“Son los movimientos de mujeres rurales los que han estado al frente de acciones públicas masivas que enfrentan a las grandes empresas del sector agroalimentario (laboratorios farmacéuticos que producen semillas transgénicas y agrotóxicos) y defienden la biodiversidad.” (SILIPRANDI, 2013, p.239)
Los hechos hablan del creciente protagonismo femenino en el campo económico y, más recientemente, en el debate político. En Brasil, ciertamente, uno de los espacios de visibilidad de esa lucha política fue la acción del Movimiento de las Mujeres Campesinas (MMC), vinculado a La Vía Campesina, que en 2006 ocupó los laboratorios de producción de plantines de eucaliptos de Aracruz Celulose, en Río Grande del Sur, en una acción en la que participaron unas dos mil campesinas. Su objetivo era denunciar el avance del “desierto verde” creado por los monocultivos de eucaliptos y la consiguiente expulsión de la población campesina. También fue un acto de defensa de la agricultura campesina como promotora de la biodiversidad y plataforma de la soberanía alimentaria. De esta forma, defendieron la semilla para la vida en el sentido de que: “Las semillas son el inicio y el fin de los ciclos de producción campesina, son la creación colectiva que refleja la historia de los pueblos y de sus mujeres, quienes fueron sus creadoras y principales guardianas y mejoradoras” (Martins; Stedile, 2011).
Sin embargo, la defensa de las semillas para la vida y el enfrentamiento al agronegocio, en especial de la celulosa, es un camino complejo pues está atravesado por cuestiones de autonomía y subalternidad. En la región este del estado de Mato Grosso del Sur, las mujeres han sido menos guardianas de las semillas y más empleadas de la celulosa - particularmente porque en esta región no se abrió casi ningún espacio para los oprimidos, salvo los que se forjaron por las luchas.
Los datos que constan en el Informe de Sustentabilidad de Fibria, 2011, indicaron la existencia de 897 empleados directos en la Unidad de Três Lagoas en el estado de Mato Grosso, de los cuales 90 eran mujeres. Esto representa el 10,03% del total de mano de obra femenina empleada por dicha unidad en las actividades industriales y forestales, una situación apenas por debajo del promedio total de mano de obra femenina empleada por Fibria, que es de 12,73%.
Tabla 1 - Empleos directos de Fibria en Brasil 2009 a 2011
Total de Trabajadores | Total de mujeres | % de mujeres | |
2009 | 4749 | 675 | 14,21 |
2010 | 5037 | 726 | 14,41 |
2011 | 4006 | 510 | 12,73 |
Fuente: Fibria – Informe de Sustentabilidad (2011)
Importa destacar que aproximadamente el 80% de la mano de obra femenina empleada por la papelera trabaja en los viveros de producción de plantines de eucalipto. Según la empresa, al tratarse de una actividad que exige sumo cuidado en el manejo, la mujer se destaca por su delicadeza y paciencia- son las guardianas de los plantines de eucaliptos clonados. Éste parece ser el secreto para obtener buenos resultados en la producción de plantines: explotar la subjetividad de lo femenino.
Los datos de la unidad de Tres Lagoas-MS también revelan otra cuestión: cuán reducida es la participación del trabajo femenino en el sector industrial y en el sector forestal de Fibria. A las mujeres les corresponden tareas específicas; sin embargo, como la tónica del sector es la tercerización - según el citado informe, los trabajadores tercerizados sumaban 2.590, número muy superior en comparación con la cantidad de trabajadores directos de Fibria-, el trabajo femenino también entra por esta vía en el complejo del eucalipto- celulosa, principalmente porque es en esas empresas que están los trabajadores del sector forestal (plantación, cultivo y cosecha).
Cabe destacar que la mayoría de estas empresas tercerizadas llega a Três Lagoas en épocas de plantación, de control de hormigas y de desbrote, y posteriormente toman otros destinos. El resultado es la proliferación de los contratos de trabajo temporales y precarios, o sea, contratos de poco más de un año - según relatos de las mujeres del distrito de Arapuá, municipio de Três Lagoas- MS. Las mujeres contratadas pertenecen a la comunidad rural de Arapuá y a los asentamientos rurales próximos a las zonas de plantaciones de eucaliptos. Trabajan en esta actividad porque “no hay otra opción”, “no hay otro trabajo”, “o se trabaja en las empresas o uno queda desempleada”. Relatan que antes de la llegada de las empresas el único trabajo era el de empleada doméstica en la ciudad de Três Lagoas o el de trabajo doméstico en sus casas junto a sus familias - parte de ellas vivía en haciendas donde el marido trabajaba.
