Las costas de Brasil se encuentran gravemente amenazadas por una serie de mega emprendimientos. Privatización de los cuerpos de agua, concesión de las aguas públicas gratuitamente a grandes consumidores, instalación de piscinas para la implementación de criaderos de peces, son algunas de las acciones que ponen en peligro los manglares y la vida de los pueblos.
Los cambios en la ley forestal favorecieron las actividades de la acuicultura industrial, apoyando a las granjas camaroneras que se encontraban en declive debido al virus de la mancha blanca. Las deudas que tenían estas industrias fueron prácticamente renegociadas por el gobierno, en lugar de ser una razón para suspender el financiamiento público a este sector con los altos costos ambientales y sociales de sus operaciones.
Otra actividad de gran impacto son las represas hidroeléctricas. Muchas comunidades que sufrimos la expulsión de nuestros territorios para construir grandes represas no tenemos acceso a la energía. Estas construcciones afectan la dinámica de los ríos y de las especies y sus ciclos de reproducción, por lo cual disminuye la producción de los ecosistemas, ocasionando graves impactos para los pueblos tradicionales. Toda esa situación inviabiliza la vida de los pescadores y pescadoras de Brasil.
El manglar está cercado, no sólo por cercas de concreto y alambres de púas. Recientemente, en la ciudad de Maragojipe, Estado de Bahía, un hacendado colocó una cerca eléctrica en una zona de manglar, ocasionando la muerte de un recolector de cangrejos que accidentalmente tocó ese hilo eléctrico.
Frente a estos graves problemas nos encontramos con que han deslegitimado nuestros discursos, porque los han colocado dentro del ámbito de lo romántico. Es por eso que a los pueblos tradicionales, a los que salimos del humedal mismo y nos unimos al propio manglar, sólo nos queda luchar y defender nuestro territorio.
El Estado ha tratado de invisibilizar nuestro trabajo; el gobierno dice que no producimos mucho, pero nosotros aportamos a la producción pesquera del país y ésa es nuestra base para ganamos el respeto de la sociedad. Ése es precisamente uno de los desafíos que tenemos: dar a conocer la importancia de la viabilidad económica de los pequeños productores - agricultores o pescadores artesanales - y con ello trabajar para contrarestar la idea de que no producimos, de que somos pueblos atrasados y que por eso deben meternos al "desarrollo". Lo que se percibe con esta actitud es un profundo racismo ambiental, porque esos proyectos hacen inviable nuestra vida, y eso supone un atropello a los pueblos costeros.
Por todo esto las luchas deben ser integrales; el desarrollo y el territorio debemos verlos como dos elementos que no están separados. Los proyectos como minería, hidroeléctricas, turismo a gran escala, camaroneras, monocultivos, todos ellos suceden dentro del mismo territorio que habitan las comunidades. Por ello la propuesta de defensa del territorio debe ser más amplia; para nosotros el territorio es nuestra forma de vida, es un conjunto de saberes, haceres y sabores.
Desde hace un tiempo ya iniciamos la campaña de legalización de los territorios pesqueros y tratamos de impulsar una ley específica para proteger y garantizar nuestro territorio. En Brasil, y en particular en Bahía, los espacios de pesca fueron acaparados por intereses particulares; ante esa situación nos organizamos y así surgió el Movimiento de Pescadores y Pescadoras (MPP), con el fin de impulsar políticas y leyes para los pueblos del mar y los pueblos del agua. El Movimiento tiene más de una década de existencia y nació de la necesidad que tenía el pueblo de organizarse para enfrentar las luchas contra las diversas amenazas; cuando la gente se organiza puede exigir sus derechos, puede exigir a los gobiernos la creación de leyes específicas para la sociedad.
Por esas luchas históricas los pescadores hoy en Brasil tienen los mismos derechos que un funcionario de gobierno o un trabajador público; los pescadores gozan de pensiones y de seguridad social. Para llegar a obtener esos logros pasamos por muchas luchas y estuvimos movidos por una fuerte convicción en la reafirmación de nuestra identidad pesquera artesanal. Esta identidad es fundamental, más aún cuando en países del tercer mundo se suele considerar lo local como algo de menor calidad. Por ello el MPP ha tratado de elevar la importancia social y cultural de una actividad milenaria como la pesca, que debería ser considerada como un patrimonio cultural.
Elionice Sacramento, pescadora del Estado de Bahía, Brasil e integrante del Movimento dos Pescadores e Pescadoras do Brasil (MPP). Extractos de su discurso en la reunión de Consejo Directivo de la Redmanglar Internacional 2013.