Australia: fuerte alegato contra destructivos monocultivos de árboles

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El programa "Plantation 2020 Vision", con el que el Gobierno federal apunta a establecer 650.000 hectáreas de plantaciones de árboles en Tasmania durante los próximos veinte años (ver Boletines N° 37, 55 y 64 del WRM), utiliza y amplía la violenta historia de despojo del país, cuando el destino de la población indígena era ser sacados a empellones del camino por los europeos.

Mostrando elementos de la doctrina de "terra nullius", la iniciación de la "Política de protección de la tierra agrícola" (PTA) en 1997 aseguró que se negara y se siga negando hoy en día a los tenedores de tierras la posibilidad de desarrollarse a partir de parcelas existentes con una superficie menor a 40 hectáreas. La ocupación múltiple está totalmente prohibida y la subdivisión está severamente restringida.

Simultáneamente, el gobierno estatal y el federal asistieron a las grandes corporaciones para que pudieran ampliar su base de recursos financieros y les concedieron una categoría fiscal privilegiada. Las corporaciones llegaron tras su botín y ofrecieron precios artificialmente bajos a los propietarios, que ya no podían utilizar sus tierras en forma efectiva ni venderlas a ningún otro. Nadie más tenía dinero para comprarlas.

Resulta claro que las compañías "forestales" quieren árboles gratis y no comercio justo o libre. El departamento forestal empresarial del gobierno de Tasmania ha entregado literalmente más de 100.000 hectáreas de tierras a las multinacionales -sin cargo- y continúa vendiendo nuestros bosques nativos a precios mucho más bajos que su nivel de reemplazo.

El pueblo de Tasmania quiere proteger sus bosques únicos. Muchos árboles tienen más de 90 metros de altura y varios cientos de años -ya eran antiguos en la época en que Van Diemen "descubrió" la isla. Especies preciosas tales como mirto, sasafrás, pino Huon y granadillo se mezclan con eucaliptos y otras especies nativas. Así son nuestros hermosos y diversos bosques nativos. Pero el programa empresarial "Plantation 2020 Vision" y otros robos similares de la industria ya han convertido a la mayoría en astillas o los han desperdiciado quemándolos en el propio bosque.

Para asegurar que los pobladores locales no puedan opinar sobre el reemplazo de nuestros bosques y granjas por monocultivos de árboles, los programas de planificación local están redactados de tal forma que impiden totalmente el aporte de la comunidad en cuanto a la ubicación, el diseño, la composición, el mantenimiento o la frecuencia de las cortas en el "manejo forestal".

Se han apropiado de nuestro lenguaje, desvirtuando su significado con el fin de engañar. La industria afirma que un bosque primario talado y reemplazado por monocultivos de árboles exóticos que parecen postes es un "bosque". De esta forma el Gobierno federal afirma que la cubierta "boscosa" de Australia ha aumentado, mientras que la tasa de destrucción de nuestra diversidad ha alcanzado un nivel históricamente sin precedentes. Tasmania es el último refugio de un importante remanente de bosque primario en Australia. Ésta es la razón por la cual ahora están destrozando nuestros bosques. La propaganda televisiva de Forestry Tasmania nos dice con tono tranquilizador que “el 40% de nuestros bosques nativos está bloqueado y protegido en reservas”. De hecho, aproximadamente el 39% del territorio de Tasmania está bajo régimen de reserva, ¡pero no todo es bosque! Un gran porcentaje corresponde a praderas de Button Grass (Dactyloctenium radulans), cadenas montañosas, el lago Pedder, matorrales de árbol de té, bosques de Snow Gum (Eucalyptus coccifera) y diversos puertos y ensenadas. Si bien estos lugares silvestres son valiosos y merecen ser protegidos, no representan el 40% del bosque primario restante.

En el lenguaje de la industria, el término “riqueza” no tiene otro significado más que trabajos inseguros y mal pagos y dividendos para los accionistas. Los pequeños propietarios de tierras, sin embargo, tienen una actitud diferente hacia la riqueza. Manejan sus bosques no como una mercancía indiferenciada sino como unidades de uso múltiple, en las que la madera es apenas uno de los activos. El valor recreativo, de desarrollo, ecológico y espiritual de nuestros bosques nativos sobrepasa por lejos su valor como proveedores de astillas de madera para alimentar a la industria de la celulosa.

Estamos siendo envenenados por el uso masivo de plaguicidas a escala industrial y por el humo de las quemas llevadas a cabo por el sector forestal. Gran parte de la madera de bosque nativo talado es apilada en hileras para luego ser quemada. Cuando se cosecha una plantación de 12 años, se amontonan en pilas las copas de los árboles, que contienen gran parte de la biomasa y también son prendidas fuego. Esto se prolonga durante meses cada otoño, mientras la industria forestal hace cola para obtener “créditos de carbono” según las disposiciones del Protocolo de Kioto.

En la actualidad se encuentran residuos de plaguicidas cancerígenos en la gran mayoría de nuestras quebradas y ríos, y ahora también en los tanques de recolección de agua de lluvia. Estas sustancias químicas peligrosas se aplican reiteradamente sobre las mismas comunidades cada año de una forma que GARANTIZA su dispersión muchos kilómetros más allá de las inadecuadas zonas de amortiguación que especifican los Códigos de prácticas redactados por la propia industria.

Las corporaciones forestales no están sometidas a medidas generales de control legislativo ni de transparencia. Las reglamentaciones legisladas no se aplican a menos que se ejerza una enorme presión por parte de la opinión pública. Se deja a la industria librada a su autorregulación, en una campiña abandonada en la que quedan pocos observadores humanos.

En una época de extinciones en masa -que anuncia una crisis ambiental de gigantescas proporciones- aquí en Australia está prohibida la existencia de grupos de árboles silvestres, no manejados, no sea que la economía papelera del país se resienta.

El cambio es doloroso para los políticos, pero la opción de no cambiar ni siquiera merece ser considerada.

Extractado de una carta de Brenda J Rosser al Editor de Community Forestry E-News, enviado por la autora, correo electrónico: shelter@tassie.net.au