Entre el 27 y el 29 de marzo pasado, políticos, funcionarios forestales, representantes de la industria y de ONGs se reunieron en la ciudad de Brasilia durante el seminario “Amazonia Siglo XXI: Perspectivas para el Desarrollo Sustentable” a efectos de discutir sobre el futuro de la Amazonia, la mayor selva tropical del mundo. A pesar del drástico proceso de deforestación y degradación que está afectando desde hace años a este vasto y rico espacio geográfico, en el encuentro reinó una visión optimista. El fundamento de tal actitud está en la idea de que el “manejo forestal sustentable” habrá de constituir la herramienta capaz de solucionar todos los problemas.
El sector industrial, representado por la Confederación Nacional de Industrias defendió la corta selectiva como una práctica adecuada para alcanzar el “desarrollo sustentable” de la región amazónica y dio un alerta frente a las visiones catastrofistas y alarmistas en relación al futuro. Los representantes de las ONGs presentes compartieron básicamente la idea de que el manejo forestal sustentable constituye una manera adecuada de conservar la selva. Si bien ambos grupos mencionaron la necesidad de controlar el madereo ilegal, los aspectos sociales y políticos no fueron considerados en sus respectivas exposiciones.
Este encuentro tan lleno de optimismo fue interrumpido por un grupo de indígenas representantes de diferentes naciones, que invadió el auditorio y expresó sus puntos de vista. Dijeron que querían seguir siendo indios, que querían conservar sus bosques y culturas y que para ello necesitaban apoyo. El líder kayapó O-Kiaboro recordó a la audiencia que la llegada de los europeos al territorio que después sería Brasil significó el inicio de la destrucción de la naturaleza y de las culturas indígenas. Su pueblo no tiene por qué ser optimista en relación con el futuro de la Amazonia. Por el contrario, su percepción es que están perdiendo su hogar, y que las autoridades no están haciendo nada para proteger sus derechos. Abogó por un fortalecimiento del estatus y las funciones de la FUNAI (agencia gubernamental de asuntos indígenas), que actualmente está siendo desmantelada. Otro de los representantes indígenas expresó claramente lo que piensan de la FUNAI al señalar: “Dicen que la FUNAI no sirve. Pero los pueblos indígenas me han dicho: es malo tenerla, pero peor sería no tenerla”. Una vez que los representantes indígenas expresaron su posición, abandonaron la sala, y las discusiones siguieron más o menos en el mismo tono optimista: el manejo sustentable es la solución al problema.
Sin embargo, entre los tantos temas no discutidos en el encuentro estuvo el de las consecuencias de este “manejo” para los bosques. Una de ellas sería la apertura del bosque, como consecuencia de la corta selectiva, lo que aumentaría aún más el riesgo de incendios, fenómeno que ya está destruyendo extensas áreas de la Amazonia.
Pero probablemente el peor aspecto de la corta selectiva es que es un argumento usado por el gobierno para apoyar sus planes de promoción industrial para explotar los recursos de la Amazonía durante el siglo que se inicia. Por increíble que parezca, tras el desastre ambiental y social que significó el programa “Pra frente Brasil!” implementado durante la dictadura militar en los años 60 y 70, y a pesar de las críticas que levantó en 1997 el plan “Brasil en Acción”, para inversiones en infraestructura, nuevos asentamientos y la expansión de la frontera agrícola en la Amazonía, el gobierno sigue insistiendo con el plan “¡Avança Brasil!”. Este nuevo y gigantesco plan incluye --entre otros proyectos de consecuencias negativas-- uno para duplicar la actual red carretera en la región. Ello posibilitaría la explotación de la totalidad del volumen de madera existente y llevaría a la liquidación final de la selva.
En suma, la conservación de la Amazonia no es una cuestión técnica, que pueda ser resuelta con el “manejo forestal sustentable”. En el actual contexto político, centrar la discusión en este tema significa jugar a favor de las empresas que, respaldadas por el gobierno, se están preparando para explotar lo que queda de un espacio que hace 50 años permanecía prácticamente virgen y estaba siendo utilizado de manera verdaderamente sustentable por parte de los pueblos indígenas que lo habitaban.
Artículo basado en información obtenida de: “A morte da Floresta Amazônica no século XXI” por Rodolfo Salm, Correio da Cidadania 239, abril 2001, Edición Especial; e información adicional enviad al WRM por el propio autor el 15/4/2001.