BIDCO, el mayor fabricante de aceites vegetales, grasas, margarina, jabones y concentrados de proteínas de África central y oriental, es también el de más rápido crecimiento y está invirtiendo en una multimillonaria plantación de palma aceitera en las islas Bugala, en Kalangala. La compañía cuenta con socios inversores como Archer Daniels Midlands of America, el grupo Wilmar de Malasia y Josovina de Singapur. En el marco del proyecto ugandés denominado Vegetable Oil Development Project (VODP), el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Banco Mundial le otorgaron un préstamo de $10 millones para financiar las plantaciones y la infraestructura necesaria, mientras el gobierno contribuirá con $12 millones en forma de tierras, electricidad y caminería, y BIDCO invertirá $120 millones (ver Boletín N° 100 del WRM).
El proyecto tenía como objetivo cultivar 10.000 ha de palma en la isla de Bugala. Hasta ahora se ha plantado casi toda la superficie proyectada. Del área total del proyecto, 6.500 ha fueron plantadas por la empresa madre y 3.500 por pequeños propietarios subcontratados.
Según los proponentes del proyecto, el mismo fue diseñado para mejorar los medios de vida del pueblo de Uganda y de Kalangala en particular, sobre todo las condiciones de nutrición de los sectores pobres, y para reducir los costos que implica para el país la importación de aceites vegetales.
Hasta la fecha, Oil Palm Uganda Limited (filial de BIDCO) ha cortado más de 6.500 ha de bosques y praderas reemplazándolas en su mayor parte con palmas que estarán listas para ser procesadas este año.
Sin embargo, el proyecto de palma aceitera no ha logrado los objetivos prometidos por el gobierno y la empresa. Según un informe recientemente realizado por el Foro de ONG del Distrito de Kalangala (KADINGO), la gente del lugar se está enfrentando a graves impactos negativos.
El establecimiento de las plantaciones ha tenido un fuerte impacto ambiental, comenzando por la deforestación y el agotamiento del agua; y las poblaciones locales ya no pueden conseguir una gran cantidad de productos y servicios del bosque que desaparecieron como resultado de la plantación. Sin embargo, el impacto más serio al que se enfrentan las comunidades es la apropiación de su tierra por las empresas de plantación. En el distrito de Kalangala, los lugareños no son formalmente propietarios de la tierra. Las empresas reciben concesiones o títulos de propiedad sobre dichas tierras, así como el apoyo del gobierno para reprimir cualquier oposición que pudieran enfrentar por parte de las comunidades locales.
Han surgido altercados entre BIDCO y la comunidad por definir quién es el propietario de la tierra. Algunos vecinos no pueden decir con certeza qué sucederá mañana, simplemente porque la tierra en la que están establecidos está siendo reclamada por BIDCO.
Sumado a ello, muchas comunidades han sido desplazadas de las zonas donde cultivaban y pastoreaban, por lo cual algunos de sus miembros se han visto forzados a vender sus animales. Si bien se dijo que algunas personas sin tierra de Bwendero, Buguzi y Mulabana recibieron facilidades para adquirir tierras para reubicarse, las comunidades desplazadas de Buswa y Mugela no habrían recibido compensación alguna por sus pérdidas, o bien la indemnización recibida fue absolutamente insuficiente.
La entrega de tierras públicas afectó a las comunidades locales que siempre vivieron allí y dependieron de ellas para su sustento. Además, el boom del mercado de tierras en la isla atrajo a mucha gente de dinero en busca de tierras privadas para comprar. La mayoría de los pobladores locales e indígenas que vivieron allí por años vieron sus tierras cercadas o fueron expulsados.
Como consecuencia, las comunidades que vivían tanto en tierras públicas como privadas perdieron sus medios de vida. Incluso quienes no han sido afectados directamente están preocupados por su futuro y no pueden hacer inversiones a largo plazo en la tierra. En la aldea Mugoye, más de 100 personas viven actualmente en un enclave rodeado de plantaciones de palma aceitera. La población local está preocupada por lo que sucederá si los “propietarios” de la tierra deciden venderla a los dueños del Proyecto o dedicarla al cultivo de palma aceitera en régimen de subcontratación.
La tierra y los recursos naturales, como los bosques, siempre fueron una red de seguridad para las víctimas de cambios sociales, desplazamientos, desempleo, oportunidades perdidas en las zonas urbanas, etc. Su pérdida aumentó la vulnerabilidad de las comunidades frente a esos cambios sobre los cuales no tienen control alguno.
Además, existen muchos conflictos entre las comunidades y el Proyecto, que surgen en la medida que se les niega el acceso a:
- el uso de la red vial del proyecto para el movimiento o transporte de ganado;
- las fuentes de agua ubicadas en el área del proyecto que antes eran usadas por las comunidades; algunas fueron destruidas durante el desmonte de la tierra para actividades del proyecto, especialmente los pozos de Kibaale;
- las tierras de pastoreo dentro del área del proyecto; los animales que “entran en propiedad privada” son confiscados, y se debe pagar una multa exorbitante de 50.000 chelines ugandeses por animal, o correr el riesgo de que los carneen y consuman gratis; esto desalienta la cría de ganado en la mayoría de las áreas del proyecto.
Un problema particularmente grave surgió con la toma de control de las areneras por parte del proyecto, con lo cual las comunidades locales e indígenas dejaron de tener acceso a materiales de construcción, como fue el caso de Bukuzzindu. La zona brindaba un servicio comunitario ya que ahí se podía obtener arena para la construcción, pero cuando el proyecto asumió el control, le negó a los indígenas y a los lugareños la posibilidad de acceder a este material vital. El área fue utilizada para establecer plantaciones de palma aceitera y la infraestructura necesaria para el alojamiento de los principales funcionarios y trabajadores de la empresa. La negativa de BIDCO a liberar el área está creando fricciones entre la compañía y la comunidad, a tal punto que la gente ha reaccionado cavando cunetas de arena al borde de los caminos para provocar accidentes a los vehículos de BIDCO.
En el afán de la empresa por obtener más tierras para plantaciones ¡hasta el patio de recreo de los niños de la comunidad de Kasenyi – Bamungi fue convertido en plantación de palma aceitera!
Dado que BIDCO planea establecer 30.000 ha más de palma aceitera en el territorio continental, es importante informar a las comunidades locales que habitan las zonas objetivo de las plantaciones acerca de los impactos negativos de las 10.000 ha ya plantadas en las islas. La expansión propuesta no sólo no mejorará sino que empeorará el nivel de vida de la gente, y las comunidades de las islas Buggala de Kalangala, que ya han sufrido estos impactos, pueden proporcionar evidencias más que suficientes sobre el tema.
Artículo basado en información extraída de: “A study to identify key issues for engagement about the oil palm project in Ssese islands Kalangala district: A case study of Buggala and Bunyama island in Kalangala district”, enviado por David Mwayafu – funcionario del programa Uganda Coalition for Sustainable Development (UCSD), P.O. Box 27551 Kampala, Tel: 256 414, 269 461, correo electrónico:ugandacoalition@infocom.co.ug, sitio web: www.ugandacoalition.or.ug. El informe completo está disponible en: Kalangala District NGO Forum, correo electrónico: Kalangalango@yahoo.com.