Los bosques de Asia están siendo destruidos a una velocidad asombrosa. China, que se ha transformado prácticamente de la noche a la mañana en el segundo importador de troncos del mundo después de los Estados Unidos, tiene mucho que ver con esta situación. (El volumen de troncos sin procesar que llega a China se ha más que triplicado desde 1998, superando hoy los 15 millones de metros cúbicos).
El consumo interno crece rápidamente, mientras la floreciente clase media china compra casas nuevas y Beijing emprende la construcción de enormes proyectos de ingeniería civil. Por otra parte, el ingreso de China a la Organización Mundial del Comercio ha llevado a bajar a cero los aranceles de la mayoría de las importaciones de madera y ha producido la rápida expansión de la industria de exportación en diversos rubros, desde celulosa y papel, hasta muebles y artículos de decoración, principalmente con destino a los mercados de Estados Unidos y Europa.
En 1998, después de que la República Popular sufriera las consecuencias de las devastadoras inundaciones causadas por la deforestación, Beijing prohibió el madereo en las zonas altas del río Yangtze y el río Amarillo y adoptó medidas para una reducción drástica de esa actividad en otras provincias. Pero cada vez hay mayor evidencia de que simplemente se exportó el problema. Para compensar la escasez de madera y satisfacer la demanda de consumo de su economía en expansión, China está devorando los bosques de los países vecinos, en gran medida a través del madereo ilegal que conlleva la destrucción de enormes extensiones de bosques primarios prístinos.
Al compás de su extraordinario crecimiento económico, China se ha convertido en el mercado con mayor velocidad de aumento de la demanda de madera tropical del mundo. Sus importaciones de productos derivados de los bosques aumentaron 75% el año pasado, llegando a US$ 11.200 millones. Sus fábricas de muebles se expanden a un ritmo de 40% anual.
El comercio de madera dirigido a China es tan masivo que está provocando remordimientos incluso entre aquellos que le venden. “Es el mayor error que hemos cometido” declaró Bao Youxiang, jefe del Ejército del Estado Wa Unido, un ex-grupo guerrillero que ha logrado convertirse en la autoridad regional en el noreste de Birmania. “Hemos destruido nuestro medio ambiente”, afirmó. “Debido a la falta de ingresos, las autoridades locales se vieron forzadas a vender este recurso a China. Es el único recurso que tenían”.
Hasta hace muy poco tiempo, Birmania era uno de los países que contaba con mayor cobertura boscosa en todo el mundo. Sus extensos bosques primarios se contaban entre los más ricos y con mayor diversidad biológica del planeta. Todavía hoy contienen más del 80 por ciento de los árboles de teca, además de muchas otras especies raras de madera de árboles latifoliados. Pero sus bosques primarios, que antes cubrían el 60 por ciento del país (en la década de 1960), ahora cubren menos del 30 por ciento. Y este porcentaje sigue disminuyendo a un ritmo acelerado.
Cuando en la década de 1990 se impusieron sanciones económicas a la dictadura militar birmana, el régimen respondió con un aumento radical de las concesiones madereras y las exportaciones de madera para reforzar sus ingresos y mantener el poder. Hoy el país tiene una de las tasas de deforestación más altas del mundo.
Más del 9% de los ingresos de divisas legales de Birmania en 2002 provinieron del madereo, según datos oficiales. Pero se cree que el monto real de los ingresos generados por la madera es más del doble de esa cifra, al sumar los montos provenientes de actividades de madereo ilegales o no registradas.
A pesar de estar supuestamente en vigencia una prohibición de madereo en el territorio Wa, el ministerio forestal de Birmania otorgó nuevas concesiones madereras a las autoridades regionales de Wa y otras regiones sobre las fronteras norte y este del país. De acuerdo a los informes de los medios locales, las autoridades birmanas tienen como objetivo duplicar sus ingresos por exportaciones de madera.
El problema es aún más complejo debido a la participación importante en el negocio maderero de los señores de la droga y las autoridades militares. Es frecuente que los narcotraficantes inviertan en compañías madereras como forma de blanquear el dinero de sus ganancias. Y el régimen militar ha otorgado valiosas concesiones madereras a sus cómplices comerciales y aliados políticos a cambio de su apoyo.
Según un informe detallado publicado por Global Witness sobre el auge del comercio maderero, “la población local ha recibido muy pocos beneficios en términos económicos, pero los poderosos se han enriquecido”.
Artículo basado en información obtenida de: “Myanmar mired in a deforestation crisis”, Geoffrey York, Globe and Mail, http://www.globeandmail.ca/servlet/story/RTGAM.20040513.wmyanmar0513/BNStory/International/ ; “A Conflict of Interest: The uncertain future of Burma's forests", Global Witness (octubre de 2003), http://www.globalwitness.org/reports/show.php/en.00046.html ; “A reckless harvest”, Geoffrey York, Newsweek, http://bulletin.ninemsn.com.au/bulletin/eddesk.nsf/All/017D7A2BB842501ECA256CB400071927