Nosotros los Pueblos Indígenas de la Madre Tierra reunidos en la sede de Kari-Oca I, Sacred Kari-Oka Púku en Rio de Janeiro para participar en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible Rio+20, agradecemos a los Pueblos Indígenas de Brasil por darnos la bienvenida a sus territorios. Reafirmamos nuestra responsabilidad para hablar para la protección y del bienestar de la Madre Tierra, de la naturaleza y de las futuras generaciones de nuestros Pueblos Indígenas y toda la humanidad y la vida. Reconocemos el significado de esta segunda convocatoria de los Pueblos Indígenas del mundo y reafirmamos la reunión histórica de 1992 de Kari-Oca 1, donde los Pueblos Indígenas emitieron la Declaración de Kari-Oca y la Carta de la Tierra de los Pueblos Indígenas. La conferencia de Kari-Oca y la movilización de los Pueblos Indígenas durante la Cumbre de la Tierra, marcó un gran avance del movimiento internacional para los derechos de los Pueblos Indígenas y el papel importante que desempeñamos en la conservación y el desarrollo sostenible. Reafirmamos también la Declaración de Manaos sobre la convocatoria de Kari-Oca 2 como el encuentro internacional de los Pueblos Indígenas en Río+20.
La institucionalización del colonialismo
Consideramos que los objetivos de la Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible (UNCSD) Río+20, la “Economía Verde” y su premisa de que el mundo sólo puede “salvar” a la naturaleza con la mercantilización de sus capacidades de dar vida y sostener la vida como una continuación del colonialismo, que los Pueblos Indígenas y nuestra Madre Tierra han resistido durante 520 años. La “Economía Verde” se promete erradicar la pobreza, pero en realidad sólo va a favorecer y responder a las empresas multinacionales y el capitalismo. Se trata de una continuación de una economía global basada en los combustibles fósiles, la destrucción del medio ambiente mediante la explotación de la naturaleza a través de las industrias extractivas, tales como la minería, la explotación y producción petrolera, la
agricultura intensiva de mono-cultivos y otras inversiones capitalistas. Todos estos esfuerzos están dirigidos hacia las ganancias y la acumulación de capital por unos pocos.
Desde Rio 1992, nosotros como Pueblos Indígenas vemos que el colonialismo se ha convertido en la base de la globalización del comercio y la hegemónica economía capitalista mundial. Se han intensificado la explotación y el saqueo de los ecosistemas y biodiversidad del mundo, así como la violación los derechos inherentes de los pueblos indígenas. Nuestro derecho a la libre determinación, a nuestra propia gobernanza y a nuestro desarrollo libremente determinado, nuestros derechos inherentes a nuestras tierras, territorios y recursos están cada vez más atacados
por una colaboración de gobiernos y empresas transnacionales. Activistas y líderes indígenas que defienden sus territorios siguen sufriendo represión, militarización, incluyendo asesinatos, encarcelamientos, hostigamiento y calificación como “terroristas”. La violación de nuestros derechos colectivos enfrenta la misma impunidad. La reubicación forzosa o asimilación amenaza nuestras futuras generaciones, culturas, idiomas, espiritualidad y relación con la Madre Tierra, económica y políticamente.
Nosotros, pueblos indígenas de todas las regiones del mundo, hemos defendido a Nuestra Madre Tierra de las agresiones del desarrollo no sustentable y la sobreexplotación de nuestros recursos por minería, maderería, megarepresas hidroeléctricas, exploración y extracción petrolera. Nuestros bosques sufren por la producción de agrocombustibles, biomasa, plantaciones y otras imposiciones como las falsas soluciones al cambio climático y el desarrollo no sustentable y dañino.
