¿Qué se esconde detrás de las letras R – E – D - D?

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no REDD - indigenous child

Este artículo forma parte de la publicación "15 años de REDD:

Un mecanismo intrínsecamente corrupto"

¿Qué significan las letras REDD?

Son la abreviatura de ‘Reducción de Emisiones derivadas de la Deforestación y la Degradación de los bosques”.

¿Por qué se discute sobre los bosques en las reuniones climáticas de la ONU?

El hecho de que se encuentre carbono tanto en el carbón, el petróleo y el gas como en los árboles, se usa a menudo para argumentar que la reducción de la deforestación es importante para evitar el caos climático (ver artículo en esta publicación ¿Todos los tipos de carbono son iguales? Carbono fósil, violencia y poder). El grupo de científicos que asesora a la ONU en materia de cuestiones climáticas ha legitimado este cuestionable argumento al afirmar que para evitar el colapso climático lo que importa es cuánto dióxido de carbono, un gas de efecto invernadero, se acumula en la atmósfera, no de dónde proviene este dióxido de carbono. (8) Las empresas de combustibles fósiles y los gobiernos de los países industrializados utilizan este argumento para distraer la atención de la urgente necesidad de proteger las antiguas reservas subterráneas de carbono de las que se origina la mayor parte del carbono de los gases de efecto invernadero. Esto significa poner fin a la extracción de carbón, petróleo y gas. REDD ayuda a retrasar esta decisión inevitable al hacer de cuenta que proteger los bosques (o plantar millones de árboles) puede deshacer el daño causado por la continua combustión de carbono fósil. Por lo tanto, es una distracción peligrosa.

¿Por qué hay tantos nombres diferentes para REDD y cuál es la diferencia entre ellos?

La explicación de cómo REDD ayudaría a terminar con la deforestación ha cambiado varias veces desde que se introdujo REDD en 2005. En parte, estos cambios reflejan la influencia de diferentes grupos de interés en el diseño de REDD. Inicialmente REDD iba a lograr la reducción de las emisiones derivadas de la deforestación ofreciendo dinero a las empresas que destruyen los bosques. Con cada cambio subsiguiente aumentaron las actividades que resultaban elegibles para lo que en ese momento se creía que abriría la puerta a grandes volúmenes de financiamiento internacional. La plantación de árboles, la extracción maderera, la conservación de los bosques y la intensificación de prácticas agrícolas tradicionales, como la agricultura migratoria, finalmente fueron declaradas actividades elegibles para recibir financiación de REDD. Hay como mínimo cinco variaciones diferentes de REDD, cada una con su propio nombre.

  • Comenzó en 2005 con RED, con el enfoque puesto en la D=deforestación. La suposición era que los pagos de RED harían que los bosques valieran más en pie que talados. El dinero de RED convencería a las empresas que planeaban destruir los bosques a dejar de talar los árboles.
  • En 2007 se agregó una segunda D=degradación: REDD habilitó pagos también a aquellos que dañan un bosque pero dejan algunos árboles en pie, de modo que lo que queda todavía se llama bosque en las estadísticas internacionales.

Tanto en RED como en REDD se prometieron pagos si quien planeaba destruir o degradar un bosque estaba dispuesto a anular esos planes. Éste fue un incentivo muy perverso porque invitaba al chantaje: si no me pagas, destruyo el bosque.

  • Poco después se agregó un +/plus: REDD+ habilitó pagos a empresas madereras y de plantaciones, así como a la industria de la conservación. Específicamente, el ‘+’ añade el ‘incremento de las reservas de carbono’ (plantaciones), el ‘manejo forestal sostenible’ (tala industrial) y la conservación (áreas protegidas) como actividades por las cuales se pueden solicitar pagos REDD.

Los argumentos para estos agregados varían. Entre las justificaciones más comunes figuran que los árboles absorben carbono a medida que crecen, por lo que plantar muchos árboles debería ser bueno para el clima (9), y que las empresas madereras necesitan dinero extra para poder permitirse el lujo de talar con más cuidado y practicar la llamada ‘tala selectiva’ con especial cuidado por el clima.

El argumento para agregar la conservación a la lista es aún más problemático. Para quienes ya protegen los bosques, la forma de calificar para recibir financiamiento de REDD es aceptar alguna de las siguientes historias: (1) algunas de sus actividades (la agricultura itinerante, por lo general) daña el bosque y deberán suspender o cambiar esas actividades a cambio de dinero REDD. O, (2) su bosque está amenazado por intrusos que invaden su territorio. Esta intrusión y la deforestación resultante solo pueden abordarse con dinero de REDD; sin REDD, quienes estaban protegiendo el bosque no tendrían suficientes fondos para detener la deforestación.

