Hace más de 500 años, el pueblo indígena tupinambá fue masacrado y expulsado de su territorio en el sur del estado de Bahía. Pero, desde 2004, retomó el control de una parte de su territorio, donde conserva el exuberante bosque de Mata Atlántica que llama morada de los ‘encantados’. Son los ‘encantados’ quienes guían las vidas de estas personas, sus luchas. Ese es uno de los principales motivos de los tupinambás para conservar el bosque, que, para ellos es sagrado, morada de los dioses y proveedor de la vida. En este artículo, además de explicar cómo conservan el bosque, hacen una crítica contundente a la propuesta del ‘Manejo Sostenible de los Bosques’, que promueve la extracción ‘selectiva’ de madera.
Una lucha incansable por el territorio
Este relato es sobre la comunidad de Serra do Padeiro, una de las comunidades tupinambás que viven dentro del territorio indígena tupinambá enclavado en la Mata Atlántica en el estado de Bahía. Desde el siglo XVI, cuando Brasil fue colonizado por los portugueses, y comenzó a pasar por ciclos de explotación capitalista, ese territorio, por ser una de las áreas más conservadas de la región, ha sido blanco de ataques de grandes latifundistas. Por ello, la historia de los tupinambás en la comunidad de Serra do Padeiro ha sido marcada por masacres e intentos de desalojo. Sin embargo, su historia está marcada, sobre todo, por las fuertes luchas para conservar lo más sagrado para ellos: los bosques que cubren las sierras de la región y que garantizan alimento y agua en abundancia, y un buen territorio para vivir. Babau, el cacique de la comunidad de Serra do Padeiro, resume esto diciendo que el territorio es “la madre tierra y ella está compuesta de todo; la madre tierra dejó el río que es la leche que nos alimenta, nos da de beber, el bosque, que es nuestro techo y nuestro banquete para alimentarnos”. Para los tupinambás, la conservación del bosque, abundante especialmente en las sierras, es esencial también porque el bosque es la morada para los ‘encantados’ que orientan a los tupinambás en su recorrido de vida, o, como dice Babau, los bosques “representan nuestra fe, nuestra cultura, nuestra religión”.
El proceso de invasión y apropiación ilegal de sus tierras conducido por la élite dominante de la región, con apoyo del Estado, hizo que los tupinambás quedasen confinados en un área muy pequeña al comienzo de la década pasada. Dicha élite asistía en la continua extracción de madera y la caza intensiva promovidas por los hacendados. Ver esa destrucción del bosque y de las nacientes de agua fue un motivo fundamental para que los tupinambás comenzasen a organizarse para iniciar el proceso de recuperar sus tierras a partir de 2004. En ese momento, los hacendados fueron expulsados y miles de hectáreas de tierras indígenas fueron recuperadas. La lucha presionó a que el gobierno federal instalara un grupo técnico (GT) para identificar el territorio tradicionalmente ocupado por los tupinambás. Los indígenas querían la devolución de 70 mil hectáreas, pero el área definida por el GT quedó en 47 mil hectáreas, que se extienden desde el litoral de Bahía hasta la Serra do Padeiro. Pero, en vez de demarcar y regularizar ese territorio ya reducido, el gobierno, bajo la presión de los hacendados, empresarios y políticos influyentes de la región, invirtió desde 2008 en un proceso de intimidación y represión, con invasiones violentas y arrestos arbitrarios realizados en el área de los tupinambás por la Policía Federal, con apoyo de la Fuerza Nacional de Seguridad y del Ejército. Para ‘solucionar’ el problema del conflicto por la tierra, el gobierno propone un proceso llamado ‘mesa de negociación’, por el cual los tupinambás tendrían que llegar a un acuerdo con otros actores de la región interesados en el territorio a ser demarcado. Esto significa que serían obligados a renunciar a su derecho sobre el territorio que está constitucionalmente garantizado, para atender a una élite que siempre invirtió en la masacre y en la eliminación de su pueblo.
Contra el ‘Manejo Sostenible de los Bosques’ que promueve la extracción ‘selectiva’ de madera
La Mata Atlántica, todavía abundante en la región, alimenta esa lucha y los tupinambás tienen un cuidado especial con ella. Para ellos, el bosque es algo sagrado, un ‘compañero’ constante. Babau resume esa relación cuando habla de la lucha por la recuperación del territorio: “Sumamos con la naturaleza y la naturaleza sumó con nosotros”.