La Economía Verde es nada menos que capitalismo de la naturaleza; un esfuerzo perverso de las grandes empresas, las industrias extractivas y los gobiernos para convertir en dinero toda la Creación mediante la privatización, mercantilización y venta de lo Sagrado y todas las formas de vida, así como el cielo, incluyendo el aire que respiramos, el agua que bebemos y todos los genes, plantas, semillas criollas, árboles, animales, peces, diversidad biológica y cultural, ecosistemas y conocimientos tradicionales que hacen posible y disfrutable la vida sobre la tierra. Violaciónes graves de los derechos de los pueblos indígenas de la soberanía alimentaria continúan sin cesar lo que da lugar a la inseguridad alimentaria. Nuestra propia producción de alimentos, las plantas que nos reunimos, los animales que cazamos, nuestros campos y las cosechas, el agua que bebemos y el agua de nuestros campos, los peces que pescamos de nuestros ríos y arroyos, está disminuyendo a un ritmo alarmante. Proyectos de desarrollo no sostenibles, tales como mono-culturales plantaciones de soja químicamente intensiva, las industrias extractivas como la minería y otros proyectos destructivos del medioambiente y las inversiones con fines de lucro están destruyendo nuestra biodiversidad, envenenando nuestra agua, nuestros ríos, arroyos, y la tierra y su capacidad para mantener la vida. Esto se agrava aún más por el cambio climático y las represas hidroeléctricas y otras formas de producción de energía que afectan a todo el ecosistema y su capacidad para proveer la vida. La soberanía alimentaria es una expresión fundamental de nuestro derecho colectivo a la libre determinación y desarrollo sustentable. La soberanía alimentaria y el derecho a la alimentación deben ser reconocido y respetados: alimentación no debe ser mercancía que se utiliza, comercializa o especula con fines de lucro. Nutre nuestras identidades, nuestras culturas e idiomas, y nuestra capacidad para sobrevivir como pueblos indígenas.
La Madre Tierra es la fuente de la vida que se requiere proteger, no como un recurso para ser explotado y mercantilizado como “capital natural”. Tenemos nuestro lugar y nuestras responsabilidades dentro del orden sagrado de la Creación. Sentimos la alegría sustentadora cuando las cosas ocurren en armonía con la Tierra y con toda la vida que crea y sostiene. Sentimos el dolor de la falta de armonía cuando somos testigos de la deshonra del orden natural de la Creación y de la colonización económica y continua, la degradación de la Madre Tierra y toda la vida en ella. Hasta que los derechos de los pueblos indígenas sean observados, velados y respetados, el desarrollo sustentable y la erradicación de la pobreza no se lograrán.
La Solución
La relación inseparable entre los seres humanos y la Tierra, inherente para los pueblos indígenas debe ser respetada por el bien de las generaciones futuras y toda la humanidad. Instamos a toda la humanidad a unirse con nosotros para transformar las estructuras sociales, las instituciones y relaciones de poder que son la base de nuestra pobreza, opresión y explotación. La globalización imperialista explota todo lo que sostiene la vida y daña la tierra. Necesitamos reorientar totalmente la producción y el consumo en base de las necesidades humanas en lugar de la acumulación desenfrenada de ganancia de para unos pocos. La sociedad debe tomar control colectivo de los recursos productivos para satisfacer las necesidades de desarrollo social sostenible y evitar la sobreproducción, el sobreconsumo y la sobreexplotación de las personas y la naturaleza que son inevitables bajo prevaleciente sistema capitalista monopólico. Debemos enfocar sobre comunidades sostenibles con base en conocimientos indígena y no desarrollo capitalista.
Exigimos que las Naciones Unidas, los gobiernos y las empresas abandonen las falsas soluciones al cambio climático, tales como las grandes represas hidroeléctricas, los organismos genéticamente modificados, incluyendo los árboles transgénicos, las plantaciones, los agrocombustibles, el “carbón limpio”, la energía nuclear, el gas natural, el fracturamiento hidráulico, la nanotecnología, la biología sintética, la bioenergía, la biomasa, el biochar, la geoingeniería, los mercados de carbono, el Mecanismo de Desarrollo Limpio y REDD+ que ponen en peligro el futuro y la vida tal como la conocemos. En lugar de ayudar a reducir el calentamiento global, ellos envenenan y destruyen el medio ambiente y dejan que la crisis climática aumente exponencialmente, lo que puede dejar el planeta prácticamente inhabitable.
