Si bien se suele asociar el acaparamiento a la apropiación de tierras para realizar grandes plantaciones industriales de productos de exportación, o para proyectos de conservación tipo REDD, los Ogoni del Delta del Níger lo han sufrido en forma diferente, con la desaparición de sus territorios, tierras tradicionales, manglares fértiles y sistemas fluviales debido a las actividades de las compañías petroleras que asolan la región desde hace décadas. Una visita de miembros de EJOLT (ver el blog de EJOLT: http://www.ejolt.org/2013/04/crude-justice-ecocide-in-the-niger-delta/) a las aldeas de Goi y Godo City, Ogoniland, fue un recordatorio estremecedor del precio que pagan las comunidades cercanas a algunos de los campos petrolíferos más redituables del Delta del Níger. La visita también permitió ver la dignidad y la determinación con las cuales las comunidades Ogoni piden justicia desde hace varias décadas y reclaman que las compañías petroleras limpien el petróleo que dejaron derramarse en los manglares y los campos, petróleo que se infiltró en el suelo e impregnó la piel de las personas condenadas a convivir con una destrucción de un alcance inimaginable, que no les aporta ningún beneficio pero que pagan muy caro. “Sólo vinieron a poner un cartel que dice que esta tierra está contaminada y que hay que mantenerse alejado”, comenta un residente de 58 años que debió abandonar su aldea cuando un derrame de petróleo la volvió inhabitable. “No limpiaron nada. Nadie conoce el nivel de contaminación de nuestras aldeas.”
La lucha de una década por justicia continúa, porque también continúa la enorme injusticia cometida contra las comunidades del Delta del Níger: cada año, el equivalente a un petrolero Exxon Valdez lleno de crudo se derrama en los manglares, los ríos y los suelos de la región. El volumen de petróleo derramado en el golfo de México a causa de la explosión que destruyó la plataforma petrolera Deepwater Horizon de BP en 2010 fue menor que el que fluye cada año de la red de terminales, ductos, estaciones de bombeo y plataformas del Delta del Níger. Y, sin embargo, esos derrames han pasado casi desapercibidos; la prensa internacional no les dedicó casi ningún titular y las empresas, los gobiernos y los consumidores del petróleo del Delta del Níger prefirieron ignorarlos a tomar medidas de justicia para quienes, desde hace décadas, son víctimas de esa situación. Sin esa atención internacional, el precio que deben pagar las personas, las comunidades, los ríos, los manglares y los suelos donde se sigue cultivando alimentos es invisible para quienes dependemos cotidianamente de los derivados del petróleo, especialmente en los centros de consumo.
A medida que las instalaciones petroleras envejecen, los derrames se vuelven más frecuentes en el Delta del Níger, pero son una realidad permanente desde que Shell comenzó a extraer petróleo en Nigeria a fines de los años 1950. “Desde que comenzó la explotación petrolera a gran escala en el Delta del Níger en 1958, ha habido más de 4.000 derrames de petróleo y ninguno fue limpiado”, explica Godwin Ojo, director de la organización Environmental Rights Action (ERA), que ayuda a las comunidades afectadas por la destrucción provocada por la extracción de petróleo en Ogoniland. Más de 400 km de oleoductos ya viejos, a menudo oxidados y en peligro de ruptura; varios cientos de pozos, muchos de ellos a medio desmantelar después de que su producción se detuvo; más de un centenar de sitios para la combustión de gases – formalmente prohibida en 1984 y declarada “inconstitucional” por la suprema corte nigeriana en 2005, pero que se sigue realizando porque a las empresas les sale más barato quemar el gas que capturarlo para transformarlo en electricidad –; fuerzas de seguridad generalmente armadas e involucradas en conflictos que, cada año, cuestan la vida a cientos de personas, han transformado en un combate diario lo que solía ser una buena vida. Una vida de abundancia, en una región donde los manglares fértiles (ver Boletín 151) producían alimentos, tanto para la subsistencia como para la venta en los mercados locales. “La esperanza de vida en Nigeria está en torno de los 50 años, es decir 20 años menos que el promedio mundial, pero en las aldeas que rodean los campos petroleros es de 41 años. Un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente sobre la región Ogoni reveló que el nivel de substancias cancerígenas del agua era 900 veces más alto que el nivel de seguridad. Entre las quejas locales sobre problemas de salud figuran enfermedades respiratorias, lesiones de la piel, pozos de agua potable envenenados con benceno. Como la lluvia ácida corroe los techos de chapa de las casas, incluso el agua de lluvia es demasiado tóxica para poder beberla. “Siempre había comida”, comentaron algunos residentes. En todo el delta, las comunidades seguían practicando la agricultura tradicional, cultivando arroz, mandioca, batata y caña de azúcar. En los arroyos pescaban caracoles, cangrejos, otros mariscos y peces. “Pero cuando empezaron los derrames, destruyeron toda la vida del manglar. Hoy debemos elegir entre no comer o comer alimentos que van a matarnos”, comentó un habitante de la aldea de Goi, actualmente abandonada.
