La entrada de China al mercado capitalista mundial, con la consiguiente expansión acelerada de su economía, se ha caracterizado por una creciente y voraz demanda de madera.
El camino hacia la industrialización se tragó primero los bosques del país. La tala desenfrenada llevó a la pérdida irreversible de riquezas naturales de China y la consiguiente desertificación acelerada, deterioro de la biodiversidad y pérdida de bosques a tal punto que casi no quedan bosques primarios en el país. El caso de Yichun ayuda a ilustrar este asunto. El corresponsal de The Guardian, Jonathan Watts, informa (1) que en “Yichun, una ciudad del nordeste, ubicada en la provincia de Heilongjiang, cerca del río congelado que la separa de Siberia, los bosques fueron tan densos en otros tiempos que la zona era llamada la “Gran Jungla del Norte”. Pero más de cincuenta años de tala insostenible han causado estragos. Yichun fue clasificada el año pasado (2008) como una de las 12 ciudades chinas cuyos recursos han sido agotados. Dong Zhiyong, ex viceministro de la administración forestal, dijo que “la situación actual es tal que no tenemos más madera para cortar. Ninguno de los bosques está lo suficientemente maduro.”
Con el suelo expuesto a la erosión, feroces tormentas de arena han azotado al país mientras la deforestación – principalmente en los tramos altos de los sistemas fluviales – ha contribuido a provocar inundaciones devastadoras que causaron miles de muertos y el desplazamiento de millones de personas.
En 1998, se decretó la prohibición radical de la tala. Sin embargo, el consumo de madera continuó aumentando, ahora a expensas de los bosques de países vecinos (como Birmania, Camboya, Rusia), así como de países lejanos como los de África Occidental, entre otros.
La necesidad de materia prima para la fabricación de papel se sumó a la demanda de madera y, como resultado, China lanzó en 2000 un Programa de Plantaciones de Árboles Maderables de Rápido Crecimiento y Alto Rendimiento. Dicho programa – parte de un conjunto de seis programas clave – debía aplicarse en 18 provincias del Este y el Sudoeste y, para el año 2012, el gobierno tiene como objetivo haber plantado un área de 44 millones de hectáreas (ver boletín N° 85 del WRM). Esto implicó modificar el régimen de propiedad de la tierra, la cual pasó de ser manejada por el Estado o de propiedad colectiva, a ser privatizada, en un país cuya población agrícola es de 1.000 millones de personas, sobre un total de 1.500 millones.
Se redujeron los impuestos y se liberalizó la gestión de las plantaciones de árboles de rápido crecimiento y alto rendimiento, con el fin de atraer inversiones privadas. Según un informe canadiense (2), “luego de reconocer la propiedad individual e incentivar la empresa privada, las reformas apuntan ahora a la gestión a gran escala de los recursos naturales”.
Una cantidad de empresas de papel y celulosa aprovecharon la oportunidad y llegaron a China para invertir en la plantación de árboles y la fabricación de papel. Stora Enso, que tiene negocios tales como una empresa integrada de celulosa y papel en la región autónoma de Guangxi Zhuang, que arrienda 91.000 hectáreas de tierra para sus plantaciones de eucaliptos, planea alcanzar las 160.000 hectáreas en 2010 para abastecer su proyecto de papel y celulosa en Beihai (3). Asia Pulp and Paper tiene participación en más de 20 empresas de papel y celulosa, así como más de 20 plantaciones de árboles en China. (4) La finlandesa UPM-Kymmene también está considerando invertir más en el país, plantando árboles de rápido crecimiento. (5)
Pronto sonó una alerta: la provincia de Guangdong sufrió una gran sequía coincidentemente con el establecimiento de unas 700.000 hectáreas de plantaciones de eucaliptos. Las autoridades locales, así como miembros de la Academia China, explicaron la relación entre el creciente número de plantaciones de eucaliptos y el empeoramiento de la sequía en Guangdong (ver boletín N° 106 del WRM).
