Camboya: la maldición de las concesiones

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Pheapimex Land Conflict

 

La compañía prometió aumentar la cobertura forestal pero plantaron mandioca. La mandioca no es un árbol; una plantación de mandioca no es un bosque
(Poblador de Ansar Chambor, Pursat, Camboya)

Desde el año 2000, los pobladores de más de 111 aldeas han estado luchando contra una gigantesca concesión de tierras que abarca 315.028 hectáreas y atraviesa las provincias de Pursat y Kampong Chhnang en Camboya. El acuerdo de la concesión autoriza a Pheapimex – una poderosa compañía camboyana – a apoderarse de tierras agrícolas, forestales y comunitarias para plantar monocultivos de acacia y mandioca. El Grupo Pheapimex, propiedad de Choeung Sopheap y su marido Lao Meng Khin, un senador del Partido del Pueblo Camboyano (PPC), actualmente en el poder, es considerado por muchos camboyanos como virtualmente intocable por las estrechas relaciones que existen entre sus propietarios y el Primer Ministro de Camboya, Hun Sen y por las importantes donaciones de Pheapimex al PPC.

Aunque la ley vigente limita el tamaño de cada concesión de tierras a 10.000 hectáreas, Pheapimex adquirió su permiso en 1997, antes de que fuesen establecidas las leyes que regulan las concesiones de tierras para el desarrollo de actividades económicas. Inicialmente su plan era establecer una plantación de eucaliptus y fábricas de celulosa y papel. Para este fin la empresa se asoció con el Grupo de Cooperación Agrícola de China y tramitó el financiamiento del Banco de Exportaciones-Importaciones de China. Pheapimex es también el socio camboyano de la compañía forestal china, Wizhishan. Desde la aprobación de la referida ley, Pheapimex colabora con intermediarios y otras compañías que adquieren tierras dentro de los límites legales, pero en realidad constituyen parte de la gigantesca operación de Pheapimex.

Para el año 2002, la compañía ya había empezado a talar bosques y ocupar tierras agrícolas, a construir carreteras y canales y a acondicionar un vivero en la comuna de Ansar Chambor, distrito de Krakor, en Pursat. Como protesta, los pobladores de la comuna bloquearon carreteras y elevaron denuncias al gabinete real en Phnom Penh, la capital del país. Aunque el gobierno nacional no respondió favorablemente, las protestas locales pararon los trabajos en Ansar Chambor durante un corto lapso. Sin embargo la compañía continuó delimitando, desbrozando y apoderándose de tierras en otras zonas. En el año 2008, el vivero de Ansar Chambor ya estaba en pleno funcionamiento y Pheapimex había empezado a desalojar a los pobladores de sus tierras en otras zonas de la concesión, impidiendo el acceso de la población local a los bosques, plantando mandioca y acacia e instalando campamentos de obreros.

Desde entonces las operaciones de la compañía se han extendido y acelerado y se está trasladando maquinaria pesada, tales como topadoras y excavadoras, a través de toda el área de la concesión. Se nota claramente que esta expansión se está realizando por fases; sin embargo, las comunidades afectadas no reciben información previa sobre los planes de la compañía y a menudo son tomadas desprevenidas. La compañía se vale de distintos medios para asegurar la “cooperación” local, desde coimas y engaños hasta intimidación, violencia y encarcelación.

En el año 2010 Pheapimex organizó una ceremonia de “entrega de obsequios” en Ansar Chambor, en la que se entregaron arroz, fideos instantáneos y krumahs (pañoletas tradicionales) como testimonio de las buenas intenciones de la compañía. A continuación las autoridades gubernamentales alabaron los esfuerzos de Pheapimex por llevar prosperidad a la zona y ordenaron a las comunidades que cooperaran ya que eran las destinatarias de la generosidad de la compañía.

Las autoridades del distrito y de la comuna han informado a las comunidades afectadas que no pueden cuestionar o parar a Pheapimex, y que los pobladores deberían aceptar cualquier indemnización que quiera pagar la compañía. Pheapimex utiliza en forma rutinaria su propia seguridad privada armada, así como policía comunitaria armada y policía militar para “proteger” la propiedad de la compañía frente a las protestas locales. Aunque la policía local se identifica con las comunidades afectadas, tienen órdenes de proteger a la compañía y no a las comunidades

Empobreciendo al pueblo

Antes de que instalaran la plantación, aún con 100 hectáreas de tierras agrícolas se podía sustentar a cientos de familias. Sin embargo ahora, se han entregado miles de hectáreas a una sola compañía y (este arreglo) ni siquiera da para alimentar a una familia adecuadamente.
(Poblador de Psach Latt, Pursat, Camboya)

Los testimonios de las comunidades afectadas demuestran que la concesión de Pheapimex está robando al pueblo camboyano su patrimonio y riqueza natural, empobreciendo a las comunidades que están dentro de las áreas de la concesión y en los alrededores y eliminando las opciones de subsistencia de las generaciones futuras. Las áreas otorgadas a Pheapimex incluyen tierras agrícolas, de pastoreo, humedales, bosques, montes, lagos y cuencas, los que constituyen un sistema de infraestructura natural que nutren y de la que dependen los pobladores locales para su supervivencia y su bienestar cotidiano. Con la pérdida de tierras de pastoreo, las familias afectadas empezaron a vender sus vacas y sus búfalos, una de las importantes formas tradicionales de riqueza en Camboya.

