Bribris: un pueblo nunca conquistado que le planta cara a REDD

Ciclos continuos de rebeliones y resistencia han sido parte de la historia de un pueblo que vive en el Caribe Sur costarricense. Cada 50 años se registran diversas acciones que han librado al pueblo Bribri de perder eso que los define como tales; la tierra. Quemas de iglesias, resistencia contra el monocultivo del banano, luchas contra las represas, las empresas petroleras y mineras han tejido la historia de este pueblo. En esta ocasión su adversario no es muy distinto a los anteriores y por eso le han plantado cara.

Costa Rica es uno de los países que en las conferencias de las Naciones Unidas sobre cambio climático se presenta con el discurso de la “Economía Verde” y se proyecta como una plataforma de experimentación de los múltiples mecanismos que promueven la mercantilización de la naturaleza que se fomentan en la ONU. REDD+ es uno de estos mecanismos. Pero en el plano nacional se manifiestan contradicciones y oposición desde los pueblos indígenas a la imposición de REDD+ en sus territorios. Por su parte, el gobierno no ha respetado el derecho a la autodeterminación de los territorios indígenas.

Muestra de ello fue que el pasado 15 de octubre de 2015 se hicieron presentes en San José, capital costarricense, más de 250 personas integrantes de los 24 territorios indígenas, con el fin de ser atendidos por el presidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís. A lo unísono, los pueblos Bribris, Terrabas, Ngobes y Cabecares manifiestaron su rechazo a que REDD+ se aplique en sus territorios, o en cualquier parte del país.

Esta movilización no fue la primera. Ya son más de 5 años realizando talleres, reuniones, encuentros y conferencias de prensa en los que el pueblo Bribri ha señalado concretamente los impactos de varios proyectos mercantilizadores de la naturaleza, entre ellos la estrategia REDD, que desde 2008 los sucesivos gobiernos han querido imponer. Su principal reclamo cuestiona la legitimidad de estos proyectos dictados desde las instancias internacionales, que entran en directa confrontación con los usos y costumbres regidos por su cosmovisión, sobre todo lo que tiene que ver con el cuidado y el respeto hacia la naturaleza.

Según las historias de este pueblo, el bosque es sagrado, donde Sibù (principal ente espiritual Bribri) creó el universo y con este al maíz, origen del pueblo Bribri. Su centro es el Cerro Namaso, un sitio sagrado y de gran importancia, junto con la totalidad del bosque, que cubre gran parte de su territorio indígena. En el Ùsure (casa cónica tradicional) se encuentra representado este universo: el cielo, las estrellas, la superficie de la tierra y  el subsuelo. Todo ello, creación de Sibù, donde los Bribris son los encargados de su resguardo.

Para su cultura así como para otros pueblos indígenas en el mundo, los bosques son de suma importancia; todo dentro de él se considera sagrado y por lo tanto se respeta y se cuida. Se caza solo lo necesario para subsistir y con métodos tradicionales. Se usa del bosque solo lo necesario y no existe una visión de comercialización, no se envenena la tierra, el aire, ni el agua.

Por otro lado, el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), suscrito por Costa Rica, señala que se deben realizar consultas a los pueblos indígenas cada vez que se prevean medidas legislativas o administrativas capaces de afectar directamente a dichos pueblos. Estas consultas deben ser hechas de manera informada, previa y libre y a través de procedimientos apropiados y de buena fe. Esto es igualmente respaldado por la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.

El proceso del desarrollo de la estrategia de REDD en Costa Rica se inició a finales del 2008 bajo el apoyo del Fondo Cooperativo de Carbono para los Bosques (FCPF, por su sigla en inglés) del Banco Mundial y desde sus inicios ha pasado por alto los derechos de los pueblos indígenas a nivel nacional.