Al preguntarles si están contentas con su actual condición de trabajo, la respuesta es negativa porque perciben la explotación. Afirman que es “un trabajo muy exigente”. Cavan la tierra con azadas, trabajan en el surcado, en la plantación con sembradora manual, en la limpieza de las cepas, en la aplicación de abono, en el desbrote con haz, en el combate a las hormigas. Para esta última actividad, cargan un pulverizador de 20 litros de agua en sus espaldas. Una de las mujeres cuenta que trabajó en dos empresas con hoz y sus manos se ampollaban hasta sangrar, aunque usara los guantes ofrecidos por la empresa.
Otra cuestión que surge de sus relatos es que tienen un horario para ir a trabajar, pero no para volver. Salen alrededor de las 4:30hs de la mañana y vuelven a las 18hs – si el ómnibus no se rompe, lo cual es bastante común. A esa situación de vivir para trabajar se suma la comida en mal estado y posibles mordidas de víboras. Para evitar accidentes, la sugerencia de las empresas es que eviten sentarse en el suelo, y es así que descansan de pie al final de la calle - pero solo tienen este derecho las más rápidas que logran llegar primero.
Hay relatos dramáticos que involucran a toda la familia. Está el caso de una mujer que trabajó en las plantaciones de eucalipto y ahora sufre depresión. Obtuvo algunos días de licencia pero actualmente está desempleada porque al volver al trabajo, la empresa la despidió. Su marido también está desempleado, lo despidieron cuando la empresa Urenha quebró. Además de no pagarle los derechos laborales tampoco le hicieron el chequeo de salud correspondiente. Al buscar trabajo en otra empresa, se enteró, a través del chequeo de admisión, que tenía problemas de columna y corazón y, consecuentemente, lo consideraron no apto para el trabajo. La falta de un chequeo al momento del despido le impidió probar que los problemas de columna son secuelas derivadas de la actividad que desarrolló durante cerca de veinte años.
El trabajo en este sector también impone cambios en la relación con los hijos y con la escuela. Una residente de más de 20 años en la comunidad Arapuá cuenta cómo la llegada de estas empresas modificó la rutina escolar en función del ritmo de trabajo. En sus palabras:
Las mujeres están trabajando. Incluso nuestra lucha política aquí es que necesitamos una guardería. Porque hay madres que tienen dos o tres hijos pequeños y terminan dejándolos con las abuelas para ir a trabajar. Una de ellas tiene dos hijos, uno, en el jardín de infantes y el otro aún no va a la escuela, y los tiene que dejar con la abuela para poder ir al trabajo. Porque el padre trabaja, la madre trabaja y no tienen con quién dejarlos. Eso es lo que pasa. Cuando hay una reunión escolar no va nadie, porque las madres están trabajando y no pueden perder días de trabajo. Esto sigue igual. (habitante del distrito de Arapuá. 11 de febrero de 2014. Mieceslau Kudlavicz).
Advertimos que estas observaciones con respecto a la situación de las mujeres a raíz de los monocultivos de eucalipto no tienen como objetivo victimizarlas, sino que procuran entender y registrar el contradictorio proceso del capital generado por la dominación de los medios de producción, la explotación del trabajo femenino y la imposición de la sociedad de mercado. Una situación que promueve desigualdades sociales y fenómenos que van desde la sumisión a la sublevación de la clase trabajadora en su configuración como sujeto político, y a la que compete elegir. A nosotros nos cabe esperar que la rebeldía llegue rápidamente a los campos de Mato Grosso del Sur!
Msc. Mieceslau Kudlvicz, Comisión Pastoral de la Tierra/Mato Grosso del Sur,mie3l@uol.com.br
PD: Agradecemos a la profesora Dra. Rosemeire A. de Almeida que aún estando lejos se hace presente en éste y otros trabajos.