Al tiempo que la ingeniería genética aplicada a la producción de alimentos está provocando preocupación entre los consumidores y los ciudadanos, y muchos científicos expresan sus dudas y críticas en relación con la misma, transnacionales de la alimentación, la forestación y la energía se han reunido para desarrollar árboles genéticamente modificados, que se espera puedan crecer más rápido o contener componentes deseados por la industria (ver boletines 26 y 27 del WRM).
En agosto pasado la Oficina de Manejo de Riesgos Ambientales (Environmental Risk Management Authority - ERMA) de Nueva Zelandia recibió --a través de una página web especialmente abierta con ese propósito (www.context.co.nz)-- 700 mensajes sobre pinos genéticamente manipulados. Esa iniciativa de democracia participativa, aplicada a una importante cuestión ambiental, es parte del proceso de evaluación de la solicitud realizada por el Instituto de Investigaciones Forestales (Forest Research Institute - FRI) al ERMA para realizar un ensayo de campo con pinos alterados genéticamente. Es importante subrayar que hasta ahora este nuevo sistema nunca había recibido más de 50 opiniones respecto de un tema, lo que revela claramente la preocupación del público en relación con éste.
La enorme mayoría de los 700 mensajes fue crítica respecto del experimento propuesto para ser realizado a nivel de ensayo de campo. Mario Rautner, activista de Greenpeace en el área de biotecnología forestal, expresó que los resultados muestran claramente que la gente no está de acuerdo con la liberación de árboles genéticamente modificados al ambiente. "Estamos convocando al FRI para que acepte que existe oposición a nivel de la opinión pública a este experimento. Nos gustaría que ahora el FRI declarara una moratoria voluntaria y se abstuviera voluntariamente de realizar el ensayo. Los árboles genéticamente modificados constituyen un serio riesgo para el ambiente y nos oponemos a experimentos de consecuencias impredecibles para la naturaleza" agregó. La cuestión es saber si las autoridades actuarán respetando la voluntad del público y renunciarán definitivamente al ensayo o si responderán a los intereses de la industria.
Debe destacarse que la inclusión de las plantaciones forestales como supuestos sumideros de carbono bajo el MDL del Protocolo de Kioto significaría un estímulo para el desarrollo de la biotecnología en el sector forestal, con el argumento de que los árboles genéticamente modificados serían capaces de crecer más rápido y absorber más CO2 en menos tiempo. Un riesgo adicional a tener en cuenta por los negociadores sobre el clima para el próximo encuentro de La Haya.
Artículo basado en información suministrada por: Mario Rautner, Greenpeace New Zealand, 11/8/2000 y 31/8/2000, consultar por más información sobre árboles genéticamente modificados en Nueva Zelandia.