¿Cuáles son los paralelos entre los impactos y las respuestas frente al Covid-19 y al cambio climático?

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Ivonne Yánez, Acción Ecológica, Ecuador

Se pueden encontrar varios paralelismos entre la Covid-19 y el cambio climático. Desde el negacionismo a minimizar la gravedad de ambos problemas. Por ejemplo, tanto Donald Trump en Estados Unidos como Jair Bolsonaro en Brasil afirmaron que el virus se esfumaría con el calor primaveral y que era poco más que una gripe sin importancia. Para las dos problemáticas también se han aplicado teorías conspirativas. Trump dijo que el cambio climático es un invento de los chinos y de ambientalistas comunistas y, sobre el coronavirus, sostiene que se fabricó en laboratorios de Wuhan. En ambos casos es más fácil negar la crisis que admitir que ésta tiene relación con el modo de vida extractivista y megaindustrial.

La xenofobia y el racismo son otros paralelos. En relación con el cambio climático, muchos señalan la responsabilidad de los pobres porque contaminan, de los indígenas que deforestan, o atribuyen la crisis a un problema de sobrepoblación. Con el coronavirus, nos han saturado con escenas de los mercados con aparente poca higiene. Trump llamó al nuevo coronavirus, un “virus chino”, distrayéndonos de las verdaderas causas de la pandemia, como es la presión sobre los bosques o la existencia de mega granjas de cría industrial de animales. En ambos casos es siempre el fetiche del otro, el de afuera como responsable de todos los males.

Otro ejemplo que nos permite comparar ambas situaciones tiene que ver con el manejo de la información y la contrainformación. En los dos casos hay una estrategia concertada de ocultar información, malinformar o desinformar.

Hace más de 50 años ya se conocía científicamente que los combustibles fósiles causaban calentamiento global, pero esta información fue contrarrestada con otra proveniente de la industria energética. Aun sabiendo las causas, no se hizo nada. O lo que es peor, se avanzó intencionalmente en sentido contrario, pasando por el Protocolo de Kioto o el Acuerdo de París que lo que han hecho es empeorar la situación. Con la pandemia de Covid-19 ha sido igual. Una parte de la comunidad científica y el mismo departamento de seguridad de Estados Unidos ya conocían que nuevas cepas de coronavirus llegarían con fuerza brutal. Pero tampoco se hizo nada.

Ante el cambio climático, las respuestas planteadas desde los estados y el sector corporativo y financiero están desconectadas de la realidad. Así, se ha evitado tomar medidas drásticas de reducción de la extracción y consumo de combustibles fósiles. Con la Covid-19, de forma similar, la causa parece estar recayendo en un murciélago y un pangolín y en el propio virus, como si la existencia del virus fuese el problema que hay que resolver y no las causas de su viralidad. En el caso de la Covid-19 se ofrece información desordenada y caótica, para mantener a los inversionistas tranquilos y a la población sujeta a angustia e incertidumbre. Con el cambio climático, nos dicen que todos nos vamos a morir mañana, para poder aplicar la “doctrina de shock”.

Otra similitud tiene que ver con los impactos diferenciados. El cambio climático se ensaña más con la población indígena, campesina, mujeres, y sectores empobrecidos de las ciudades. Con la Covid-19, la tasa de mortalidad entre la población afrodescendiente, latina o empobrecida es muy superior que a la de la población blanca o entre los ricos. Lo mismo con el impacto social y económico, las clases populares y trabajadoras sufren en particular la crisis sanitaria y del cambio climático.

Podemos avizorar que luego de la pandemia vendrán más medidas económicas drásticas. Por ejemplo, al entender ahora más que nunca la importancia de las tierras agrícolas y el abastecimiento de alimentos, habrá más acaparamiento de tierras, y más apropiación del agua. En términos macroeconómicos, se profundizará aún más el extractivismo para, supuestamente, paliar la crisis. Probablemente habrá más financiarización de la naturaleza.

Se espera que esta crisis golpee fuertemente al capitalismo. Es de esperarse que el sistema financiero colapse también. Hasta ahora, el capitalismo siempre ha podido salir a flote, no solamente con el soporte de los dineros públicos, de la clase trabajadora, de las mujeres y a costa de la naturaleza, sino también gracias a inventos de riesgosos productos financieros, los cuales ya acarrearon crisis internas como ocurrió con las burbujas hipotecarias. Los bonos de carbono como negocios financieros con el clima están allí también. No debemos extrañarnos que ya se hayan lanzado productos financieros vinculados a la salud y al riesgo de expansión de virus. La mercantilización y financiarización de futuras pandemias está en camino como ciertamente ya ha ocurrido con los desastres climáticos.

Tampoco sería de extrañarse que las propuestas de instancias internacionales frente a la Covid-19 junten la “reducción” de la pobreza con la “conservación” de bosques sin personas y con la “descarbonización” de la economía, a través del mercado y la banca, la numerología y las nuevas tecnologías digitales que serán las que supuestamente “lideren” este camino.

Finalmente están las medidas de comando y control, como las que ya se usan para vigilar zonas sometidas al mercado de carbono y de servicios ambientales. Ahora, para control del Covid-19, se implantan mecanismos de control de la sociedad a través de sistemas de vigilancia digital y de leyes draconianas.

La Covid -19 para los gobiernos, los intelectuales o la academia dominante es una crisis aparte y, por tanto, hay que resolverla separada de la crisis del clima, la crisis de la caída de los precios del petróleo, y otras más. Por eso, sus supuestas soluciones siempre han profundizado la crisis o creado nuevas. Pero las organizaciones y los pueblos en movimiento, ya se dan cuenta que la crisis climática y el Covid -19 son parte de una misma crisis histórica.

Hoy vemos cómo en los lugares más vulnerables a los desastres climáticos, les embate además el Covid -19 y proyectos extractivos o la implantación del agronegocio o industrias contaminantes. Ante la resistencia se militarizan los territorios y se criminaliza a los líderes comunitarios. Son exposiciones múltiples a las que son sometidas poblaciones empobrecidas y marginalizadas. Ante esto, diversas organizaciones de base proponen salidas: la soberanía alimentaria y energética, el trabajo en minga, la solidaridad, la organización comunitaria. Es un reencontrarse con los territorios y territorializar las luchas.

Las propuestas desde los pueblos son desde abajo y participativas. Y lo son tanto para defender los territorios frente al extractivismo, al cambio climático, como con acciones de cuidado colectivo frente a la pandemia. Surgen muchas iniciativas distintas y contrapuestas a las de los estados centralistas. Y quizás por eso más efectivas que cualquier gobierno de izquierda o de derecha, progresista o neoliberal.

Acción Ecológica Opina. ECOFASCISMO. Abril 2020.
Black people four times more likely to die from Covid-19, ONS finds. The Guardian. 07/05/2020.
CLIMATE CHANGE SERVICE.
Decades of Science Denial Related to Climate Change Has Led to Denial of the Coronavirus Pandemic. INSIDE CLIMATE NEWS.
First Person: COVID-19 is not a silver lining for the climate. UN Environment chief
How the oil industry has spent billions to control the climate change conversation. The Guardian. 08/01/2020.
La financiarización de la crisis del COVID19. Armando Negrete. ALAI. 30/04/2020
Stockholm Environment Institute. SEI.
The unholy alliance of COVID-19, nationalism, and climate change. MIT Technology Review.

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