No podemos permitir que las falsas soluciones destruyan el equilibrio de la Tierra, asesinen a las estaciones, desencadenen el caos del mal tiempo, privaticen la vida y amenacen la supervivencia de la humanidad. La Economía Verde es un crimen de lesa humanidad y contra la Tierra.
Para lograr el desarrollo sostenible los Estados deben reconocer los sistemas tradicionales de manejo de recursos de los pueblos indígenas que han existido por milenios, sosteniéndonos aún durante el colonialismo. Es fundamental asegurar la participación activa de los pueblos indígenas en los procesos de toma de decisiones que les afectan y su derecho al consentimiento libre, previo e informado. Los Estados también deben proporcionar apoyo a los pueblos indígenas que sea apropiado a su sustentabilidad y prioridades libremente determinadas, sin restricciones y directrices limitantes.
Seguiremos luchando contra la construcción de represas hidroeléctricas y todas las formas de producción de energía que afectan a nuestras aguas, nuestros peces, nuestra biodiversidad y los ecosistemas que contribuyen a nuestra soberanía alimentaria. Trabajaremos para preservar nuestros territorios contra el veneno de las plantaciones de monocultivos, de las industrias extractivas y otros proyectos destructivos del medioambiente, y continuar nuestras formas de vida, preservando nuestras culturas e identidades. Trabajaremos para preservar nuestras plantas y las semillas tradicionales, y mantener el equilibrio entre nuestras necesidades y las necesidades de nuestra Madre Tierra y su capacidad de sostener la vida. Demostraremos al mundo que se puede y se debe hacer. En todos estos asuntos recopilaremos y organizaremos la solidaridad de todos los pueblos indígenas de todas partes del mundo, y todas las demás fuentes de solidaridad con los no indígenas de buena voluntad a unirse a nuestra lucha por la soberanía alimentaria y la seguridad alimentaria. Rechazamos la privatización y el control corporativo de los recursos, tales
como nuestras semillas tradicionales y de los alimentos. Por último, exigimos a los estados que defendían nuestros derechos al control de nuestros sistemas de gestión tradicionales y ofrezcan un apoyo concreto, tales como las tecnologías apropiadas para que podamos desarrollar nuestra soberanía alimentaria.
Rechazamos las promesas falsas del desarrollo sostenible y soluciones al cambio climático que solamente sirven al orden económico dominante. Rechazamos REDD, REDD+ y otras soluciones basadas en el mercado que tienen como enfoque nuestros bosques, para seguir violando nuestros derechos inherentes a la libre determinación y el derecho a nuestras tierras, territorios, aguas y recursos, y el derecho de la Tierra a crear y sostener la vida. No existe tal cosa como “minería sostenible”. No hay tal cosa como “petróleo ético”.
Rechazamos la aplicación de derechos de propiedad intelectual sobre los recursos genéticos y el conocimiento tradicional de los pueblos indígenas que resulta en la enajenación y mercantilización de lo Sagrado esencial para nuestras vidas y culturas. Rechazamos las formas industriales de la producción alimentaria que promueve el uso de agrotóxicos, semillas y organismos transgénicos. Por lo tanto, afirmamos nuestro derecho a poseer, controlar, proteger y heredar las semillas criollas, plantas medicinales y los conocimientos tradicionales provenientes de nuestras tierras y territorios para el beneficio de nuestras futuras generaciones.
Nuestro Compromiso con el Futuro que Queremos
Debido a la falta de implementación verdadera del desarrollo sostenible el mundo está en múltiples crisis ecológicas, económicas y climáticas. Incluyendo la pérdida de biodiversidad, desertificación, el derretimiento de los glaciares, escases de alimentos, agua y energía, una recesión económica mundial que se agudiza, la inestabilidad social y la crisis de valores. En ese sentido reconocemos que queda mucho que hacer para que los acuerdos internacionales respondan adecuadamente a los derechos y necesidades de los pueblos indígenas. Las contribuciones actuales y potenciales de nuestros pueblos deben ser reconocidas como un desarrollo sostenible y verdadero para nuestras comunidades que permita que cada uno de nosotros alcancemos el Buen Vivir.
