Poner fin al colonialismo significa poner fin a REDD+

Imagen
no redd - drawing

Este artículo forma parte de la publicación "15 años de REDD:

Un mecanismo intrínsecamente corrupto"

 

Para que REDD+ funcione tiene que dividir a las personas en tres clases. Una es la que supuestamente salva a los bosques: “personas activas, con iniciativa”. Una segunda clase supuestamente deja que los bosques mueran cuando no se paga dinero de REDD+ para conservarlos: “seres predeciblemente pasivos”. Y una tercera clase que principalmente aplaude los esfuerzos de la primera clase. Esto proviene de las divisiones entre humanos que los colonialistas y racistas han estado inventando y reinventando durante siglos. El hecho es que REDD+ funciona mejor cuanto más colonialista es. ¿Cómo ha logrado ocultar su verdadera esencia durante tantos años?

Antes de poder generar dinero para alguien, REDD+ primero tiene que dividir a las personas de todo el mundo en tres clases diferentes.

Una clase es la clase que supuestamente salva a los bosques. Ésta es la clase que desembolsa el dinero que, según afirma, marca la diferencia entre salvar a los bosques o dejarlos morir.

A cambio de desembolsar el dinero que supuestamente hace esta diferencia, esta primera clase puede seguir extrayendo y utilizando combustibles fósiles –actividades cruciales para su identidad, su riqueza, su poder. Para esta clase, REDD+ necesita ser una inversión que valga la pena. Por cada dólar puesto en REDD+, se debe ahorrar más de un dólar en no tener que renunciar a los combustibles fósiles.

Luego hay una segunda clase. Ésta es la clase que supuestamente deja morir a los bosques cuando el dinero de REDD+ no es desembolsado para mantenerlos vivos.

Puede ser que esta clase deje morir a los bosques porque, sin el dinero de REDD+, simplemente no tiene el poder suficiente como para detener el avance de la explotación maderera, la minería, las represas y la agricultura comercial de las plantaciones en sus territorios. O tal vez deje morir a los bosques porque, sin el dinero de REDD+, no puede aprender cómo hacer que absorban el suficiente dióxido de carbono que se desprende de la quema de combustibles fósiles. O tal vez porque, sin el dinero de REDD+, esta clase es simplemente una asesina de bosques por excelencia, que ignorantemente ‘roza y quema’ los bosques, recolecta leña y bienes del bosque, busca trabajo en empresas madereras o mineras, o construye aldeas donde se supone que no debe hacerlo.

Sea como sea: lo importante es que, para que REDD+ funcione, es necesario inventar una segunda clase de seres predeciblemente pasivos para que una primera clase de personas activas, con iniciativa, se destaque. De lo contrario, sería imposible argumentar que se pudieron salvar algunos árboles como ‘resultado’ del dinero de REDD+, y no por las propias capacidades organizativas de la población rural, por ejemplo, o por el aumento de las precipitaciones.

Por último, hay una tercera clase. Esta clase es la audiencia de la primera clase a quien afirma que está salvando los bosques del mundo de la debacle que de otro modo continuaría por la inacción de la segunda clase. El aplauso de esta tercera clase es crucial para la supervivencia de la primera clase.

Un viejo dualismo

¿Les suena familiar el contraste entre la primera y la segunda clase? Debería, porque es un descendiente de las divisiones entre los seres humanos que los colonialistas y racistas han estado inventando y reinventando por siglos.

La división entre la primera y la segunda clase es como la vieja división imperialista entre los conquistadores blancos que ‘hacen historia’ y los ‘pueblos sin historia’ no blancos (1) que andan hurgando indolentemente la tierra, de la misma manera, año tras año. Es como el viejo contraste que pensadores como John Locke establecieron entre los europeos ‘productivos’, dueños de propiedades privadas, y los Pueblos Indígenas, que nunca habían hecho ninguna ‘mejora’ en sus tierras y, por lo tanto, no tenían derecho a ellas. (2) Es como la dicotomía que promueven los capitalistas cuando dicen que es su ‘iniciativa’ e ‘ingenio’ distintivos lo que les da derecho a cosechar el sudor de sus trabajadores perezosos y menos inteligentes.

De hecho, REDD+ funciona mejor cuanto más colonialista es. Cuanto más indefensa se represente a la segunda clase y cuanto más predecible sea el futuro de sus bosques, más fácil será inventar cifras precisas de cuántos árboles se han ‘salvado’ con el dinero de REDD+. REDD+ no solo se basa en el racismo; también tiene incorporado incentivos para volverse cada vez más racista en cuanto más refinado y ‘mejorado’ se vuelve.

¿Por qué todo esto no ha provocado un gran escándalo? ¿Cómo ha logrado REDD+ encubrir su naturaleza colonialista durante tantos años?

Escondido detrás de la jerga

El secreto es la contabilidad del carbono.

La contabilidad del carbono de REDD+ es como la ley y la literatura del colonialismo clásico. Está ahí para mantener la desigualdad. La diferencia es que la contabilidad del carbono de REDD+ no proclama abiertamente su doble moral. La esconde literalmente bajo millones de páginas de jerga técnica. Nunca utiliza palabras como ‘gente de segunda clase’ y ‘gente de primera clase’. Nunca utiliza palabras como ‘desperdicio’ para referirse a las tierras de la gente de segunda clase, ni ‘hectáreas productivas’ para referirse a las tierras de la gente de primera clase. En su lugar, utiliza los términos ‘líneas de referencia’ (baseline en inglés) y ‘proyecto o programa financiado por REDD+’.

La ‘línea de referencia’ es un término en código para referirse a ‘destino’. Una línea de referencia (baseline) es lo que los poderes coloniales han decidido que no puede cambiar hasta que ellos lleguen para hacer la diferencia. Podría ser la naturaleza estática de los salvajes (noble o no) que habitan los territorios boscosos. Podría ser algo como la visión de Locke de las Américas como un territorio destinado al atraso eterno hasta la llegada de los europeos. O podría referirse al avance imparable del progreso capitalista hacia cada vez más zonas ‘de sacrificio’ para la extracción, en la Tierra o en el espacio exterior: el destino universal imaginado por numerosos ideólogos capitalistas en la actualidad.

En cualquier caso, la ‘línea de referencia’ de la tasa de destrucción de un bosque en la zona de un proyecto REDD+ siempre es estadísticamente predecible, ya sea a través de modelos económicos, imágenes satelitales, mediciones de árboles, extrapolación lineal de ejemplos seleccionados o cualquier otro método. Los contadores de carbono de REDD+ están profesionalmente comprometidos con el supuesto de que, en principio, pueden predecir los futuros de los bosques de los pueblos del bosque de la misma manera que los químicos predicen los resultados de las reacciones químicas.

Un proyecto REDD+ es diferente. Según las reglas de contabilidad del carbono de REDD+, nunca se permite predecir estadísticamente lo que hará un proyecto REDD+ a partir del previo comportamiento de los consultores de REDD+ o del dinero de REDD+. A diferencia de la línea de referencia, un proyecto REDD+ nunca está definido por el pasado. Mientras que a los pueblos de los bosques se les puede imaginar confinados por el destino estadístico, a los financiadores de REDD+ no.

Sin esta ficción dualista, los proyectos REDD+ nunca podrían ser definidos como ‘adicionales’ (que hacen una diferencia). Así como tampoco nunca podrían calcularse los ‘resultados’ que ofrece el dinero de REDD+ y nunca podrían generarse permisos para contaminar con carbono.

Los consultores de REDD+ –y las empresas y los gobiernos para los que trabajan– sin duda se sentirían extremadamente ofendidos si los contadores de carbono intentaran predecir su comportamiento futuro relacionado con el carbono sobre la base de sus lamentables registros pasados, y que luego lo redujeran a un único número. Sin embargo, se espera que los pueblos de los bosques se queden quietos mientras los contadores de carbono les dictan cuál será el destino inevitable de sus territorios si no aceptan los proyectos REDD+.

Entonces, en muchos sentidos, la contabilidad de carbono de REDD+ es solo un ejercicio más para escribir la historia colonialista. Cuando equivocadamente tratan a los habitantes de los bosques como pueblos atrapados por el pasado, los contadores de carbono borran simultáneamente partes inconvenientes de su propio registro. REDD+ sin colonialismo es tan inconcebible como el extractivismo sin colonialismo.

Avanzando con las críticas a REDD+

En resumen, el racismo de la contabilidad de carbono de REDD+ va mucho más allá del simple hecho de que los contadores de carbono generalmente tienen la piel blanca (aunque la tienen). El problema real es que la contabilidad de carbono de REDD+ es colonialista incluso cuando la utilizan personas de piel negra, marrón, amarilla o roja. Y cuanto mejor hace REDD+ su trabajo técnico de demostrar que el dinero REDD+ hace la diferencia, más colonialista se vuelve.

Irónicamente, esto es cierto incluso cuando REDD+ intenta tratar a los Pueblos Indígenas y a las comunidades campesinas como partes activas en la salvación de los bosques, en lugar de como invasores irresponsables de los bosques. REDD+ no tiene más remedio que asumir que las prácticas de los habitantes de los bosques, por muy buenas que sean, pueden ser considerablemente más efectivas con el dinero de REDD+. Pero el dinero de REDD+ necesita de la contabilidad de moléculas de carbono para cuantificar los derechos de contaminación que REDD+ proporciona a la industria de combustibles fósiles.

Esto significa que las beneficiosas prácticas de los pueblos de los bosques solo pueden ser reconocidas y ‘activadas’ cuando son registradas, medidas, reconceptualizadas, reorganizadas, certificadas y pagadas por instituciones típicamente dominadas por el Norte. Instituciones que están obligadas contractualmente a defender la continuidad de la extracción de petróleo, carbón y gas, que es un peligro para tantos otros pueblos de los bosques en todo el mundo.

Así que, una vez más, es un ‘suplemento blanco’ el que hace que fluya el dinero de REDD+. No la organización política de los propios pueblos de los bosques, que suponen, sin pruebas, nunca puede ser efectiva. Con REDD+, los Pueblos Indígenas y las comunidades campesinas pueden ganar reconocimiento por sus prácticas –y su propia agencia– solo cuando se les enseña a tratar dichas prácticas como un medio para fabricar derechos de contaminación baratos para los poderes dominantes.

Es por eso que REDD+ necesita ser eliminado, no reformado. Las reformas que buscan ‘líneas de referencia más precisas’ y ‘REDD+ indígena’ no harán más que conducir a la intensificación del colonialismo y al debilitamiento de los movimientos de los bosques. En momentos en que incluso algunos de los defensores más antiguos de las compensaciones de carbono descubren que ya no pueden defender esa práctica, (3) es hora de que quienes critican REDD+ sean aún más duros para que esa institución se termine de una vez por todas.

Larry Lohmann
The CornerHouse

(1) Eric Wolf, Europe and the People Without History, 2010.
(2) The 18th Century Common, Locke’s American Wasteland, 2018.
(3) REDD/Monitor, Bloomberg Green: “How the Carbon Offset Market is Slowing the Fight Against Climate Change”, 2021; and The Conversation, Climate scientists: concept of net zero is a dangerous trap, 2021.

 

>> Volver al índice de "15 años de REDD: Un mecanismo intrínsecamente corrupto"