Estas historias o bien refuerzan la falsa percepción de que las poblaciones que dependen de los bosques son agentes de deforestación, o bien absuelven al Estado de su obligación de evitar la intrusión y destrucción de los bosques en los territorios de los Pueblos Indígenas. La segunda línea argumental ignora que en muchos países, proteger los territorios indígenas contra la intrusión es una obligación jurídica de las autoridades estatales. REDD pone esa responsabilidad en los pueblos que dependen de los bosques, cuyos bosques están siendo invadidos.

  • El siguiente cambio trajo los nombres REDD+ de paisaje y REDD+ jurisdiccional. El argumento para esto fue que REDD+ necesitaba abarcar zonas más grandes que trascendieran los proyectos individuales. Ahora se decía que se necesitaban programas REDD que abarcaran regiones enteras, provincias o Estados nacionales enteros para reducir la deforestación. De lo contrario, la destrucción podría salirse de los límites del proyecto REDD. El Acuerdo de París de la ONU de 2019 sobre el cambio climático se refiere a esta versión de REDD. Debido a que involucra numerosas zonas de bosque diferentes bajo diferentes regímenes de tenencia y propiedad, los gobiernos asumen la responsabilidad de contabilizar los cambios del volumen de carbono almacenado en los bosques bajo REDD+ jurisdiccional. La contabilidad del carbono de los proyectos individuales REDD+ tienen que integrarse de alguna manera en el balance del carbono forestal nacional o provincial del gobierno. El Fondo del BioCarbono del Banco Mundial dio inicio a este tipo de iniciativas. En el llamado mercado voluntario de carbono continúan dominando los proyectos REDD individuales, aunque se espera que estos proyectos se integren de alguna manera en los planes REDD+ jurisdiccionales. Cómo y cuándo sucederá esto, y qué significará para los proyectos individuales de REDD, sigue sin estar claro.
  • REDD nunca fue un nombre que funcionara bien para los departamentos de relaciones públicas; el término era demasiado largo, demasiado técnico, demasiado difícil de explicar, demasiado engorroso para traducirlo a otros idiomas. Con el aumento de la oposición a REDD y las fallas en el diseño de REDD cada vez más evidentes, las grandes ONG conservacionistas comenzaron a promover REDD con otro nombre: Soluciones basadas en la naturaleza o Soluciones climáticas naturales. (10)
  • REDD Indígena fue una concesión a la presión de los Pueblos Indígenas para recordarle a quienes promovieron REDD que en muchos lugares fue la resistencia de los Pueblos Indígenas a la destrucción de los bosques y la demarcación de territorios indígenas lo que mantuvo los bosques en pie. Esta propuesta surgió después de que la conservación se convirtió en una actividad elegible para REDD. La demarcación y el reconocimiento legal de los territorios indígenas ha sido una demanda central de los Pueblos Indígenas para participar en REDD Indígena. En la mayoría de los casos, esta promesa aún no se ha cumplido. (11)

¿A quién se le ocurrió la idea y quién promueve REDD?

Las discusiones se remontan al comienzo de las conversaciones climáticas de la ONU. Los proyectos que afirman reducir las emisiones evitando la deforestación (por ejemplo, las empresas de aceite de palma o de soja que no talan los bosques para expandir sus plantaciones) fueron excluidos del comercio de carbono en el marco del Protocolo de Kioto de la ONU de 1997. Los negociadores climáticos dieron cuatro razones principales para esta decisión: ( 1) estos proyectos generarían tantos créditos de carbono que “inundarían el mercado” y reducirían el precio de los créditos de carbono; (2) los bosques pueden incendiarse, y cuando lo hacen, se pierde la compensación de las emisiones de carbono fósil (el lenguaje utilizado en el debate en ese momento fue que el almacenamiento de carbono en los bosques carecía de la permanencia necesaria para permitir la compensación de las emisiones de carbono fósil); (3) la desaceleración de la deforestación en la zona limitada de un proyecto de compensación de carbono forestal no impide que quienes destruyen el bosque simplemente continúen su destrucción en otros lugares; y (4) no existe una forma directa de medir cuánto carbono se almacena en un bosque, por lo que las cifras son muy poco confiables y los cálculos revelaron grandes variaciones e imprecisiones.

