En 1999 los residentes de la Laguna Placencia --un cuerpo de agua superficial bordeado de manglares muy rico en fauna y flora terrestre y acuática, localizado en el sur de Belice-- se organizaron para oponerse a un proyecto de construcción de una carretera elevada de doble vía y un puente que atravesaría la laguna. Las obras hubieran ocasionado un impacto ambiental severo, perjudicando el ecoturismo, que es la principal actividad de la zona, así como la pesca artesanal (ver Boletín 23 del WRM). Ahora una nueva amenaza se cierne sobre este rico ecosistema: la industria del camarón.
La Laguna Placencia es en gran parte responsable de la existencia de aguas prístinas y de la abundancia de peces en las proximidades de la Barrera Coralina Mesoamericana, que constituye el soporte material de vida de la mayoría de los habitantes de la zona, siendo a la vez un escenario de elevado valor para el ecoturismo. Ultimamente el área ha atraído la atención de empresas camaroneras y promotores del "desarrollo". Actualmente hay instaladas en la laguna cinco empresas dedicadas a la cría del camarón. Existen proyectos para la instalación de dos más, estando ambos en la etapa de solicitud de los permisos de operación. Asimismo, dos de las ya existentes tienen planes de expandirse y están en la fase final de aprobación de sus permisos.
Teniendo en cuenta el devastador efecto de la industria camaronera en muchos otros países tropicales y las condiciones específicas del ambiente en la Laguna Placencia --que dados la composición de sus suelos y geología tiene una baja capacidad de carga y una alta susceptibilidad a la contaminación-- puede esperarse que la anunciada expansión lleve a un desastre ambiental. Ya en 1997 un informe preparado por el PNUD para la Oficina de Manejo de la Zona Costera de Belice advertía que la industria camaronera en la Laguna Placencia se estaba acercando rápidamente a los límites de producción sustentable.
Ya se están percibiendo signos de los que puede ocurrir en un futuro próximo. Los pobladores locales han detectado una disminución en la población de peces del área y temen que la expansión de las operaciones de esta industria, junto al incremento del desarrollo comercial y residencial, sigan degradando su ambiente y medios de vida. No obstante, el gobierno parece estar más interesado en la promoción de la cría industrial del camarón que en la protección de los manglares. La industria se beneficia de una política impositiva favorable, así como de la falta de regulaciones en lo atinente al control y la mitigación de la contaminación. En la visión oficial, las divisas generadas por las exportaciones de la industria camaronera son más importantes que la conservación de los manglares.
Artículo basado en información de: Late Friday News, 67th Edition, August 2000,