Los “derrames” de los que hablan quienes vivían en Goi son los de 2008-2009, cuando “dejaron que el petróleo saliera a chorros durante más de dos meses, en chorros de dos pisos de altura”. Cinco años más tarde, los botes de pesca siguen ahí, en los bordes del río Bodo, en Bodo City, como si el derrame hubiera ocurrido hace poco tiempo. Los habitantes suponían que Shell, la compañía cuyos oleoductos se habían roto causando el derrame, iba a detenerlo y a reparar los daños en poco tiempo para que los botes pudieran volver a salir a pescar. Pero la limpieza nunca se hizo, y un grupo de aldeanos demandó a la transnacional anglo-holandesa Shell ante una corte holandesa (ver Boletín 187). El 30 de enero de 2013, la corte decidió que Shell era responsable de haber contaminado el Delta del Niger, con graves consecuencias para la vida de los habitantes de Ikot Ada Udo, Estado de Akwalborn. Sin embargo, inexplicablemente la corte también decidió que, en el caso presentado por los habitantes de Goi – que habían sufrido exactamente la misma destrucción ambiental, o más aún, que los de Ikot Ada Udo –, Shell no era responsable porque había hecho lo necesario para mantener sus oleoductos, y que los derrames se debieron al “sabotaje” realizado por personas que robaban petróleo. “Cuando finalmente vinieron de Shell, pensamos que dirían algo razonable, pero sucedió lo contrario. Sólo decidimos dirigirnos al sistema judicial cuando nos encontramos acorralados. Ahora decidimos que esta batalla legal debe terminar haciendo justicia.” Otro aldeano comentó: “No logramos justicia pero al menos nuestra demanda fue oída”. Los habitantes de Goi y las organizaciones que los apoyan se disponen a apelar la decisión favorable a Shell, para lograr no sólo ser oídos sino también obtener justicia.
Ver, oler y tocar la áspera capa de petróleo crudo que innumerables derrames han esparcido sobre los suelos fértiles y los manglares en torno a Goi, Bodo City y muchas otras aldeas afectadas por la destrucción que trajo el petróleo al Delta del Niger, vuelven más fuerte la necesidad de reiterar el llamado lanzado por la red OilWatch, “Dejen el petróleo, el carbón y la arena bituminosa en el subsuelo”, no sólo porque, si no lo hacemos, las generaciones futuras no podrán evitar un cambio climático desenfrenado, sino porque comunidades como las de Bodo City y la aldea fantasma de Goi están pagando desde hace demasiado tiempo para que “compañías como Shell sigan llevándose ganancias que, en 2012, fueron de las más altas del mundo”, aproximadamente 28.600 millones de dólares o 2 millones de dólares por hora.
Artículo basado en:
(1) Notas de la visita realizada por el WRM a las aldeas de Goi y Bodo City en marzo de 2013.
(2) Getting away with Ecocide: Shell in the Niger Delta. Leah Temper. EJOLT - Environmental Justice Project http://www.ejolt.org/2013/04/crude-justice-ecocide-in-the-niger-delta/
PNUMA, Evaluación Ambiental de Ogoniland,http://www.unep.org/disastersandconflicts/CountryOperations/Nigeria/
EnvironmentalAssessmentofOgonilandreport/tabid/54419/Default.aspx