Hace seis meses, un grupo de indígenas Tupinikim y Guaraní reclamaron al gigante brasileño de la celulosa, Aracruz Celulose, poco más de 11.000 hectáreas de sus tierras. Talaron miles de eucaliptos para demarcar su territorio y allí construyeron dos aldeas indígenas con una gran casa comunal y muchas otras casas donde están viviendo varias familias indígenas.
Hace pocos días unos 300 indígenas Tupinikim y Guaraní y personas que los apoyan ocuparon durante 30 horas la sede de la administración central del complejo de Aracruz en protesta por la injerencia de la empresa en el proceso de reconocimiento oficial de sus derechos territoriales.
Los pueblos Tupinikim y Guaraní han intentado recuperar sus tierras de manos de Aracruz desde 1979. En 1997 la FUNAI reconoció 18.071 hectáreas como pertenecientes a los Tupinikim y Guaraní. Sin embargo, solamente pudieron recuperar unas 7.000 hectáreas de estas tierras a causa de las presiones ejercidas por Aracruz sobre el gobierno federal.
Aracruz Celulose inició sus operaciones relacionadas con las plantaciones en el estado brasileño de Espírito Santo en 1967, durante la dictadura militar que gobernó en Brasil entre 1964 y 1985. "Cuando la empresa llegó, la gente se fue. No pudieron hacerles frente. Los obligaron a irse e incluso los amenazaron”, relató en 1994 Eugenio Francisco, un Tupinikim de la aldea de Lancha, a los investigadores de la FUNAI, el organismo brasileño encargado de los asuntos indígenas. “La empresa se quedó con todo”, añadió.
Aracruz construyó su primera fábrica de celulosa en un lugar donde existía una aldea Tupinikim llamada la Aldea de los Monos. Aracruz obligó a aproximadamente 7.000 familias a abandonar la tierra que ocupó.
Hoy Aracruz es el mayor productor de pulpa blanqueada de eucalipto del mundo. En 2004 la empresa produjo 2,5 millones de celulosa, el 97% de la cual se exportó. Los mayores clientes de Aracruz son Procter & Gamble y Kimberly Clarke, que conforman el 45% de las ventas de la empresa.
Aracruz posee 252.000 hectáreas de plantaciones de eucaliptos en los estados de Minas Gerais, Bahía, Rio Grande do Sul y Espírito Santo. Además la empresa dirige un “Programa de Socios Forestales” que abarca 71.000 hectáreas de eucaliptos plantados y administrados por agricultores.
Para hacer lugar para sus plantaciones, Aracruz destruyó más de 50.000 hectáreas de la selva conocida como Mata Atlântica. La selva fue atravesada por tractores que avanzaban de a dos unidos por una cadena, destruyendo todo a su paso. Los animales fueron aplastados por las máquinas o los árboles que caían. Aracruz también fue multada por el IBAMA, el organismo brasileño encargado de la protección del medio ambiente, por plantar en zonas protegidas.
Se han secado ríos y arroyos a consecuencia de las plantaciones de eucaliptos de Aracruz. La empresa ha construido represas y ha desviado el agua del río Doce hacia sus fábricas, con lo que se agrava más la situación de los cursos de agua de la región. La pesca ha desaparecido en gran medida en muchos de los ríos de la zona.
En un intento por mejorar su imagen, en enero de 2004 Aracruz contrató a una empresa consultora basada en el Reino Unido llamada SustainAbility (sustentabilidad). SustainAbility fue fundada en 1987 por John Elkington, autor de libros como “Los capitalistas verdes” y “La guía verde de negocios”, que describe su trabajo de los últimos 25 años como “centrado más que nada en lograr la sustentabilidad con los negocios, mediante los mercados”.
BOLETIN 99 del WRM Octubre 2005 4 SustainAbility está elaborando un plan de sustentabilidad para Aracruz. Jodie Thorpe, de SustainAbility, explicó que la consultora “identificó como prioridades iniciales para mejorar, tres esferas de la estructura de Aracruz: compromiso de los accionistas, transparencia y gobierno”.
Pero en el sitio web de SustainAbility hay muy poca información sobre Aracruz y absolutamente nada sobre los antecedentes de la empresa. No se menciona la lucha de los Tupinikim y Guaraní por la tierra.
Ninguno de los informes elaborados por SustainAbility está disponible para el público. “Aunque fomentamos y apoyamos la transparencia, espero que Ud. pueda entender que no tenemos la libertad de hacer público este trabajo”, explicó Thorpe.
Lejos de criticar a Aracruz, el sitio web de SustainAbility declara que “El compromiso de Aracruz Celulose con la sustentabilidad es de larga data”.
Le escribí a Elkington para preguntarle cómo contestaba las críticas a SustainAbility por ayudar a “maquillar de verde” a una empresa controvertida. “Esa no es para nada la intención”, respondió. Elkington explicó que el sitio web de SustainAbility se refiere al “claro compromiso empresarial” con la sustentabilidad. “Yo pienso que no se puede negar que Aracruz todavía tiene que trabajar mucho antes de declarar que es algo parecido a una 'empresa sustentable'”, escribió. En este punto, entonces, estamos de acuerdo.
Visité Aracruz en agosto de 2001. Estuve allí para participar de un seminario internacional sobre los impactos de las plantaciones de eucaliptos. También se invitó a Aracruz. Yo estaba esperando poder escuchar a los funcionarios de Aracruz respondiendo a cientos de integrantes de las comunidades que conviven con los impactos provocados por la empresa. Sin embargo, Aracruz no concurrió al seminario.
Mientras estuve allí visité aldeas Tupinikim y Guaraní y me enteré de los problemas a los que se enfrentaban desde que Aracruz había invadido su tierra. Pude ver vastas zonas estériles, cubiertas de plantaciones industriales de eucaliptos. Una de las aldeas Tupinikim que visité estaba rodeada de plantaciones. Vi la enorme y maloliente planta de celulosa de Aracruz. Me contaron cómo la empresa se deshace de sus aguas residuales por la noche. Y junto a cientos de personas participé de una marcha por Espiríto Santo para protestar contra las actividades de Aracruz.
Hace pocos años Elkington escribió que “Gran parte de lo que pasa por desarrollo sustentable se parece mucho a lo de siempre”. Al parecer, la empresa consultora de Elkington, SustainAbility, está demostrando que esta declaración es válida. Por Chris Lang, correo-e: chrislang@t-online.de