Las plantaciones no son bosques

Imagen
WRM default image

La expansión de monocultivos forestales, especialmente en el Sur, se ve favorecida por la combinación de varios factores: tierra barata, bajos costos de mano de obra, rápido crecimiento de los árboles, subsidios, apoyo de organismos internacionales de “ayuda” y de bancos multilaterales de desarrollo, tecnología suministrada por proveedores con sede en los países llamados desarrollados, y asesoría de consultoras también del Norte.

Las plantaciones no son bosques. Las plantaciones son agroecosistemas uniformes, que substituyen a los ecosistemas naturales y su biodiversidad, tanto a los bosques nativos (por ejemplo, en Chile, Brasil e Indonesia) como a la pradera (casos de Uruguay y Sudáfrica). La sustitución de los ecosistemas naturales por plantaciones forestales a gran escala provocan generalmente impactos ambientales y sociales negativos: disminución del rendimiento hídrico, modificación de la estructura y la composición de los suelos, alteración de la abundancia y riqueza de la flora y la fauna, usurpación de los bosques ocupados por pueblos indígenas, expulsión de campesinos e indígenas de sus tierras y pérdida de sus medios de vida.

Plantaciones para pulpa

Las plantaciones forestales industriales ocupan más de 100 millones de hectáreas en el mundo. Este modelo productivo no se basa en las necesidades materiales y espirituales de la poblaciones locales. Tampoco tiene como propósito beneficiar a estas comunidades ni al ambiente. Su interés es producir materia prima barata para la industria papelera mundial -principalmente a partir de madera de eucalipto- con el fin de asegurar el actual sobreconsumo de papel y productos derivados, especialmente en el Norte. Ya el 29% de la fibra utilizada en la industria del papel proviene de plantaciones de rápido crecimiento y dicha cifra está creciendo.

Comunidades locales y organizaciones sociales desde Brasil a Hawai y desde España al Congo se están organizando para oponerse a este modelo. Sin embargo, debemos tener presentes algunas dificultades, como ser: la generalizada creencia en la opinión pública de que plantar árboles es siempre algo bueno para el ambiente y para la preservación de los bosques nativos; la presentación del incremento del consumo de papel vinculándolo al aumento de la educación y los niveles de alfabetización en los países llamados subdesarrollados; la falta de serias evaluaciones de impacto ambiental, así como de alternativas al modelo dominante, etc.

Plantaciones para madera

El esquema de producción y las consecuencias de las plantaciones para madera -de pino, de teca y de otras especies- son similares a las de las plantaciones para pulpa, si bien presentan diferencias en el manejo, dado que su propósito es la producción de madera.

Plantaciones de palma aceitera

Entre las plantaciones no madereras, son especialmente importantes las de palma aceitera. El consumo mundial de productos provenientes de la palma aceitera aumentó en un 32% durante los últimos cinco años. En Malasia -el mayor exportador de aceite de palma en el mundo- y en Indonesia se están talando e incendiando bosques para dar lugar a plantaciones de palma. Los campesinos están siendo privados de sus tierras y recursos. Las compañías plantadoras de palma han sido responsables por los incendios que destruyeron 80.000 hectáreas de bosques en Indonesia en el correr de este año. Plantaciones de este tipo se están expandiendo en Costa de Marfil, Brasil, Colombia, Ecuador, Honduras y otros países, provocando en todos los casos similares impactos ambientales negativos.

Plantaciones como sumideros de carbono

Si bien los países de la OCDE son responsables del 77% de las emisiones de CO2 provenientes de la quema de combustibles fósiles -cuya concentración en la atmósfera es considerada una de las principales causas del calentamiento global- los mismos están abogando por una “solución” que consiste en utilizar la actividad fotosintética de las hojas de los árboles para capturar CO2 y retener carbono en el tejido de la madera. Los denominados “sumideros de carbono” son plantaciones de especies de rápido crecimiento a ser instaladas en el Sur. El modelo es sencillo: el Norte seguirá largando CO2 a la atmósfera, mientras que el Sur se responsabilizará de capturarlo mediante una nueva “cubierta forestal”. El esquema se llama “implementación conjunta” y constituye el argumento más reciente que los promotores de las plantaciones forestales están utilizando para justificar sus actividades. De acuerdo con una estimación, se requerirían 300 millones de hectáreas de plantaciones de especies de rápido crecimiento para absorber los volúmenes anuales de CO2 a nivel mundial, si, como se espera, el actual ritmo de emisiones se mantiene. No hay evidencias científicas de su eficiencia, dado que su capacidad para capturar el CO2 puede resultar muy influenciada por el cambio climático.

Los cuatro tipos de plantaciones forestales anteriormente mencionados tienen puntos en común:

- Todas ellas son a gran escala
- Son monocultivos que corresponden a un esquema industrial, cuyo propósito es la producción de un producto de exportación o un servicio obtenido a bajo costo en algún país del Sur
- Provocan importantes impactos negativos desde el punto de vista social y ambiental
- Su implementación es el resultado de decisiones verticalistas, a partir de una percepción de la realidad exclusivamente a escala global y focalizada principal -si no exclusivamente- en la obtención de beneficios económicos
- Las comunidades locales y las sociedades nacionales son ignoradas en los niveles de decisión. Simplemente son usadas como proveedoras de fuerza de trabajo barata, a la vez que sus tierras y sus recursos son directa o indirectamente apropiados por parte de poderosos agentes del país o extranjeros.