ONG conservacionistas internacionales como Environmental Defense y Nature Conservancy, y grupos de expertos como el Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés) hicieron una fuerte campaña para que los proyectos de compensación forestal fueran incluidos en el mecanismo de comercio de carbono del Protocolo de Kioto. Continuaron con sus campañas y en 2005, la coalición “Coalition for Rainforest Nations”, a través de representantes de los gobiernos de Papúa Nueva Guinea y Costa Rica, reintrodujo la idea en las negociaciones climáticas de la ONU como RED (reducción de emisiones derivadas de la deforestación, ver arriba). Esta coalición a menudo se describe erróneamente como una coalición de naciones con bosques tropicales, mientras que su nombre correcto “Coalición para las Naciones con Bosques Tropicales” revela su verdadera naturaleza de ONG. Fue creada por dos graduados de la Escuela de Negocios de Columbia, uno estadounidense y otro italiano, uno de los cuales creció en Papua Nueva Guinea y ha integrado regularmente la delegación del país en las conferencias climáticas de la ONU.

Con el apoyo de gobiernos de países industrializados como Noruega, Alemania y el Reino Unido, esta “Coalición de Naciones para Bosques Tropicales” desempeñó un papel clave para que REDD se arraigara firmemente en las negociaciones climáticas de la ONU celebradas en Bali, Indonesia, en 2007. El mismo año, el Banco Mundial lanzó el Fondo Cooperativo para el Carbono de los Bosques (FCPF, por su sigla en inglés), con la intención de “impulsar un mercado de carbono forestal”. (12) Posteriormente también lanzó el Fondo del BioCarbono y el Programa de Inversión Forestal (FIP, por su sigla en inglés). Junto con iniciativas como el programa REDD Early Movers (REM) del gobierno alemán y la Iniciativa Internacional de Clima y Bosques de Noruega (NICFI) del gobierno noruego, estos programas han encabezado REDD+ en muchos países del Sur global.

Aunque los argumentos para no incluir el carbono forestal en los mecanismos de compensación del Protocolo de Kioto se mantuvieron incambiados, REDD se instaló como herramienta de política forestal internacional. Con el apoyo de una amplia gama de programas de financiación gubernamentales y filantrópicos, apareció una industria completamente nueva. Incluyó consultorías, empresas de proyectos REDD como Wildlife Works Carbon, estándares de certificación como los Estándares de Clima, Comunidad y Biodiversidad (CCBS por su sigla en inglés) y agentes de ventas especializados para proyectos REDD. Con los trabajos y las carreras vinculados a REDD, ahora es poco probable que la cuestión de la eficacia y la duda de si la idea es realmente adecuada para el propósito, ocupen el primer lugar en la lista de este grupo de proponentes de REDD.

¿Qué pasa con el dinero prometido por REDD?

El financiamiento para REDD proviene principalmente de cuatro fuentes. La mayoría de los fondos proviene de gobiernos, directamente y a través de entidades como el Banco Mundial y el Fondo Verde para el Clima. (13) Organizaciones filantrópicas y empresas interesadas en comprar créditos de carbono han financiado proyectos REDD individuales y a organizaciones que promueven REDD.

El Banco Mundial y otras iniciativas bilaterales REDD utilizaron su “asistencia técnica” para supervisar la preparación de “líneas de base” de las emisiones derivadas de la deforestación y del carbono almacenado en los árboles, así como el establecimiento de sistemas para medir, reportar y verificar (MRV) movimientos del carbono forestal. También prepararon sectores para su inclusión en los mecanismos de contabilidad y comercio de carbono y pusieron en marcha los cambios legales necesarios para permitir la participación de los países del Sur en los mercados de carbono en el marco del Acuerdo de París de la ONU u otros sistemas internacionales de comercio de carbono como el CORSIA de la industria de la aviación. (14)

El Banco Mundial, en particular, también ha utilizado iniciativas REDD como el Programa de Inversión Forestal (FIP, por su sigla en inglés), el Fondo Cooperativo para el Carbono de los Bosques (FCPF, por su sigla en inglés) (15) o la Iniciativa sobre Paisajes Forestales Sostenibles del Fondo del BioCarbono (ISFL, por su sigla en inglés) para abrir aún más las economías del Sur al carbono y a los mercados de materias primas agrícolas. Por ejemplo, la ISFL abarca actividades en cinco países (Etiopía, Zambia, Indonesia, Colombia y México). Su impacto en las políticas nacionales que afectan a la agricultura campesina puede ser de larga duración y preparar el terreno para que la agricultura campesina quede acorralada y se someta a la agricultura industrial. El Fondo del BioCarbono no oculta el objetivo de la iniciativa: ser pionero en programas que permitan a los países y al sector privado “adoptar cambios en la forma de uso del suelo que realizan los agricultores”. (16) Incluso si en última instancia estos programas venden pocos créditos de carbono, seguirán acorralando a la agricultura campesina frente a la producción agroindustrial y continuarán socavando las prácticas tradicionales de cultivo, como la agricultura itinerante y el uso de incendios controlados para la preparación del suelo.

 

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