La debilidad del modelo de monocultivo – que carece de la protección natural que ofrece la biodiversidad – quedó en evidencia en el caso de las plantaciones de álamos, los cuales se volvieron propensos al ataque de insectos que causan daños graves en troncos y hojas.
Para arreglar este desastre se introdujo un problema peor: los árboles genéticamente modificados. Se desarrollaron dos variedades de álamos genéticamente modificados con apoyo de Alemania, la FAO y el PNUD: Populus nigra y Populus hybrid, llamados Álamo-12 y Álamo-741, los cuales producen en sus hojas una toxina Bt que mata a los insectos que las comen. (6)
En 2002, ambas variedades fueron aprobadas para uso comercial. El álamo es un árbol de crecimiento rápido y los planes implicaban el establecimiento de plantaciones comerciales con un período de rotación de diez años, cubriendo un área de aproximadamente 17 millones de hectáreas para el año 2012. (7)
China es el primer país que aprobó la comercialización de los árboles transgénicos. Según Huoran Wang, de la Academia China de Forestación, “El área exacta de plantaciones de árboles transgénicos no puede calcularse debido a la facilidad de propagación y comercialización de los mismos y a la dificultad de distinguir morfológicamente los árboles modificados genéticamente de los que no lo son.” Y agrega que “se cambian muchos materiales de un vivero a otro y es difícil rastrearlos.” (8)
A pesar de las afirmaciones oficiales respecto a que los álamos transgénicos eran variedades femeninas con fertilidad alterada – lo cual evitaría supuestamente la reproducción cruzada – el Instituto de Ciencia Ambiental de Nanjing ya descubrió genes de álamos transgénicos en variedades naturales. La amenaza de la contaminación transgénica se ha vuelto una trágica realidad.
El caso de China ejemplifica los problemas intrínsecos de los monocultivos de árboles, así como los que surgen por tratar de resolverlos por medio de la manipulación genética. La reforestación es, por supuesto, necesaria en un país donde quedan pocos bosques, pero mucho dependerá de cómo se la entienda. La reforestación puede significar o bien mayores monocultivos de especies de árboles de crecimiento rápido para la producción de madera – incluidos los árboles transgénicos – o bien plantaciones biodiversas, adaptadas a los ambientes locales y que apunten a la restauración de los bosques. Plantar miles de millones de árboles – como se hace actualmente en China – puede ser muy bueno o muy malo, dependiendo de cómo se implemente. Esperamos que el enorme esfuerzo que el pueblo y el gobierno chinos realizan cada año tenga el resultado positivo de ayudar a recuperar los bosques nativos del país.
(1) “China's loggers down chainsaws in attempt to regrow forests”, Jonathan Watts, guardian.co.uk, miércoles 11 de marzo de 2009,http://www.guardian.co.uk/environment/2009/mar/11/china-forests-deforestation.
(2) “The Development of China’s Forestry Sector and Its Implications for Canada”, Jason (Guangyu) Wang, CIC Junior Fellow Preliminary Paper, julio de 2008,
http://www.canadianinternationalcouncil.org/download/
resourcece/archives/foreignpol/cic_wang_e.
(3) “Stora Enso: Sustainable paper production”, China Daily, 2008, http://www.chinadaily.com.cn/cndy/2008-10/24/content_7136326.htm.
(4) “Special supplement: APP China pushes green initiative in making white paper”, Fu Yu, China Daily, 2008, http://www.chinadaily.com.cn/cndy/2008-04/12/content_6611376.htm.
(5) “Nation's Tree-planting Strategy to Meet Paper Sector's Needs”, China Daily, http://www.china.org.cn/english/BAT/87695.htm.
(6) "Seeing once is better than studying a thousand times", GMO Safety, http://www.gmo-safety.eu/en/wood/poplar/325.docu.html.
(7) “The New Chainsaw”, Katie Shafley, The Dominion, http://www.dominionpaper.ca/environment/2006/05/20/the_new_ch.html.