Desde que recuperaron el territorio y la extracción de madera se detuvo, notaron que el bosque y, por lo tanto, las nacientes, están recuperándose, que las aguas también volvieron a correr con más fuerza. Los tupinambás son contrarios a la extracción de madera. Babau explica: “El problema principal para extraer madera en un área donde viven los tupinambás es que, culturalmente, uno depende del bosque para hacer varios rituales. Y para que podamos hacer nuestros rituales, el bosque tiene que estar intacto, tiene que tener toda su cadena de vida protegida y en el momento en que los hacendados comenzaron a deforestar excesivamente, las nacientes que necesitábamos comenzaron a desaparecer, las cazas que necesitábamos estaban desapareciendo, los pájaros estaban desapareciendo (...) Como toda nuestra religiosidad está muy ligada a la vida y a la naturaleza y la naturaleza es vida, entonces estaba afectándonos directamente a todos nosotros, y tuvimos que tomar inmediatamente medidas de defensa de nuestra vida. Entonces, partimos a proteger la naturaleza y allí conseguimos rehabilitar nuestra región de nuevo.”
Sobre la opción del ‘Manejo Sostenible de los Bosques’ que algunos grupos defienden como una actividad capaz de conservar el bosque, Babau dice: “No tiene nada de sostenible. (...) si usted saca un árbol porque necesita una casa, es una necesidad, pero cuando saca cientos de árboles para satisfacer una necesidad de una sociedad, ahí es otra cosa totalmente absurda, porque la naturaleza no va a poder devolver con la misma velocidad con la que la sociedad va a sacar. Y ellos no pueden olvidar que aquella naturaleza existe allí para proteger otras vidas. En el momento en que quitan los árboles, ¿cuántas vidas están quitando de encima de la tierra? Y ellos [las madereras] no lloran ni lamentan, porque no ven las muertes que suceden. (...) Imaginen si los animales del bosque dicen ‘bueno, para hacer nuestra vivienda nosotros vamos a la ciudad a destruir determinado edificio para traerlo aquí para el bosque para hacer nuestra casa’. ¿Cómo iba a quedar esa ciudad, cómo iba a sobrevivir? Entonces quitar la casa a los animales, quitar el alimento a los pájaros, las cazas, no tiene nada de sostenible. Con el tamaño que tiene actualmente la sociedad, se tiene que pensar otro mecanismo (...). Los árboles más grandes que existen en el bosque protegen a los más pequeños contra las acciones del viento, en la posición del sol, etc. Cuando uno quita algo, va a afectar algo. El viento pasará más veloz, el sol va a alcanzar más el suelo, usted va a resecar el suelo en ese momento, el agua va a desaparecer, hay una serie de cosas que se juntan (...). Entonces yo estoy contra el Manejo Sostenible de los Bosques”.
Sobre los ciclos de extracción de madera ‘selectiva’ de aproximadamente 15 años en áreas bajo ‘Manejo Sostenible de los Bosques’, con la promesa de que renazcan tres o cuatro ‘hijos’ de ese árbol adulto –lo que garantizaría la regeneración del bosque-, Babau comenta: “Estoy de acuerdo con ellos que hay tres, cuatro brotando, ¿cierto? ¿Pero cuántos años va a demorar para que aquella especie dé los primeros frutos para alimentar a los pájaros, para que los primeros animales vivan allí alrededor de esa planta adulta?”. Y continúa: “¿Una persona con hambre podría aguantar 15 años para comer? No, no va a hacerlo (....). Entonces, esta forma de pensamiento no coincide con quien quiere la vida del planeta. Porque no están sacando un árbol. En este proceso ‘selectivo’ están sacando cientos de árboles. Entonces, es una gran cantidad de alimentos de los animales del bosque que están quitando, y ahí se afecta la cadena alimentaria y se va a afectar a toda esa sociedad del bosque. Pero debido a que el hombre considera que la sociedad es solamente de él y que el bosque no tiene su propia sociedad, se siente con derecho a predominar, diciendo que la naturaleza, por sí sola, se regenera. Nada de eso, nada se regenera por sí solo. Hay un contexto, un todo, para la regeneración de cualquier cosa.”
