Entre el 17 y el 19 de noviembre de 2004, en la Universidad de Duke de Carolina del Norte, en EE.UU., tuvo lugar una conferencia de primera línea sobre tecnología de ingeniería genética aplicada a los árboles. Estuvieron presentes representantes de las principales compañías de biotecnología, entre ellas Arborgen, Cellfor y otras; así como algunas de las instituciones líderes en investigación como el Instituto de Biotecnología Forestal, Joint Genome Initiative del Departamento de Energía, el Servicio Forestal de EE.UU. y el Servicio Forestal de Canadá, además de muchas otras personas que simplemente estaban interesadas en aprender más acerca de la tecnología de árboles transgénicos. Por último, también había cinco de nosotros, representando la “oposición”, organizadores que trabajamos para terminar con los árboles trangénicos, educando a los propietarios de tierras, investigando potenciales acciones legales que permitan detener su desarrollo y haciendo campañas internacionales, entre otras cosas. Habíamos sido invitados a participar todos juntos comprimidos en un panel al final, como forma de agregar algo de “equilibrio”.
La mayor parte de la conferencia resultó una gigantesca sesión de “porristas” celebrando la tecnología, con cada presentador palmeándose en la espalda a sí mismo por sus logros a la vez que aplaudiendo el trabajo de otros en la sala.
En su presentación de apertura titulada “Precision Forestry”, Jesse H. Ausubel del Programa para el Ambiente Humano de la Universidad Rockefeller explicó que la forestación en nuestro mundo en crecimiento necesita seguir el modelo de la agricultura. Argumentó que la intensificación de la agricultura -que comenzó en los años cuarenta con el uso de los tractores mecanizados y los fertilizantes, plaguicidas y herbicidas químicos- ha sido un gran beneficio para toda la humanidad y que la forestación debe seguir el mismo modelo. Es necesario avanzar hacia plantaciones forestales intensivas, argumentó, incluyendo el uso de productos químicos e ingeniería genética, para poder satisfacer la necesidad creciente de productos forestales en el mundo, y a la vez proteger los bosques que aún quedan. Lamentablemente olvidó mencionar que la “revolución verde” de la agricultura ha sido un desastre para la mayor parte del Sur, y ha servido para crear monopolios virtuales de control sobre gran parte del suministro de alimentos del mundo, trayendo consigo mayor desnutrición y hambre. Ausubel sugirió que estas plantaciones de árboles de alta tecnología se ubicaran en tierras agrícolas “abandonadas” (en el Sur).
Si bien el nombre de la conferencia era “Genomia del paisaje y bosques de coníferas transgénicas”, su tema central eran las relaciones públicas. Uno tras otro, los oradores presentaron su pieza del puzzle de los árboles transgénicos mientras preguntaban “¿Cómo podemos hacer para sumar gente a favor del tema?” o “¿Cuáles son los aspectos “amigables” de esta tecnología que podemos usar para ganarnos al público?” Esto llevó a que el evento resultara más parecido a una conferencia de marketing sobre árboles transgénicos que a una discusión sobre el estado de la tecnología. Los expositores reconocieron que va a ser muy difícil vender los árboles transgénicos, debido a la reacción negativa que ya existe contra los alimentos genéticamente modificados. También se reconoció que la relación de la gente con los árboles -como refugio silvestre y tranquilo- generaría resistencia a la idea de manipularlos. Al decir de un expositor “habrá que educar desde temprana edad y trabajar directamente en la cultura para lograr la difusión de árboles transgénicos en el paisaje forestal privado.”
Estas estrategias en "tierras privadas" para lograr la aceptación pública de los árboles transgénicos son fundamentales en los EE.UU., donde el 63% del “paisaje forestado” está en manos privadas. La industria debe idear estrategias para introducir los árboles transgénicos en estas tierras.
En el correr de la conferencia, los participantes identificaron unos pocos aspectos “amigables” que consideraron que podrían ser útiles para vender los árboles transgénicos al público. El primer aspecto que examinaron fue la modificación genética en castaños y olmos para hacerlos resistentes a las enfermedades que en gran medida los han hecho desaparecer de EE.UU. Les pareció que venderle a la gente la idea de que la ingeniería genética podría devolverles los amados castaños y olmos perdidos era muy útil.
Una segunda idea que se analizó fue el uso de los árboles transgénicos para contrarrestar las infestaciones de especies invasoras que han venido devastando los bosques en todo EE.UU. El Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los EEUU declara que las especies invasoras son la amenaza número uno del hábitat de la vida silvestre. Como solución, un expositor propuso crear especies “nativas” genéticamente modificadas que puedan superar a las especies invasoras. El hecho de que los árboles transgénicos, por la naturaleza misma de sus trans-genes modificados, no sean “nativos” sino potenciales invasores en extremo, de alguna forma fue pasado por alto. También se omitió la discusión sobre cómo lidiar con las verdaderas causas de estas invasiones –como, por ejemplo, la eliminación de las barreras al comercio impuestas por el neoliberalismo. Entre las llamadas “barreras al comercio” se incluyen las normas fitosanitarias que se usan, en primer lugar, para tratar de detener la entrada de las especies invasivas al país en los rolos importados o en otros huéspedes similares.
La tercera idea, que fue tema de gran parte de la conferencia, fue el uso de los árboles genéticamente modificados para almacenar el carbono emitido por la quema de combustibles fósiles (supuestamente para ayudar a detener el calentamiento global). A los participantes les encantó esta idea, y sintieron que era una estrategia sin puntos en contra. Promover los árboles transgénicos como solución al calentamiento global ¿a quién no le encantaría?
Lamentablemente, ya hay comunidades en Brasil, Ecuador, Costa Rica y otros países, que sufren los impactos dañinos de las plantaciones forestales como sumideros de carbono. La adición de árboles genéticamente modificados a estas plantaciones conducirá a la crisis de la salud de los bosques que empeorarán el calentamiento global y comprometerán aún más la capacidad de las poblaciones que habitan los bosques y las zonas rurales de vivir sustentablemente en la tierra (ver artículo "Árboles genéticamente modificados y calentamiento global" ).
Los científicos en los EE.UU. están procediendo con la tecnología de árboles transgénicos con las anteojeras puestas. Solo miran los “beneficios” que -según se han convencido entre sí- traerán los árboles transgénicos, e ignoran las lecciones obvias de la agricultura transgénica que surgen como enormes señales de advertencia. Pero al mismo tiempo están muy nerviosos. Saben que la gente odia esta tecnología y buscan formas de “darle vueltas” para hacerla más aceptable. Se trata de una tecnología altamente discutible, que solamente puede volverse más y más discutible en la medida en que se preparan para establecer en todo el mundo plantaciones comerciales de estos árboles “Frankenstein” en las comunidades y en sus alrededores.
GJEP (Global Justice Ecology Project) tiene una campaña mundial para detener los árboles genéticamente modificados. Para participar contáctelos a través de info@globaljusticeecology.org , http://www.globaljusticeecology.org o escriba a GJEP, PO Box 412, Hinesburg, VT 05461 EEUU
Por: Anne Petermann, Global Justice Ecology Project