En el año 2003 ya decíamos (revista Ambientico (número 123, diciembre 2003,www.una.ac.cr/ambi/Ambien-Tico/123/) que “(E)l denominar reforestación al establecimiento de un monocultivo de árboles le ha otorgado históricamente a este tipo de actividad todos los atributos positivos que la humanidad justamente le otorga a un bosque, lo cual dista mucho de la realidad.” Agregábamos que “(P)or lo general, en las plantaciones de árboles se cultiva una o, como máximo, unas pocas especies, siempre con individuos de una misma edad y nunca alcanzando el grado de biodiversidad ni la complejidad de interrelaciones que presenta un bosque.” Por su parte, Edwin Alpizar señalaba que “(L)as plantaciones, en comparación con los bosques, poco contribuyen con el ambiente” y mencionaba sus impactos en cuanto a pérdida de biodiversidad y afectación de la regulación del régimen hídrico.
A pesar de eso, y de que las plantaciones de monocultivos no fueron capaces de autofinanciarse, en Costa Rica el estado las ha subvencionado, y continúa haciéndolo de manera camuflada, directa e indirectamente, bajo el eufemismo de “pago por servicios ambientales”. Entre 2006 y 2007 el monto con que se subvencionaba el establecimiento de plantaciones de monocultivo de árboles se incrementó de $500 /hectárea a $810 /hectárea.
La justificación en ese entonces para ese incremento se basó en que los montos serían distribuidos a lo largo de un plazo que se incrementaba a su vez de cinco a diez años para garantizar el crecimiento a largo plazo de las plantaciones.
Sin embargo en 2008, sin ninguna explicación, el plazo de distribución de estos fondos se redujo de nuevo a cinco años. Este año (2009), el sector maderero, apoyado por uno de sus líderes históricos, el ahora Ministro del Ambiente don Jorge Rodríguez, se atribuyó otro aumento sustancial. Según el Decreto ejecutivo nº 35159-MINAET, de abril del presente año, el monto de la subvención a los monocultivos de árboles se incrementa de nuevo, sin ninguna explicación, de $810 a $960/ha, es decir un incremento del 20%.
Esto constituye, a la vez, una subvención indirecta a una de las grandes exportadoras de frutas -piña y banano- toda vez que más del 80% de la madera de plantaciones de árboles es utilizada actualmente para la fabricación de tarimas empleadas en la exportación de las frutas. El gobierno financia la producción de madera para que las empresas que obtienen jugosas ganancias a partir de la exportación de frutas, cuenten con madera barata para sus tarimas.
Los monocultivos de piña y banano han tenido fuertes impactos, ampliamente documentados en las noticias regulares de los últimos años: cientos de trabajadores esterilizados y envenenados, acueductos rurales contaminados, erosión y deforestación.
Actualmente hay más de 26 empresas piñeras investigadas por daños ambientales, según surge de un informe realizado en marzo de este año 2009 en la comunidad de Milano, provincia de Limón (1). El informe también denuncia el proceso de deforestación para la expansión del monocultivo de piña, produciendo la desaparición de especies que están protegidas -como el cedro, caobilla, gavilán- y la tala selectiva de otras, como el laurel, para evitar que “contamine” las piñas de exportación, que en Europa serían rechazadas por motivos de normas sanitarias o fitosanitarias.
Sobre la tala de bosques, uno de los comuneros entrevistados dio el siguiente testimonio: “Yo fui guardia de seguridad de la empresa y vi todo lo que hacía con el bosque. Antes todo estaba cubierto por una gruesa cubierta forestal. La empresa se dedicó a cortar los árboles por la noche, que eran de muy buena madera y los enterraban porque estaba prohibido por el gobierno talarlos.” Y añadió: “La empresa nos ha dejado sin nada. También las aves y otros animales se han ido con la desaparición de los bosques”.
Es triste, además, que todo este esquema se promueve mediante la campaña publicitaria de “¡A que sembrás un árbol!”, que entre otras cosas contabiliza los árboles de grandes corporaciones, muchos de los cuales se cortarán a los 8 años para hacer tarimas. El año pasado alrededor del 80% de los árboles reportados por esta campaña fueron especies exóticas, sembradas en grandes monocultivos subvencionados por el gobierno.
El país necesita madera, es cierto, pero necesita además bosques para enfrentar el cambio climático. Existen varias propuestas para producir madera de una manera socialmente justa y ambientalmente sana, y para ver algunas de estas opciones los invitamos a visitar www.coecoceiba.org.
(1) “Informe de la misión de verificación sobre los impactos de los monocultivos de piña”, Comunidad de Milano, provincia de Limón, Costa Rica, 29 de marzo de 2009. El informe completo puede leerse enhttp://www.wrm.org.uy/paises/CostaRica/Informe_monocultivo_pina.pdf
Por Javier Baltodano, COECOCEIBA-Amigos de la Tierra, Costa Rica, correo electrónico: licania@racsa.co.cr