Como pueblos, reafirmamos nuestro derecho a la libre determinación y a poseer, controlar y manejar nuestras tierras y territorios tradicionales, aguas y otros recursos. Nuestras tierras y territorios son la parte medular de nuestra existencia -somos la Tierra y la Tierra es nosotros-. Tenemos una relación espiritual y material con nuestras tierras y territorios y están intrínsecamente ligados a nuestra supervivencia y a la preservación y desarrollo de nuestros sistemas de conocimientos y culturas, la conservación y uso sostenible de la biodiversidad y el manejo de ecosistemas.
Ejerceremos el derecho a determinar y establecer nuestras prioridades y estrategias de autodesarrollo y para el uso de nuestras tierras, territorios y otros recursos. Exigimos que el consentimiento libre, previo e informado sea el principio de aprobación o rechazo definitivo y vinculante de cualquier plan, proyecto o actividad que afecte nuestras tierras, territorios y otros recursos. Sin el derecho al consentimiento libre, previo e informado el modelo colonialista del dominio de la Tierra y sus recursos seguirá con la misma impunidad.
Seguiremos uniéndonos como pueblos indígenas y construyendo una solidaridad y alianza fuertes entre nosotros mismos, comunidades locales y verdaderos promotores no-indígenas de nuestros temas. Esta solidaridad avanzará la campaña mundial para los derechos de los pueblos indígenas a su tierra, vida y recursos y el logro de nuestra libre determinación y liberación.
Seguiremos retando y resistiendo los modelos colonialistas y capitalistas que promueven la dominación de la naturaleza, el crecimiento económico desenfrenado, la extracción de recursos sin límite para ganancias, el consumo y la producción insostenibles y las mercancías no reglamentadas y los mercados financieros. Los seres humanos son una parte integral del mundo natural y todos los derechos humanos, incluyendo los derechos de los pueblos indígenas deben ser respetados y observados por el desarrollo.
Invitamos a toda la sociedad civil a proteger y promover nuestros derechos y cosmovisiones y respetar la ley de la naturaleza, nuestras espiritualidades y culturas y nuestros valores de reciprocidad, armonía con la naturaleza, la solidaridad y la colectividad. Valores como cuidar y compartir, entre otros, son cruciales para crear un mundo más justo, equitativo y sostenible. En este contexto, hacemos un llamado por la inclusión de la cultura como el cuarto pilar del desarrollo sostenible.
El reconocimiento jurídico y la protección de los derechos de los pueblos indígenas a la tierra, territorios, recursos y los conocimientos tradicionales deberían ser un requisito para el desarrollo y planificación de todos y cada uno de los tipos de adaptación y mitigación del cambio climático, conservación ambiental (incluyendo la creación de “áreas protegidas”), el uso sostenible de la biodiversidad y medidas a combatir desertificación. En todos los casos, tienen que haber consentimiento libre, previo e informado.
Continuamos dando seguimiento a los compromisos asumidos en la Cumbre de la Tierra tal como se refleja en esta declaración política. Hacemos un llamado a la ONU a comenzar su implementación, y asegurar la participación plena, formal y efectiva de los pueblos indígenas en todos los procesos y actividades de la Conferencia de Rio+20 y más allá, de acuerdo con la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los Pueblos Indigenas (DNUDPI) y el principio del consentimiento libre, previo e informado (CLPI). Seguimos habitando y manteniendo los últimos ecosistemas sostenibles con las más altas concentraciones de biodiversidad en el mundo. Podemos contribuir de una manera significativa al desarrollo sostenible pero creemos que el marco holístico de ecosistemas para el desarrollo se debe promover. Eso incluye la integración del enfoque de derechos humanos, el enfoque de ecosistemas y enfoques culturalmente sensibles y basados en conocimientos.
Manifestamos nuestra solidaridad y apoyo para las demandas y aspiraciones de los Pueblos Indigenas de Brasil encontradas en el anexo de esta declaración. Caminamos al futuro en las huelles de nuestros antepasados.
Aprobado por aclamación, Aldea de Kari-Oca, en el sagrado Kari-Oca Púku, Rio de Janeiro, Brasil, 18 de junio de 2012
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