Haciendo un recuento se comprende la historia de imposición:

  • En el 2009, la estrategia REDD+ se construyó en complicidad con supuestos representantes de los pueblos indígenas que no habían sido escogidos por elección popular, ni por sus usos y costumbres. Estos representantes impuestos nunca informaron a sus comunidades lo que se estaba negociando.
  • En el 2012, se elaboró un plan de consulta indígena con supuestos líderes indígenas designados por el mismo gobierno nacional y no por el pueblo indígena.
  • En el 2013, se definió por medio de Decreto Ejecutivo un comité directivo de REDD+ y una secretaría ejecutiva de REDD+. Esta última cuenta con un solo miembro indígena que representa a todos los pueblos indígenas del país (8 en su totalidad, distribuidos en 24 territorios). Nuevamente, sin haber existido una amplia participación para este nombramiento.
  • En setiembre del 2015, el gobierno presenta el programa de Pagos por Servicios Ambientales (PSA) Indígena en el marco de la “pre-consulta”. Este es considerado al mismo tiempo como un proceso de preparación hacia REDD+. Y de nuevo se repite la historia: se elaboró sin que los pueblos tengan conocimiento de dónde surgió, quiénes participaron y cómo se construyeron esos acuerdos.

El organismo que se encarga de implementar la estrategia REDD a nivel nacional es el Fondo Nacional de Financiamiento Forestal (FONAFIFO), que tiene previsto hacerlo entre los años 2016 y 2020. Se prevé un proceso de consulta a pueblos indígenas que tendría que haberse realizado con anterioridad al proceso actual de implementación. En consecuencia hay un gran vacío de información. Múltiples preguntas surgen desde las comunidades; cómo y para qué nace; cómo funciona; cuáles serían los beneficios y sus consecuencias.

Desde hace más de 530 años se repite la misma historia de dominación. Intentando borrarles su idioma, tan importante para mantener la cultura; imponiendo sistemas de educación que no son propios; imponiendo gobiernos ajenos a sus autoridades tradicionales; así como leyes que poco o nada tienen que ver con sus formas de gobierno. Es así como se ven brotar megaproyectos que destruyen el bosque y contaminan los ríos: se construyen carreteras o tendidos eléctricos que atraviesan los territorios indígenas, invadiendo continuamente sus tierras para luego ser despojados de ellas. REDD no es diferente a cualquier instrumento de colonización, pero si representa una vuelta de tuerca más del capitalismo.

REDD+, tal y como está concebido, prohíbe el uso de los bosques, y por ende, todos los demás “recursos” existentes. Eso lo saben quienes marcharon el pasado 15 de octubre ante la Casa Presidencial: “REDD irrespeta nuestra cosmovisión al ponerle precio y mercantilizar nuestros bosques, nuestros sitios sagrados, ríos y todos los seres que habitan en ellos… Exigimos que se respete nuestra forma de cuido, que va más allá de proyectos inventados desde afuera, que terminan dividiendo nuestros tejidos comunitarios ancestrales que han permitido que las montañas estén tal cual hoy en día. Los pueblos decimos: No podemos vender el aire, el agua, el oro, la montaña... si le quitamos la sangre al bosque, se muere”. (1)

A pesar de las demandas de los pueblos indígenas para que se detenga el avance de la implementación de la estrategia REDD, la respuesta sorda del Gobierno en la reunión en Casa Presidencial fue “REDD va, porque va”. En este sentido los indígenas han manifestado que se debe de abrir un proceso verdadero de diálogo, en el cual se brinde información completa y transparente a toda la población de los territorios sobre el objetivo de la misma y se priorice una agenda indígena que busca la autonomía sobre la tierra, la alimentación y la cultura”.

Esa misma tarde del 15 de octubre, estos pueblos indígenas reafirmaron su convicción de seguir construyendo autonomía, sin pedir permiso para existir. Esa es una de las formas de cuidar el bosque, su comunidad, y de caminar hacia una verdadera soberanía territorial.

Mariana Porras, mariana@coecoceiba.org
Henry Picado, henry@redbiodiversidadcr.info

(1) Manifiesto entregado en Casa Presidencial en contra de REDD. Octubre, 2015