Violencia, apropiación y resistencia: Sur y Este de África

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Eastern and southern Africa

Cada tanto, el boletín del WRM resalta las historias, luchas y reflexiones desde una parte específica del mundo. Este número se centra en las regiones del sur y este de África.

Para comprender mejor las luchas de los pueblos en esta vasta región, es crucial reflexionar sobre su historia. Esto incluye a un sistema económico dominante, basado en un modus operandi violento y racista, que tiene sus raíces en muchas otras formas de violencia ejercida sobre las vidas y los medios de vida y sustento de los pueblos. Este editorial destaca algunas partes de esta historia. Y esto, por supuesto, es solo la punta del iceberg.

El dominio colonial en el sur y este de África, que se remonta al siglo XIX, no se estableció fácilmente. Necesitó expediciones punitivas y represivas, así como estrategias y tácticas destinadas a destruir aquello que no era útil para los colonizadores. También requirió guerras territoriales para establecer un “orden” colonial. Los sistemas agrícolas se vieron afectados, con impactos paralelos en los bosques y las poblaciones que dependen de los bosques. La mayoría de los gobernantes coloniales adoptaron políticas que implicaron la alienación de la tierra, reservando gran parte de ella - especialmente la más fértil - para concesiones empresariales, colonos europeos y como “Tierra de la Corona”. Los pueblos indígenas fueron expulsados en gran medida a tierras menos fértiles. Por ejemplo, la Ordenanza de Tierras de 1923 en Tanzania, aprobada por los británicos, declaraba que toda su superficie terrestre - ocupada o desocupada - se consideraba tierras públicas, con un sistema de títulos que tenía predominio sobre la tenencia consuetudinaria. En el este de Zambia, se destinaron unas 900 mil hectáreas de tierra a más de 150 mil indígenas, mientras que a 80 colonos europeos se les asignaron alrededor de un millón 700 mil hectáreas. En Zimbabue se le arrebató a la población local grandes extensiones de tierra fértil que fueron asignadas a la empresa británica British South Africa Company, la cual se benefició de las actividades mineras a gran escala en la región. (1)

Estas reconfiguraciones impuestas y violentas del acceso y el control de la tierra y los bosques también impusieron un cambio en las prácticas, economías y culturas locales. La apropiación colonial redujo drásticamente la tierra disponible para la población indígena y reubicó a las comunidades. Se redujeron los períodos de barbecho, se alteraron las tradiciones y la organización local, se destruyeron los lugares sagrados y las plantas medicinales, se cambiaron los patrones de comercio y las pocas hectáreas de tierra que se dejaron para el sustento local terminaron siendo en su mayoría sobreexplotadas.

Las violentas apropiaciones de tierra también llevaron a una deforestación masiva que afectó directamente a las poblaciones indígenas. Como afirma un investigador de la Universidad Estatal de Washington: “Los grandes volúmenes de deforestación en el sur y el este de África fueron el resultado directo de que las empresas británicas talaron los bosques para dejar espacio a las minas de oro y de diamantes”. (2)

El investigador explica además cómo la British South Africa Company (BSAC) invirtió fuertemente en minas de oro, principalmente en Rhodesia (ahora Zimbabwe). Los supervisores mineros británicos controlarían desde unas 5 mil hectáreas a bastante más de 40 mil hectáreas de tierra. Pusieron en funcionamiento minas de oro con maquinaria pesada, mano de obra barata y madera: los túneles de la mina debían ser emparedados con madera, la maquinaria necesitaba combustible en base a la madera, los trabajadores necesitaban refugio construido con madera y había que construir almacenes de madera. Cuando las minas se quedaban sin madera, tenían que encargarla de otro lado, y esto podría ser “bastante costoso”. Una de las órdenes fue un contrato por 45 mil metros cuadrados de madera para construir ferrocarriles que permitirían la exportación de minerales. Es importante destacar sin embargo que mientras la compañía robaba impunemente la tierra, el oro y los diamantes de las poblaciones locales - con todos los impactos sociales y ambientales que esto conlleva -, esta consideraba que comprar madera era “costoso” para su negocio. No obstante, se deforestaron miles de hectáreas de bosques para apoyar la minería. Las minas de oro de Rhodesia fueron solo el comienzo de la extracción maderera y la deforestación en esta región.

Una de las minas de oro más dañinas fue la de la empresa Witwatersrand Gold Mining Company en Sudáfrica. Los depósitos de oro se descubrieron por primera vez en julio de 1886, una época en la que las monedas de Europa y Estados Unidos estaban respaldadas por el oro guardado en los bancos nacionales. Siete mil europeos se establecieron en la mina a fines de ese mismo año. En 1899, 100 mil mineros africanos trabajaron duramente en la mina, principalmente porque se vieron obligados a ganar dinero para pagar los impuestos que habían fijado forzosamente los colonizadores. Los explotaban como mano de obra barata y bajo condiciones crueles. (3) Se estima que se utilizó, anualmente, alrededor de 2 millones 300 mil dólares estadounidenses en la compra de madera, solo para mantener en funcionamiento la mina. Esta mina usó más de 16 mil galones (unos 60.500 litros) de agua por día, principalmente de un acuífero subterráneo. El agua se volvió inservible para la población local hasta el día de hoy, debido a la contaminación causada por la mina, en particular por el drenaje de ácido tóxico. (4)

A pesar de la violenta confiscación de las tierras, los medios de subsistencia, las economías y las culturas, los pueblos nunca dejaron de resistir, aún enfrentando severas represiones. En ocasiones, sus luchas fueron silenciadas, ya sea por los regímenes coloniales o posteriores a la independencia y por los gobiernos de la región, que continúan al servicio de un sistema económico que no ha perdido su carácter colonial.
Este boletín incluye dos artículos sobre los graves impactos que resultan de los monocultivos de árboles que invaden la región. En este caso, las plantaciones están controladas por la empresa noruega Green Resources. Uno de los artículos analiza el impacto de las plantaciones de Green Resources en Mozambique y el otro, de sus actividades en Uganda. Otro artículo evalúa las consecuencias de las plantaciones establecidas por la empresa de celulosa y papel Portucel en Mozambique. Una contribución desde Zambia describe las numerosas presiones sobre los bosques y las tierras de los campesinos en ese país - desde la expansión de la minería y la agroindustria hasta los proyectos de carbono forestal (REDD+). Otro artículo destaca los pesados impactos diferenciados que sufren las mujeres y las niñas por la extracción de minerales en Zimbabue y Mozambique, como ejemplos de los muchos casos en la región. Un artículo de Zimbabue explora la relación estrecha y crucial entre ciertos árboles y animales y el sustento de las poblaciones locales. Y finalmente, otra contribución reflexiona sobre el empuje para construir más mega-represas en la región con el discurso de generar energía “limpia”. Pero, ¿quién se beneficiará de esa energía y quién se verá afectado por su infraestructura?

(1) Campbell B. (1996) The Miombo in Transition: Woodlands and Welfare in Africa, página 83, http://www.cifor.org/publications/pdf_files/Books/Miombo.pdf
(2) http://history.libraries.wsu.edu/history105-06-stratton-fall2017/2017/09/01/deforestation-in-south-africa/
(3) Potenza, E. (1946) All that glitters, South African History Online – towards a people’s history, http://www.sahistory.org.za/archive/all-glitters-glitter-gold-emilia-potenza
(4) Idem 2