"Nacemos en el bosque y allí hacemos todo: recolectar, cazar y pescar. ¿Dónde quieren que consigamos el sustento? Dicen que no podemos ir al bosque ¿dónde se supone que debemos vivir?", dice un miembro de una comunidad Baka de la región Lobéké y Boumba.
El Parque Nacional Lobéké fue establecido en 1999 en el sudeste de Camerún en más de 220.000 hectáreas de tierras ricas en flora y fauna, la mayoría de las cuales habían sido usadas hasta ese momento por las comunidades Bantúes y de "Pigmeos" de mayoría Baka, para su sustento. Estas comunidades principalmente recolectan y cazan en los extensos bosques que cubren la región. Al noroeste de Lobéké y junto al río Boumba se extiende el Parque Nacional Boumba, establecido en forma oficial con posterioridad a Lobéké. La zona entre el río Boumba y el Parque Lobéké es el hogar de varias comunidades que cultivan, cazan, pescan y recolectan principalmente para su subsistencia. También es escenario de las actividades de las compañías de safaris que funcionan en las enormes zonas de caza deportiva (más de 400.000 hectáreas) creadas alrededor del Parque Lobéké, y alberga a la vez zonas de caza de menor tamaño manejadas por las comunidades y grandes concesiones para la explotación maderera.
La proximidad de los dos parques a las fronteras de la República Centroafricana y la República del Congo, junto con la gran cantidad y variedad de grandes mamíferos que habitan los bosques de la región, han hecho de esta zona un objetivo codiciado por cazadores y traficantes furtivos de carne de animales silvestres, así como por los buscadores de trofeos que pagan elevadas sumas a las compañías de safari para poder cazar. Los papagayos vivos, el marfil y otros recursos de los bosques obtenidos ilegalmente son extraídos o contrabandeados en forma regular a través de la zona, a lo que se suma la actividad de numerosas compañías madereras.
Para los pueblos cazadores y recolectores de Camerún, el Parque Nacional Lobéké es importante porque el Ministerio de Medio Ambiente y Bosques de Camerún, junto con varias ONG internacionales, acordaron otorgar un permiso legal oficial para el acceso estrictamente regulado de los Baka y otras comunidades locales a un sector menor del parque para realizar caza y pesca de subsistencia, lo que en condiciones normales sería contrario a las leyes camerunesas. Los planes actuales de las organizaciones conservacionistas que trabajan en la zona (incluidas WWF y GTZ) son asegurar que cada una de las zonas recientemente redefinidas alrededor de los parques sean asignadas en forma clara a las partes interesadas, que con el tiempo deberán participar en el manejo de sus zonas de bosques. Entre los actores claves en los bosques de los que han dependido muchos Baka, hay grupos conservacionistas (entre ellos organizaciones conservacionistas importantes del hemisferio Norte), grupos comerciales (en especial empresas de caza deportiva y compañías madereras); cazadores furtivos y comerciantes de carne de animales silvestres que a menudo tienen un respaldo político importante, y las comunidades Bantú (sobre todo los Bagando) que dependen principalmente de la agricultura pero también de otros productos de los bosques que rodean sus comunidades.
Este enfoque de la conservación centrado en las partes interesadas es elogiable y refleja una tendencia más amplia en gran parte del África subsahariana orientada a la devolución de poder con respecto al manejo de los recursos. Pero desde la perspectiva de los derechos humanos hay problemas graves con la matriz de zonas de conservación alrededor de Boumba y Lobéké, especialmente con relación a la forma en que se están menoscabando los derechos de los Baka sobre los recursos del bosque por presiones conservacionistas externas a la región. Por ejemplo, las comunidades Baka son partes interesadas clave en los bosques de la zona porque son poblaciones numerosas y dependen mayoritariamente de los recursos del bosque para su supervivencia. Pero a pesar de eso, sus puntos de vista fueron prácticamente ignorados durante las consultas sobre el establecimiento de los parques, y han sido prácticamente marginados de la mayoría de los programas supuestamente tendientes a favorecer la participación y empoderamiento local en el manejo de las diferentes clases de áreas protegidas, incluidos los parques y varios tipos de "zonas de amortiguación" creadas.
Uno de los nuevos mecanismos para habilitar la participación local en estas áreas zonificadas es el establecimiento de Zonas de Interés Cinegético de Manejo Comunitario (Zones d'Intéret Cynégétique à Gestion Communautaire - ZICGC) en las cuales las comunidades puedan explotar la fauna y la flora, sujeto a la elaboración de planes de manejo supuestamente dirigidos por las comunidades bajo el control de las autoridades gubernamentales de conservación. La integración del grupo de delegados de las comunidades responsable del manejo de las ZICGC está abrumadoramente dominado por las elites locales establecidas, y los métodos y criterios de selección de la comisión (que incluye el dominio del francés) conspiran contra la integración de la comunidad Baka. Por ejemplo, en noviembre de 2002, en la ZICGC 9, ubicada entre el río Boumba y el parque Lobéké al oeste de la carretera Moloundu, menos del 10% de los delegados provenían de la mayoría Baka y habían sido designados mayoritariamente por los jefes Bantúes locales y no por los propios Baka.
