A pesar de haber conquistado más espacio en la sociedad, las mujeres siguen sufriendo opresión, explotación y violencia. En países como Brasil, los medios de comunicación- a través de diarios, revistas y de la televisión- cumplen un papel perverso. En un mundo en el que reina el capitalismo neoliberal y en el que el cuerpo femenino se transforma en mera mercancía, los medios fuerzan a las mujeres a adecuarse a un determinado perfil de modelo ideal. Además, el cuerpo de la mujer se usa para recomendar desde productos de limpieza y autos hasta marcas de cerveza, y se muestra como si estuviese siempre a disposición del hombre, para trabajos sexuales. De esta forma, los medios incentivan dicha práctica y transmiten la idea de que las mujeres tienen plena libertad, o sea, como si la prostitución fuera una elección de la que se puede entrar o salir en cualquier momento.
Sin embargo, se esconde una realidad bien diferente. En primer lugar, mientras que el trabajo sexual suele ser hecho, en su gran mayoría, por mujeres, en general son hombres quienes lo controlan, dentro de una sociedad patriarcal. En segundo lugar, la mayor parte de las mujeres - de todas las edades- que entran en la prostitución, es pobre, y recurren a ella como una forma de supervivencia en un mundo que les niega otras oportunidades. Violencia, violaciones, agresiones físicas, además de robos y problemas de salud, son muy comunes.
La explotación sexual de mujeres es una realidad que ocurre no solo en las grandes ciudades, sino también en las proximidades de los grandes emprendimientos en la Amazonía brasileña, por ejemplo, en la mega represa hidroeléctrica de Belo Monte (ver http://wrm.org.uy/pt/artigos-
Mujeres del Movimiento de los Afectados por Represas, el MAB – integrante de la Vía Campesina –, comentan dicho proceso. Según Elisa Estronioli, “el MAB, al profundizar el estudio de la violación de los derechos de los afectados por represas, … identifica que cuando tiene lugar la construcción de represas se ha identificado una profundización de la violación de los derechos humanos de las mujeres. Y una de las formas de violación es justamente la prostitución”. (…) “Una represa como la de Belo Monte, que actualmente tiene, en su momento de auge, 28 mil trabajadores, de los cuales la mayoría son hombres, es una bomba de tiempo. Se trata de una estructura muy militarizada, de mucha opresión, de mucha tensión entre los trabajadores, y entonces el cuerpo femenino, a través de la prostitución, es usado como un mecanismo para apaciguar el ánimo de los trabajadores.”
Según Daniela de Lorenz: “Cuando los obreros van a trabajar ahí, reciben una especie de vales, créditos, que pueden gastar en el mercado local, y dicho mercado local incluye la prostitución”. Elisa afirma que “en Belo Monte, por ejemplo, hay casas de prostitución que la Norte Energía [empresa responsable de la construcción de Belo Monte] alega desconocer, pero que están en la entrada del cantero de obras, dentro del territorio que fue expropiado para la construcción de la represa, y cualquier persona que pasa por ahí, yendo hacia el cantero, ve que es un lugar de prostitución.”
Sin embargo, en muchas ocasiones, las mujeres que están bajo esa condición de explotación sexual, cuando tienen un espacio para denunciar la situación, son coaccionadas o amenazadas de forma tal que terminan negando lo que está pasando. Marinete Lima, del MAB, afirma que “en nuestro trabajo con las mujeres tenemos un desafío muy grande para concientizarlas de que no son una mercancía, y de que nosotras, mujeres, tenemos el derecho de decir no a este sistema capitalista, a este sistema de represas y de emprendimientos de los que se dice que traen el progreso. Pero ese progreso no nos agrada. Entonces, nosotras, como mujeres del MAB, tenemos ese desafío, el de organizarnos como mujeres y tener el derecho de decir no a dichas represas.”
Artículo basado en el nuevo vídeo de SOF (Siempreviva Organización Feminista) de Brasil. Para ver el video completo en portugués, entrar en target="_blank">