Un nuevo informe de Amigos de la Tierra Internacional, Campagna Per La Riforma Della Banca Mondiale, CEE Bankwatch Network y World Economy, Ecology & Development publicado en enero de 2006 señala el papel del Banco Europeo de Inversiones (BEI) como financiador de los llamados proyectos de “desarrollo” en el Sur. La pregunta que se plantea es: ¿desarrollo para quién? La investigación, que lleva por título “The European Investment Bank In The South. In Whose Interest?” (“El BEI en el Sur: ¿En interés de quién?”) aporta elementos en torno a esta pregunta.
El Banco Europeo de Inversiones actúa en nombre de los ciudadanos europeos y los gobiernos de la Unión Europea, sus propietarios. Otorga préstamos de hasta 45 mil millones de euros de dinero público a proyectos que declaran colaborar con el desarrollo y con la cohesión de la Unión Europea (UE). Según el informe, “En los años 1960 el BEI comenzó a financiar proyectos en África y hoy alrededor del 10% de la financiación del BEI está fuera de Europa, desde China hasta Brasil. Estos préstamos cubren un amplio espectro de inversiones en proyectos como energía, agua, comunicaciones e intermediación industrial y financiera. Pero ¿en interés de quién existen estos proyectos?”.
El informe alega que el BEI parece estar respondiendo a las necesidades de sus clientes, financiando prestamente proyectos con retornos económicos elevados y garantidos. Pero rara vez ha subsidiado proyectos ambientales o invertido en energía renovable. Varios estudios de caso incluidos en este informe ilustran la forma en que los proyectos financiados por el BEI han perjudicado a menudo a las comunidades y el medio ambiente.
En África el BEI administra una porción significativa del presupuesto de la comisión de la UE para la cooperación para el desarrollo (hasta 13,5 mil millones de euros en los diez últimos años) y esta tendencia se acentúa con la creación de la nueva Facilidad de Inversiones del Acuerdo de Cotonou del BEI, que se espera desembolsará 2,2 mil millones de euros del presupuesto de la UE entre 2003 y 2008. Este informe muestra cómo los primeros préstamos otorgados por la Facilidad fueron predominantemente al sector privado, a grandes corporaciones europeas o grandes empresas locales. En África, al igual que en América Latina, los objetivos preferidos de los préstamos del BEI están en el sector de las industrias extractivas.
El Oleoducto Chad-Camerún (véanse los boletines del WRM Nº 72, 66, 45, 41, 35, 14 y 2), una tubería de 1.070 km de largo desde el sur de Chad hasta la costa atlántica del vecino Camerún, es el mayor proyecto jamás financiado por el BEI en África. Según el informe, la construcción del proyecto se completó más de un año antes de la fecha prevista, pero las medidas de mitigación social y ambiental siguen teniendo graves retrasos y amenazan con socavar los objetivos de reducción de la pobreza del proyecto.
El Banco Mundial también es parte del proyecto, puesto que su participación era condición previa para que el consorcio encabezado por Exxon Mobil siguiera adelante con el proyecto de US$ 3.700 millones. Además en 2001 el BEI no solamente otorgó préstamos a los gobiernos de Chad y Camerún (35,7 millones y 20,3 millones de euros respectivamente) sino que también brindó dinero adicional a Chevron (34 millones de euros) y a Exxon (54 millones de euros).
Ambas instituciones prometieron que el proyecto Chad-Camerún, que se esperaba generaría ingresos nominales de entre US$ 2.000 y US$ 3.000 millones para Chad y de US$ 550 millones para Camerún a lo largo del período de 28 años en que operaría, transformaría la riqueza del petróleo en beneficios para los más necesitados, reduciendo la pobreza y promoviendo el crecimiento económico en ambos países. Sin embargo, en enero de 2001 se hizo público que Chad había utilizado parte del dinero aportado por el Consorcio del Petróleo a la firma del contrato (US$ 25 millones), para comprar armas.
El informe denuncia que tanto Chad como Camerún han ocupado durante muchos años posiciones destacadas en el Índice de Percepción de Corrupción de la organización Transparency International. Sin embargo los bancos no exigieron a Camerún disposiciones para la administración transparente de los beneficios. En el caso de Chad, el Banco Mundial sí exigió la adopción de una ley de administración de los ingresos así como el establecimiento de un Comité Supervisor responsable de autorizar los gastos. Este sistema, cuyo objetivo era garantizar la transparencia de la administración de los ingresos, ha dejado de funcionar. En octubre de 2005 el gobierno de Chad anunció que modificará sustancialmente la ley, con el fin de incluir gastos de seguridad y que abolirá un fondo que se había establecido para las generaciones futuras de la era pospetróleo.
Se han señalado diversos problemas e incluso graves violaciones de las políticas del Banco Mundial, en especial en las esferas del impacto ambiental y la salud pública. Las malas condiciones sanitarias, la mano de obra inmigrante siempre en aumento y el crecimiento de la prostitución han llevado a la propagación de enfermedades, con inclusión del VIH y el sida.
El informe destaca que el impacto actual del oleoducto sobre la biodiversidad y la vida silvestre sugiere que no hubo un buen manejo de las consideraciones ambientales. Los supervisores del propio Banco Mundial advierten que el mayor acceso a zonas remotas que el proyecto permite representa una grave amenaza para especies en peligro como gorilas y chimpancés. Los patrocinadores procuraron equilibrar la pérdida de biodiversidad a lo largo del oleoducto con el establecimiento de dos zonas ‘de compensación’, los parques nacionales de Campo Ma’an y Mbam-Djerem. Pero no se ha recibido financiación para la administración de estos parques, cuya viabilidad está hoy abierta al cuestionamiento. A los problemas de salud pública se añade una contaminación severa con polvo, y el mal manejo de los residuos del petróleo, y los fluidos utilizados para las perforaciones amenazan las fuentes subterráneas de agua en la zona de los yacimientos.
Los “pigmeos” Bakola viven en el sudoeste de Camerún (véase el boletín del WRM Nº 87). Todavía dependen principalmente de los bosques para ganarse el sustento con la caza y la recolección. La porción sur del oleoducto atraviesa sus tierras boscosas tradicionales. El BEI no tiene políticas ni procedimientos para proteger a los pueblos indígenas. Para Camerún la Política Operacional sobre Pueblos Indígenas del Banco Mundial exige que se inicie un Plan para los Pueblos Indígenas en forma participativa. Sin embargo, el Banco Mundial no ha cumplido su propia política y no hubo una consulta adecuada a los pueblos seminómades. Por consiguiente, el Plan para los Pueblos Indígenas no trata la cuestión crítica de la seguridad de la tierra de la que depende la supervivencia de los Bakola. No hay indicios de que el BEI esté tomando medidas para resolver este problema.
El BEI simplemente confía en la evaluación y la supervisión del Banco Mundial, que han demostrado ser inadecuadas. Sin medidas urgentes, concluye el informe, el proyecto Chad-Camerún hará poco más que escribir otro capítulo de la trágica historia del saqueo de las riquezas del África.
Artículo basado en información de: “The European Investment Bank In The South. In Whose Interest?”, Amigos de la Tierra Internacional, Campagna Per La Riforma Della Banca Mondiale, CEE Bankwatch Network y World Economy, Ecology & Development, enero de 2006, http://www.foei.org/publications/pdfs/eibinthesouth.pdf