A mediados del 2000 el Banco Mundial aprobó el polémico proyecto para la construcción de un oleoducto de más de 1000 kilómetros de largo, que conectará los campos petrolíferos de Doba en el sur de Chad con la costa atlántica de Camerún. Dicho proyecto, liderado por Exxon-Mobil y patrocinado por Chevron y Petronas --la empresa petrolera estatal malasia-- es el mayor de su tipo en el Africa subsahariana. A pesar de la fuerte oposición de organizaciones locales e internacionales por los impactos de este megaproyecto sobre la gente y el ambiente, el Banco finalmente lo aprobó, aduciendo que los ingresos producidos por el petróleo servirían para aliviar la pobreza extrema en Chad y que los impactos ambientales provocados por el mismo podrían ser mitigados (ver Boletín 35 del WRM).
Sin embargo, bastó poco tiempo para demostrar que la decisión había sido un grave error. Si bien el Banco había manifestado que se establecería un sistema especial de contabilidad para los ingresos provenientes de la venta de petróleo como forma de asegurarse de que los mismos serían gastados en educación, salud y otros servicios sociales, el gobierno dejó claro enseguida cuál es su concepción de “desarrollo”. En efecto, el pasado noviembre el Presidente de Chad Idriss Debby admitió haber utilizado U$S 4,5 millones de la primera partida por venta de petróleo, ¡para comprar armas! “Es por demás evidente que sin seguridad no puede haber programas de desarrollo” manifestó el mandatario.
Ha quedado demostrado que las preocupaciones manifestadas por las organizaciones comprometidas con la campaña en contra del apoyo del Banco Mundial al proyecto estaban bien fundadas. Los problemas de las poblaciones locales aumentarán. Estas no sólo sufrirán los impactos directos de la explotación del petróleo, sino también las consecuencias de la mayor “seguridad” que el gobierno -- con más armamento-- ofrece a las compañías petroleras contra su propio pueblo. Los traficantes de armas, los funcionarios corruptos y las petroleras serán los grandes beneficiados, al tiempo que el Banco Mundial --le guste o no-- estará apoyando todo eso. Si quiere por lo menos preservar su imagen, el Banco debe retirar inmediatamente su apoyo al proyecto, que es totalmente opuesto a su mandato en materia social y ambiental.
Artículo basado en información obtenida de: Douglas Farah y David B. Ottaway, 'World Bank Reassesses Chad Pipeline Deal', The Washington Post, 5/12/00.