilizar sus demandas, consideraron necesario establecer alianzas con otras organizaciones del mundo rural. Es así que surge en el año 1998, la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas, ANAMURI, que a su vez forma parte de redes como la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo, CLOC, y de la Vía Campesina a nivel mundial. Desde estos espacios, las mujeres indígenas critican las actuales políticas estatales y sus programas de desarrollo y enfrentan con fuerza al actual sistema económico neoliberal que las excluye, margina e intenta la homogenización a una identidad única.
Uno de los debates que se encuentra presente en las organizaciones de base se relaciona con la propuesta sobre “Feminismo campesino y popular” que surge en la IV Asamblea de mujeres y en el marco del V Congreso de la CLOC realizado en octubre del 2010 en Quito, Ecuador.
Es necesario señalar que en muchas ocasiones se asumen conceptos sin un mayor análisis sobre los significados que poseen. Esta situación llevó a que mujeres indígenas que forman parte de ANAMURI realizaran una asamblea el año 2013 en la cual debatieron aquellos conceptos que consideran foráneos y con necesidad de debatir con mayor profundidad. Para muchas dirigentas, la palabra feminismo les violenta, aunque reconocen el aporte de los diversos feminismos, pero se resisten a que las cataloguen como feministas indígenas. Más bien, su propuesta apunta a la búsqueda del equilibrio y complementariedad entre hombres y mujeres, entre ancianos y jóvenes y del equilibrio con la naturaleza, elementos constitutivos de la cosmovisión.
Las mujeres mapuche han venido resistiendo desde siempre a la corona española, y luego a los estados nacionales que han intentado folclorizar y mercantilizar sus costumbres y tradiciones. A la vez consideran que en tiempos de capitalismo y globalización, un punto clave es la articulación de las luchas de las campesinas y los campesinos y de los pueblos originarios. Y junto a ello, la búsqueda de alianzas con sectores discriminados del mundo urbano.
Finalmente, las mujeres indígenas seguirán defendiendo sus culturas, tradiciones y los derechos de sus pueblos, fortaleciendo la espiritualidad para un buen vivir en armonía con la naturaleza. Seguirán resistiendo junto a otros movimientos sociales y alzando sus voces frente al capitalismo, con la esperanza de que nada está escrito en piedra y que todo puede cambiar.
Millaray Painemal Morales, Socia fundadora de ANAMURI
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