La consecuencia de esta falta de participación de los Baka es que las decisiones de la comisión comunal de manejo del bosque de permitir a las compañías de safari acceder a las mejores zonas de caza de las ZICGC (usualmente por una pequeña suma de dinero), por ejemplo, pueden entrar en conflicto directo con las estrategias de subsistencia de los Baka, que dependen de esas zonas para su sustento. La organización Forest Peoples Programme tiene conocimiento de numerosos casos ocurridos en los últimos dos años en que guardias de compañías de safari han expulsado a los Baka de sus zonas tradicionales de caza ubicadas fuera de los parques. El dinero que pagan los usuarios autorizados se asigna a la comisión de manejo, que puede usar estos fondos para proyectos de desarrollo comunitario; o sea que las inversiones comunitarias son decididas por un grupo que no representa a toda la comunidad.
La mayoría de los encargados de la conservación de la región concuerdan en que la caza de subsistencia de los Baka tanto dentro como alrededor de las áreas protegidas del sudeste de Camerún no representan una amenaza seria para la biodiversidad. El consenso actual de los actores relacionados con la conservación en Camerún es que la caza comercial, especialmente para carne de animales silvestres, representa la amenaza más grave para las especies en riesgo, y que el madereo legal e ilegal es la principal amenaza para los hábitats únicos o en peligro. Hasta el momento las autoridades de conservación locales no han encontrado los incentivos adecuados para evitar el comercio ilegal de carne de animales silvestres, y la política de gestión del sector maderero de Camerún ha sido crónicamente débil, por lo que esos peligros aún prevalecen en la región de Lobéké a pesar de la presencia de numerosos proyectos internacionales de conservación. Las prioridades de los círculos conservacionistas internacionales siguen colocando en segundo plano la subsistencia local y los derechos tradicionales de las comunidades, y en lugar de centrarse en el comercio ilegal de carne de animales silvestres y limitarlo mediante la aplicación de la ley, las medidas de protección actualmente en vigencia se centran en quienes tienen más que perder. La paradoja es que eso se hace para proteger los recursos y hábitat que los pueblos locales, especialmente los Baka, ya conocen y aprecian pero no pueden proteger por no tener derechos asegurados sobre sus bosques.
Muchos Baka enfrentados a restricciones cada vez mayores sobre los bosques han expresado su deseo de entablar un diálogo justo sobre planes de conservación con las autoridades que manejan las áreas protegidas, pero hasta el momento no se ha habilitado ningún mecanismo formal que lo permita. Basados en su experiencia anterior con las autoridades de conservación, los Baka son escépticos en cuanto al compromiso de las organizaciones conservacionistas con los principios de apertura, justicia y negociación. Será necesario crear nuevos modelos de colaboración entre las comunidades Baka y las autoridades, si se quiere asegurar el éxito de esquemas "participativos" como Lobéké, y si se desea garantizar el derecho de la población local a sus tierras y por ende a su subsistencia.
Este artículo se basa en información obtenida de entrevistas a la comunidad, realizadas en el sudeste de Camerún durante un período de dos años, para un proyecto que se proponía documentar el impacto de las áreas protegidas sobre las poblaciones indígenas en siete países africanos, así como promover la aplicación de los nuevos principios de conservación contenidos, entre otros, en la "Declaración de principios sobre los pueblos indígenas y la conservación" de WWF, las resoluciones de la World Conservation Union sobre Pueblos Indígenas, la Comisión Mundial sobre Áreas Protegidas y las disposiciones pertinentes del Convenio sobre Diversidad Biológica, suscrito por más de 177 países.
Este nuevo modelo de conservación se basa en principios que reconocen los derechos de los pueblos indígenas a usar, poseer y controlar sus territorios tradicionales, y que intentan proteger su conocimiento y capacidades tradicionales. El nuevo enfoque apunta a generar asociaciones de trabajo con los pueblos indígenas basadas en principios de consentimiento pleno e informado y una distribución equitativa de los beneficios resultantes de las actividades de conservación.
Este proyecto es llevado a cabo por el Forest Peoples Project y sus socios locales, con financiación de Community Fund, del Reino Unido. Para obtener más información consulte el sitio www.forestpeoples.org
Por: John Nelson, FPP, correo electrónico: johnnelson@blueyonder.co.uk