En 1991, la empresa Veracel Celulose, con el nombre de Veracruz Florestal, llegó al Extremo Sur de Bahía.
Originalmente, la región, de clima húmedo, estaba cubierta por varios tipos de Mata Atlántica, actualmente devastada y sustituida por cultivos, pasturas y monocultivos de eucaliptos.
Un “modelo de desarrollo” basado en deforestación, violencia y expulsión de la población campesina se impuso en la región, facilitó el proceso de implantación del monocultivo de eucalipto y de las fábricas de celulosa en el Extremo Sur de Bahía.
A mediados de 1991, Veracruz Florestal adquirió 47.140 hectáreas de tierras de la empresa Vale do Rio Doce. Desde noviembre de 1992, se presentaron denuncias a organizaciones de la sociedad civil de que Veracruz Florestal tendría cientos de camiones que retiraban madera nativa para plantar eucalipto.
El 17 de junio de 2008, después de 15 años de proceso, la Justicia Federal de Eunápolis finalmente declaró culpable a la empresa Veracel Celulosa por la devastación ambiental cometida desde sus primeros años de funcionamiento hasta 1993, y multó a la empresa con la suma de R$ 20 millones, además de anular las licencias ambientales concedidas para la plantación de eucaliptos. La decisión significa que Veracel tendrá que arrancar los eucaliptos plantados de acuerdo a las licencias y replantar esas superficies con especies de Mata Atlántica.
En 1997, la entonces Stora, empresa sueca, se convirtió en uno de los principales propietarios de Veracel. Posteriormente, en 2000, Aracruz Celulose formó con Stora Enso una joint venture, en la que cada una tenía el 50% de las acciones. Con la expansión de sus plantaciones de eucaliptos, tanto Veracel como Aracruz se han ido aproximando a los Parques Nacionales de la región, tradicionalmente ocupados por el Pueblo Indígena Pataxó.
Dentro de tierras que la FUNAI identifica como territorio Pataxó, existen 1.645 hectáreas de eucalipto de Veracel Celulose. El Frente de Resistencia Pataxó afirma que la presencia de Veracel Celulose en tierras que pertenecen al pueblo Pataxó (120 mil hectáreas) llega a aproximadamente 30 mil hectáreas.
Los Pataxó denuncian que Veracel se apropió de tierras “griladas” (con falsos títulos de propiedad) por hacendados, taló la vegetación nativa, envenenó y envenena fuentes de agua con los agrotóxicos aplicados y así mata a los animales y peces.
“A esto lo llamamos desierto verde porque esta plantación de eucalipto nos trae mucha contaminación, nos trae muchos problemas para nosotros y nuestros niños. Este desierto verde no nos trae salud, no nos trae educación, no nos trae alimentos; ni siquiera los pájaros son libres para vivir en esa plantación. Solamente trae riqueza para la gente de fuera, pero a nosotros no nos trae nada. Y estoy indignado por estar en un desierto verde dentro del territorio indígena” (Entrevista: cacique Jurandir, aldea Jitaí, 09/04/2008).
Al largo de estos años, los Pataxó han luchado por la demarcación de sus tierras y se han manifestado contra la plantación de eucalipto.
Hay un gran problema para que el poder público inspeccione las acciones de una empresa como Veracel, que es su carencia total de estructura y personal tanto a nivel federal como estadual.
En un seminario en Porto Seguro (noviembre de 2007), la Directora del Centro de Recursos Ambientales (CRA) de Bahía (IMA- Instituto del Medio Ambiente) afirmó que el organismo cuenta con solo 20 técnicos para evaluar todos los proyectos en el estado de Bahía que tiene 418 municipios. Para el Extremo Sur de Bahía, hay apenas un inspector del organismo disponible, en una zona en que las empresas ocupan nada menos que 400 mil hectáreas.
Frente a estas afirmaciones, varias entidades del Extremo Sur de Bahía solicitaron una moratoria a la plantación de eucalipto en la región hasta que fuera concluido un zoneamiento económico- ecológico y que el estado tuviera condiciones técnicas y humanas para autorizar y fiscalizar las empresas, así como para garantizar la existencia de zonas para otros fines como la agricultura familiar.
Sin embargo, aún sin poder cumplir con sus funciones, el CRA sigue autorizando y concediendo más tierras para que sean convertidas en plantaciones de árboles. Ante esto, se concluye que la política ambiental de Bahía favorece los intereses económicos de Veracel y de otras empresas, en detrimento del bien común.
Actualmente Veracel ocupa con eucaliptos el 15,1% de la superficie total y el 40% de las tierras cultivables del municipio de Eunápolis.
En cuanto al empleo, es bien sabido que el monocultivo de eucalipto y la producción de celulosa poco contribuyen a la generación de puestos de trabajo. Se trata de un sector altamente mecanizado que precisa pocos trabajadores que monitoreen y dirijan el proceso de producción para lograr alta productividad.
La construcción de la fábrica generó un número relativamente alto de empleos -alrededor de 9.000- pero con la fábrica de celulosa en pleno funcionamiento, la empresa empleaba en su fábrica y sus plantaciones a 741 personas, generalmente bien calificadas; lo que significa, en términos de cantidad de tierras ocupadas con eucalipto por Veracel, 1 empleo directo en 103 hectáreas de eucalipto.
El hecho de que la empresa no creara miles y miles de empleos ha generado una gran indignación en la población regional.
A pesar de todo eso, la empresa Veracel cuenta con el sello “verde” del FSC, lo que tan solo confirma que el FSC termina siendo una herramienta importante para la propaganda y la prevista expansión de las grandes empresas de celulosa, que transmite la imagen de una empresa ecológicamente correcta y socialmente justa, y así es también otro estímulo a las ventas.
Según los habitantes de las comunidades rurales y miembros de movimientos campesinos, la empresa solo ha promovido la concentración de tierras, el monocultivo y la expulsión del hombre del campo. Quedan dos alternativas: dejar el campo o resistir.
Extraído y adaptado de: “Violações socioambientais promovidas pela Veracel Celulose, propriedade da Stora Enso e Aracruz Celulose: Uma história de ilegalidades, descaso e ganância”. CEPEDES – Centro de Estudos e Pesquisas para o Desenvolvimento do Extremo Sul da Bahia, Eunápolis – Bahia, 2008.