Garantizar madera sin destruir el bosque
El cultivo agrícola más importante y tradicional de los tupinambás es la mandioca para hacer harina, que además, es de excelente calidad. Constituye la fuente de renta más importante de la comunidad, junto al cacao sombreado que se cultiva debajo de los árboles. Además de ello, plantan una gran variedad de otros alimentos, incluso frutas, que contribuyen con la soberanía alimentaria de la comunidad. Los cultivos de mandioca y otros se hacen en las áreas preparadas para cultivar. Según los tupinambás, no es necesario utilizar el área del bosque para ello.
Sin embrago, para tostar la harina, hay demanda de leña. Por lo que para satisfacer esa necesidad, plantaron en un área degradada cerca a una de las casas de harina, especies nativas que crecen rápido y que son buenas para leña. Marluce, una habitante de Serra do Padeiro afirma: “Con tres trozos [de madera de la reforestación], se tuesta un saco de harina, hasta maderos verdes quemamos”. Por eso, Célia, una de las profesoras en la comunidad que contribuye con la educación indígena, llama a la reforestación un ‘bosque energético’ y dice que también atiende a otras demandas de madera: “Este bosque energético sirve también para hacer estacas, que son para cercar áreas, para criar ganado, criar animales, porque los lugares de pastoreo llevan muchas estacas (...) si tuviésemos que sacar del bosque, demorarían muchos años en crecer. Pero este bosque energético crece en pocos años, es óptimo para madera, no lo atacan las plagas y tiene durabilidad. Hicimos esa experiencia y resultó bien”.
Según Célia y Marluce, los bosques también tienen un papel muy importante en la vida de las mujeres. Célia explica: “Principalmente por nuestros rituales, tenemos mucha identificación con el bosque, hasta para los remedios, las hierbas, los animales, usamos mucha cosa del bosque y éste necesita estar siempre intacto (...) para hacer determinados remedios”. Marluce complementa: “Nuestra flora y fauna ya fueron muy depredadas, hasta nuestros peces, ellos [los hacendados] pusieron veneno en aquel momento, pero después cambió (...), ahora a ellos les falta agua en la ciudad aquí cerca, pero aquí nosotros tenemos agua. Nuestra preocupación es preservar nuestros bosques y nuestros animales (...) es una fuente que un día podemos necesitar o nuestros nietos, ¿no es cierto? Por eso, nosotros preservamos”.
¿Qué es un bosque para los tupinambás?
Para los tupinambás, el bosque es mucho más que un conjunto de árboles, al contrario de lo que dice la definición defendida internacionalmente por la Organización para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas, la FAO. La definición de la FAO atiende los intereses de las empresas madereras que ven al bosque como un gran ‘depósito de madera’ a ser extraído solamente para generar ganancias. La definición de la FAO también persigue los intereses de las empresas que promueven el monocultivo de eucalipto, definido por Babau como el “monocultivo de la muerte”.
Sobre cómo definir un bosque para el pueblo tupinambá, Babau responde que: “El bosque, para nosotros, los tupinambás, es la casa que protege la vida. ¿Recuerdan que nosotros, tupinambás, vivíamos en este país sin hacer casas de material? ¿Y quién fue que garantizó nuestra supervivencia durante generaciones aquí? ¿No fue el bosque? ¿No fue nuestro techo? ¿Y no fue también el bosque quien nos alimentó? Entonces el bosque no es un conjunto de árboles. El bosque mantiene una sociedad activa de vida que depende de él. La casa de los pájaros son las hojas de los árboles. Varios tipos de animales, de monos, necesitan de los gravatás [especies de plantas epífitas] para vivir adentro, necesitan de los huecos de los árboles para vivir adentro. El bosque también pasa a ser el alimento para varios animales, hasta la propia madera, cuando se pudre y cae y genera varias bacterias, genera vida que alimenta a otros animales. Entonces, definir al bosque como un conjunto de árboles muestra al ser humano, como mínimo, como un ser atrasado en pensamiento, de comprensión de vida”. Y alerta: “Derribando el bosque, se derriba la vida de la tierra, y al derribar la vida de la tierra nadie sobrevive, porque aumentan los terremotos, los maremotos, los huracanes. (...) Dejen que hagan los manejos forestales, dejen que se metan en lo que no deben meterse, todavía no vieron nada, (...) porque la naturaleza se venga y el hombre todavía no está preparado para sobrevivir a la furia de la naturaleza”.
Winnie Overbeek (email: winnie@wrm.org.uy)
Secretariado Internacional del Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales
Para apoyar la lucha por la demarcación del territorio
del pueblo indígena tupinambá en Bahía, ingrese a
http://campanhatupinamba.wordpress.com/
y firme la petición.