La tala de bosques para la concesión está destruyendo la biodiversidad y los ecosistemas locales, incluidos valiosos bosques primarios, fuentes de agua, peces y vida silvestre. Están desapareciendo árboles económicamente valiosos (tales como los Knyung Beng, Neang Nun, Chheu Krom, Khnong y Phchek), la vida silvestre ha perdido hábitats, y las cuencas se han visto severamente reducidas. La compañía ha anegado estanques, cortado arroyos y desviado las aguas hacia sus viveros y plantaciones por medio de canales. Algunos arroyos se han secado por completo. Los pobladores locales temen que esto afectará la pesca local, particularmente en el Lago de Tonle Sap. Los ríos y arroyos aportan nutrientes a los peces y muchos de ellos viajan río arriba para desovar. Al bloquear arroyos y estanques, la salud y calidad integral de la pesca se deteriorará. La agricultura también se ha vuelto más difícil: los pobladores no pueden cultivar hortalizas y otros cultivos comerciales en sus huertas ya que la compañía domina el acceso al agua. Sin cobertura forestal, las aguas pluviales drenan más rápidamente, no se controla la erosión de los suelos y los pocos arroyos que quedan se vuelven más llanos.

Los bosques y montes constituyen importantes ‘alacenas’ de alimentos y medicamentos para las comunidades afectadas, así como fuentes de combustibles, materiales de construcción y productos forestales no madereros, tales como hongos, brotes de bambú y de ratán, miel, viñas, resinas, raíces, hierbas silvestres y frutas. Además los bosques tienen importantes valores culturales y religiosos para las comunidades afectadas: la compañía ha talado bosques sagrados, bosques de espíritus donde se realizan rituales tradicionales para pedir paz, buenas cosechas, prosperidad y salud. Las comunidades han perdido más de 6000 hectáreas de bosque, identificados como bosques comunitarios en Ansar Chambor y Kbal Trach (Pursat). Los pobladores de Kbal Trach estiman que la pérdida de ingresos sólo de los productos forestales no madereros para cada familia supera un millón de riel (US$245) por temporada.

A medida que las familias aumentan de tamaño, las nuevas generaciones necesitan tierras para cultivar: estas tierras ya no están disponibles. Una iniciativa para conceder títulos de tenencia de tierras en y alrededor de las concesiones, iniciada por el Primer Ministro Hun Sen en 2012 (conocida como Directiva 01BB), estableció un tope de 5 hectáreas de tierras como huertas y arrozales respectivamente para cada adulto, aunque la cantidad de tierra con títulos es mucho menor en la mayoría de las aldeas afectadas por la concesión de Pheapimex. Aún este límite de 5 hectáreas ignora las necesidades de tierras de aquellos que todavía no son adultos, pero que llegarán a serlo dentro de unos años.

Sumidos en la desesperación, numerosos pobladores buscan empleo en las plantaciones, donde se pagan sueldos bajos – 600.000 riel o US$147 por 30 días de trabajo –, los pagos son irregulares y en deficientes condiciones de trabajo. Hoy en día muchas de las familias deben subsistir con el sueldo de un integrante de la familia en la plantación, lo que no puede sustentar a una familia entera que antiguamente cubría su alimentación y percibía ingresos de los arrozales, las huertas, los bosques y arroyos. Como resultado, el endeudamiento aumentó, la emigración se incrementa y las familias se desintegran a medida que sus integrantes se van a las ciudades o a la vecina Tailandia en busca de trabajo.

Continuando con la lucha

Desde que se enteraron de la concesión, los pobladores de las comunidades afectadas han intentado defender sus tierras, bosques, subsistencia y vidas de distintas formas. Han protestado en las oficinas comunitarias, de distrito y provinciales, han cortado el tránsito de la Ruta 5 para concitar apoyo público, impidiendo que las máquinas limpiasen tierras agrícolas y bosques y han elevado quejas a las autoridades en todos los niveles. Han realizado ceremonias de oración pidiendo justicia en las comunidades, pagodas y frente a las oficinas públicas.

La movilización y organización popular en los ocho distritos abarcados por la concesión constituyen un enorme desafío para los pobladores locales, quienes simultáneamente están intentando alimentar a sus familias y cubrir sus necesidades. La concesión es gigantesca, no sólo en tamaño sino también en dinero y poderío político. Aquellas personas que protestan son tildadas de “incitadores”, arrestadas bajo falsas acusaciones, encarceladas y multadas con grandes sumas de dinero. Aunque muchas de ellas están exhaustas y desalentadas, otras ven una esperanza de cambio a largo plazo. Las recientes elecciones nacionales demostraron que existe una pérdida de apoyo general del PPC y es probable que la masa de las bases del PPC se esté debilitando en los lugares donde los conflictos de tierras y bosques son mayores.

En las palabras de un poblador de Krang Skea (Kampong Chhnang): Somos como el bambú que empieza con un brote, tenemos que esperar que haya más brotes y que el bambú crezca.

Por Shalmali Guttal, Focus on the Global South. Correo electrónico: s.guttal@focusweb.org, http://focusweb.org/