16 de octubre: Día Mundial de la Soberanía Alimentaria

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El modelo de desarrollo económico promovido desde los centros de poder ya ha mostrado a las claras que lleva al desastre social y ambiental, tanto a nivel local como en el plano global. El cambio climático es el ejemplo más claro en lo ambiental, en tanto que la creciente escasez de alimentos que sufren millones de personas lo demuestra a nivel social.

Las políticas globales no solo no hacen nada para resolver los problemas, sino que los agravan. No por ignorancia, sino por designio. El resultado es la apropiación de más y más recursos por parte de empresas transnacionales cada vez más grandes y poderosas. La semilla, el agua, el suelo, la biodiversidad, pasan a ser propiedad de dichas empresas y las poblaciones locales son despojadas de los recursos que aseguran su sustento. Algunos ejemplos en ese sentido son los siguientes:

- La agricultura familiar –productora de una amplia variedad de alimentos- es destruida para dar lugar a la producción industrial de un solo producto, usualmente no destinado a la alimentación humana y normalmente para exportación.

- Enormes áreas de tierras agrícolas y ganaderas son destinadas a la producción de madera para celulosa (eucaliptos, pinos) o de agrocombustibles (maíz, palma aceitera, caña de azúcar, jatrofa).

- Los manglares -fuente de vida para miles de pobladores locales- son destruidos para dar lugar a la producción industrial de camarones para exportación.

- El madereo comercial no solo afecta la disponibilidad de alimentos y otros recursos de los que dependen las poblaciones locales, sino que es la punta de lanza para la sustitución del bosque por monocultivos para exportación (soja, palma aceitera, caucho).

- La explotación petrolera y minera contaminan el agua, el aire y los recursos de los que se alimentan las poblaciones locales (pesca, caza, recolección).

- Las grandes represas hidroeléctricas expulsan poblaciones enteras y destruyen los recursos alimenticios de los que dependen miles de personas que habitan en el área afectada.

Nada de eso es casual y las decisiones son tomadas con plena conciencia de los impactos que conllevan. Bajo el manto del discurso del “desarrollo sustentable” se lleva a cabo la destrucción a gran escala de la naturaleza y de todos los recursos que hasta entonces aseguraban la soberanía alimentaria de las poblaciones locales.

El divorcio entre las necesidades de las grandes mayorías y las políticas globales es cada vez más profundo. Mientras los pueblos claman por alimentos suficientes en cantidad y adecuados en calidad, los gobiernos abren las puertas a inversiones extranjeras que profundizan el proceso de apropiación y destrucción de los recursos. Como resultado, la población de países ricos en recursos naturales es despojada de sus recursos, se vuelve cada vez más pobre y pasa a sufrir hambre y desnutrición.

Para colmo, hasta los problemas más graves –como por ejemplo el cambio climático- son percibidos desde el poder económico como “oportunidades de negocios” y son tratados como tales. Es así como se ha desarrollado un científicamente absurdo pero económicamente muy redituable “mercado de carbono”, en el que destructivos monocultivos de árboles son publicitados como positivos “sumideros de carbono”, donde se negocia por dólares la conservación o destrucción de bosques, donde se promueven los duramente cuestionados agrocombustibles como la tabla de salvación de la humanidad, donde se vuelve posible lo imposible: que la quema de petróleo se pueda “compensar” y que las personas y empresas puedan volverse “neutras en carbono” mediante un simple pago de dinero a hábiles empresarios del mercado de carbono.

Frente a todo este panorama son muchas las luchas que se levantan buscando alternativas reales para enfrentar la creciente catástrofe social y ambiental que las grandes empresas han impuesto a la humanidad. Muchas de ellas se están unificando bajo la bandera de la soberanía alimentaria, que apela a la sensatez de destinar las tierras a satisfacer las necesidades alimentarias de la gente, que promueve la agricultura familiar y cooperativa como la base de la producción de alimentos, que impulsa un comercio enfocado en lo local, que plantea la conservación de los recursos mediante prácticas agrícolas, ganaderas y forestales adecuadas. Que apela, en definitiva, a la justicia social basada en un uso responsable de la naturaleza.

En este 16 de octubre hacemos entonces un llamado conjunto a tod@s para que esta fecha sirva para unificar aún más luchas para defender y promover la Soberanía Alimentaria de los pueblos.

Via Campesina - Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales