Brasil: préstamo del Banco Mundial a Aracruz viola política forestal del Banco

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El mayor productor del mundo de celulosa blanqueada de eucalipto tiene planes de agrandarse aún más. El año pasado, Aracruz Celulose produjo 2,5 millones de toneladas de celulosa. La compañía está estudiando cinco sitios posibles para construir una nueva planta de celulosa con una capacidad de producción de un millón de toneladas anuales. En los próximos dos años, Aracruz gastará 600 millones de dólares en la modernización de sus plantas de celulosa ya existentes, y ampliará la superficie de plantaciones de eucaliptos, que ahora ocupan 305.000 hectáreas.

El Banco Mundial está muy afín de ayudar a Aracruz con sus planes de expansión. En noviembre de 2004, el Directorio de la Corporación Financiera Internacional (IFC, por su sigla en inglés), parte del Grupo del Banco Mundial, aprobó un préstamo de 50 millones de dólares para Aracruz. El especialista en medio ambiente del IFC, Meter Neame, me dijo que “El IFC tiene mucho gusto en apoyar a esta compañía brasileña líder en el sector forestal, así como reconocer sus programas ambientales y sociales y el avance que han realizado en esos sectores”.

Las plantaciones de Aracruz fueron establecidas en tierras de comunidades locales, entre ellas de los pueblos indígenas Tupinikim y Guaraní. Aracruz construyó su planta de celulosa en el Estado de Espírito Santo, en una aldea Tupinikim llamada Aldea de los Monos.

En febrero de 2005, el WRM recibió una copia de un informe filtrado del IFC, en el que el personal de dicho organismo informaba al Directorio sobre el préstamo propuesto. En el informe, el personal del IFC desestimaba las críticas a Aracruz: “Aracruz ha sido objeto de acusaciones relativas a sus prácticas ambientales y sociales, típicamente de organizaciones no gubernamentales (“ONGs”) con fines políticos o anti plantaciones”. El personal del IFC aparentemente no consideró conveniente preocupar al Directorio con hechos embarazosos, tales como una ocupación por parte del MST (Movimiento de los Sin Tierra) de las plantaciones de Aracruz, que tuvo lugar en abril de 2004. El personal del IFC no explicó al Directorio que los pueblos indígenas Tupinikim y Guaraní continúan protestando contra la conversión de sus tierras en plantaciones de eucaliptos por parte de Aracruz.

El personal del IFC sí le dijo al Directorio que habían realizado una evaluación de las “prácticas de sustentabilidad” de Aracruz, que incluyó reuniones con “autoridades locales, líderes de comunidades, analistas de mercado y ONGs”, según el informe del IFC a su Directorio. Le pedí a Peter Neame, del IFC, una lista de la gente y las organizaciones con las cuales se había reunido el IFC durante su evaluación de Aracruz. También le pedí los apuntes de las reuniones de consulta.

Neame declinó brindar la información requerida y en su lugar me ofreció el Resumen de Evaluación Ambiental. El resumen no brinda información alguna sobre las reuniones. No obstante, la respuesta de Neame revela las carencias de la consulta del IFC con la gente local. Explicó que el Resumen de Evaluación Ambiental “fue dado a conocer públicamente aquí en Washington y también a nivel local en Brasil”. Añadió luego que “Ni los grupos locales ni la sociedad civil plantearon problema alguno en respuesta a esta información”.

El préstamo del IFC infringe la política forestal del Banco Mundial, que exige que “las actividades de extracción comercial a escala industrial” deban “ser certificadas por un sistema de certificación forestal independiente, aceptable para el Banco”. El IFC tiene su propia política forestal, que no hace mención alguna a la certificación. Pero, según el informe del IFC al Directorio, cuando el Banco Mundial elaboró su nueva política forestal en 2002, el IFC “indicó al Directorio … que estaba de acuerdo con el criterio de certificación”.

El personal del IFC no le dijo al Directorio que en 1999 el SCS (Scientific Certification Systems), una empresa certificadora acreditada ante el FSC (Forest Stewardship Council), comenzó una evaluación de una parte de las plantaciones de Aracruz y concluyó que la empresa no cumplía con las normas del FSC. En vez de informar sobre ello, el personal del IFC escribió en su informe al Directorio, que Aracruz tiene como objetivo certificar todas sus plantaciones dentro de un programa de certificación brasileño llamado CERFLOR.

Para ser aceptable ante el Banco Mundial, un sistema de certificación debe reconocer los derechos de los pueblos indígenas. Las normas deben elaborarse con la “participación significativa” de ONGs, población local y pueblos indígenas. El sistema de certificación debe basarse en “normas de resultados objetivas y medibles”. Debe ser independiente. Sus procedimientos de toma de decisiones deben ser “justos, transparentes independientes y concebidos para evitar conflictos de interés”.

CERFLOR no cumple ninguno de esos requisitos. CERFLOR ni siquiera menciona a los Pueblos Indígenas. Aracruz formó parte de la formulación de la norma, pero no hubo participación alguna de pueblos indígenas y fueron muy pocas las ONGs involucradas. En lugar de especificar normas de resultado mínimas, CERFLOR exige la aplicación de planes y programas. Para acceder a las normas de CERFLOR hay que pagar una tarifa. Los resúmenes de las evaluaciones no están disponibles públicamente. En lugar de evitar conflictos de interés, CERFLOR parece destinado a fomentarlos. Aracruz representa a la Asociación Brasileña de Celulosa y Papel en el Subcomité Técnico Forestal del Comité Brasileño de Certificación.

El IFC encomendó a un “especialista forestal independiente” que verificara si CERFLOR cumple con la política forestal del Banco Mundial. Neame no accedió a mi solicitud de recibir una copia del informe del consultor.

Neame me dijo que CERFLOR “es en general compatible con los requisitos de un sistema aceptable conforme a lo especificado en la política forestal del Banco Mundial”. Para Neame, los problemas con CERFLOR son simplemente “áreas que pueden ser mejoradas”.

Si bien el personal del IFC reconoció en el informe al Directorio que “CERFLOR todavía no cumple íntegramente con la nueva política del Banco”, decidieron que “para el futuro sería conveniente que tanto IFC como Aracruz trabajasen en forma cooperativa con los organismos brasileños de acreditación y fijación de normas … para mejorar las normas y procedimientos de CERFLOR y que lleguen a ser íntegramente aceptables”.

Este criterio, escribió el personal del IFC, “puede ser tenido en cuenta para estar a la altura del espíritu de la nueva política del Banco”. Pero si el Banco Mundial puede decidir simplemente que los préstamos deben cumplir únicamente con el espíritu y no con la letra de las políticas del Banco, entonces de poco sirven las políticas.

Por Chris Lang, e-mail: http://chrislang.org