El modelo de desarrollo actual se ha profundizado en función de modelos a gran escala –de producción, comercialización, consumo- y las actividades que lo sustentan son también a gran escala y fundamentalmente intensivas. Ellas son las que han acarreado el mayor problema que se cierne sobre una humanidad distraída: el aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera, responsables del cambio climático.
Una de esas actividades económicas industriales es la deforestación –generalmente para obtener madera o/y ganar tierras para la cría industrial de ganado o la plantación industrial de monocultivos (comestibles, combustibles o árboles).
Toda vez que la vegetación se quema o se descompone, provoca la liberación del carbono contenido en sus hojas y tallos, el cual se emite como dióxido de carbono y es uno de los gases de efecto invernadero. Cuando se trata de un proceso natural, el rebrote equilibra la emisión neta de carbono; pero cuando se deforesta un bosque y se produce un cambio en el uso de la tierra, la concentración atmosférica de dióxido de carbono aumenta enormemente. La deforestación implica la eliminación total de la biomasa de la tierra, incluidos los troncos de los árboles, los tocones y las raíces. La conversión de las tierras de bosque a cultivo agrícola industrial las convierte en unas de las menos eficientes en absorber carbono del aire.
En la actualidad, la mayoría de las emisiones netas de la deforestación ocurren en regiones tropicales, y en la expansión de la agricultura mecanizada a gran escala se encuentra uno de los factores más importante de pérdida de bosque. Según datos aportados por un informe de PNAS (1), en los nueve estados de la Amazonía brasileña, la agricultura industrial aumentó en 36.000 km2 y la deforestación totalizó 93.700 km2 en el periodo 2001-2004. El informe revela que la intensificación de la agricultura industrial para la producción de cultivos comerciales con gran demanda --como la soja-- se ha hecho a expensas de la deforestación de la Amazonía, que actualmente constituye la mayor fuente de emisiones de CO2 de Brasil.
Por otro lado, la deforestación es generalmente resultado directo o indirecto de políticas gubernamentales. Así surge –aunque no a primera vista- de la información dada en Brasil sobre el aumento de la deforestación de la Amazonía en el último mes de agosto: 75.600 hectáreas contra 32.300 de julio. El Ministerio de Medio Ambiente presentó una lista de los “100 mayores deforestadores” entre 2005 y 2008, en la cual los seis primeros lugares los ocupan asentamientos del Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (INCRA) –lo que fue recibido con una gran sonrisa socarrona por el agronegocio.
El profesor brasileño Ariovaldo Umbelino de Oliveira, de la Universidad de San Pablo, expone de manera muy reveladora las razones que se esconden detrás de estas cifras, y afirma que lo que está en el banquillo de los acusados es la política agraria oficial.
“El gobierno petista”, señala de Oliveira, “por su decisión política de no enfrentar a los integrantes del agronegocio que forman parte de su base de apoyo parlamentario, no realizó la reforma agraria en las zonas donde están concentrados los campamentos, y prefirió concentrarla en la Amazonia. Un total de 307 mil familias habrían sido asentadas en la Amazonia Legal entre 2003 y 2007. Esta es la primera razón para separar la defensa de la reforma agraria de la defensa de la política implementada por el Incra. Es necesario seguir defendiendo la reforma agraria, porque es el camino para alcanzar la soberanía alimentaria. Sin embargo, la política del Incra, no. Tiene que ser severamente criticada por el error que contiene, de no asumir la necesidad de la reforma agraria en todo el país.
La política de reforma agraria del Incra está marcada por dos principios: no hacerla en las zonas de dominio directo del agronegocio y sí hacerla en las zonas donde pueda ‘ayudar’ a la expansión del agronegocio. Es decir, la política de reforma agraria del actual gobierno está definitivamente acoplada a la expansión del agronegocio en el país. Esta es la segunda razón para separar la defensa de la reforma agraria de la defensa de la política adoptada por el Incra.
Los asentamientos de los seis municipios del estado de Mato Grosso, campeón absoluto de la tala de la Amazonia, están localizados exactamente en uno de los frentes de expansión territorial de la ganadería de bovinos a gran escala. El Incra, por lo tanto, sí tiene culpa, porque no tiene una política de seguimiento de esos asentamientos. En ellos, es común que los asentados vendan ilegalmente sus lotes al agronegocio, que, para “comprarlos”, exige que estén totalmente talados. Actúan así, porque, de esa forma, la responsabilidad de la tala es del asentado y del Incra. O si no, se valen de otro artificio: ceden cabezas de ganado para criarlas conjuntamente con los asentados. En los dos casos, el bosque es derribado para dar lugar a las pasturas para la ganadería.
El mismo proceso tiene lugar en los asentamientos que se implantaron en la localidad de Cotriguaçu y que ocupan una superficie total de 141 mil hectáreas. Según el Ministerio de Medio Ambiente, se talaron más de 46 mil hectáreas de bosque para dar lugar al pastoreo y a la ganadería bovina. En el asentamiento Bordolândia, el panorama es idéntico.
Mientras que en la localidad de Querência, los asentamientos ocupan una superficie de 101 mil hectáreas y en la localidad de Nova Ubiratã, los asentamientos ocupan 48 mil hectáreas. Estas dos localidades están en el frente de expansión territorial de la ganadería a gran escala y de la soja. Allí, la tala de más de 30 mil hectáreas tuvo lugar en virtud de la presión del agronegocio bovino y de la soja en regiones donde la tala es prácticamente total. Es obvio que este proceso no ocurrió sin la participación u omisión del Incra.
Corresponde también, en este contexto, criticar la forma en que el Ministerio de Medio Ambiente divulgó los datos, ya que en la lista, al lado de los propietarios individuales, hay asentamientos enteros, lo que crea una ilusión de que la responsabilidad es de la reforma agraria, lo cual no es verdad. Cuando se divide el total talado por el número de familias asentadas, se verifica que es de menos de 70 hectáreas en promedio. Por lo tanto, quienes talan la Amazonia Legal en mayor medida continúan siendo los grandes ganaderos y productores de soja, ya sea que se apropien ilegalmente de la tierras o no.”(2)
(1) “Cropland expansion changes deforestation dynamics in the southern Brazilian Amazon”, http://www.pnas.org/
content/103/39/14637.full.pdf+html?sid=ca32002c-b059-479b-9729-688006d4ffd1
(2) [Texto extractado y adaptado de: “A Amazônia e a reforma agrária de novo no banco dos réus”, Adital, http://www.adital.com.br/site/
noticia.asp?lang=PT&cod=35400 ]