Los mapuches han contenido las incursiones europeas a su territorio durante siglos. En la actualidad, relegados a reservas llamadas "reducciones", la mayoría de los mapuches son agricultores empobrecidos o mano de obra campesina, o viven como una minoría marginada en las ciudades chilenas. No obstante, están resistiendo. "Nuestro objetivo es recuperar el territorio del pueblo mapuche", declara Ancalaf, de 40 años, en una entrevista en la cárcel con el periodista Héctor Tobar del periódico Los Angeles Times. "Queremos controlar nuestro destino y forjar nuestro futuro según la cosmovisión de nuestro pueblo".
Detenidos sin juicio desde noviembre, al amparo de las leyes antiterroristas aprobadas durante la dictadura del Gral. Augusto Pinochet, que privan a los detenidos de un juicio rápido y permiten a los fiscales retener pruebas y no entregarlas a los abogados defensores, Ancalaf y una docena de líderes activistas se han convertido en héroes para muchos mapuches, incluso para los que no están de acuerdo con su táctica.
En los medios chilenos, el "conflicto mapuche" moderno con frecuencia se describe como la lucha entre el orden y la razón de la herencia europea del país, y por otro lado una cultura indígena dominada por la "superstición" y la violencia. Latente durante décadas, el conflicto por la tierra se encendió nuevamente hacia fines de la década de los noventa. Muchos consideran que la causa es la globalización de la economía chilena y las políticas de libre comercio del gobierno. Los establecimientos productores de lácteos y granos que antiguamente eran la base de la economía regional fueron afectados duramente por las exportaciones estadounidenses de menor precio, y muchos productores se ven forzados a dejar sus tierras en barbecho o a venderlas a las compañías forestales.
Los territorios mapuches están cada vez más cubiertos o rodeados de eucaliptos y pinos plantados en antiguos campos de trigo o bosques nativos. La mayor parte de los árboles plantados en la región son el pino de Monterrey (especie nativa de California) y el eucalipto australiano, y son cosechados con máquinas, procesados para obtener madera y celulosa para papel y enviados a mercados norteamericanos y asiáticos. La concentración de plantaciones de crecimiento rápido en gran escala agota el agua subterránea y la fauna se ve afectada por la falta de sotobosque, crucial para su supervivencia. Varias especies arbóreas nativas, medulares para las actividades productivas y culturales de los mapuches, van rumbo a la extinción. Según un estudio del gobierno chileno, todos los árboles nativos fuera de los parques nacionales podrían desaparecer hacia el 2015.
En noviembre, el activista mapuche Edmundo Lemun de 17 años, fue asesinado por disparos efectuados por la policía durante una protesta en un establecimiento forestal en Ercilla (ver Boletín N° 64 del WRM). El 20 de enero, más de una docena de mapuches encapuchados y con armas de fuego caseras y cócteles Molotov invadieron el campamento de trabajadores de la compañía forestal Mininco e incendiaron las barracas.
Como en cualquier otra parte, la escasez del agua agrava el conflicto. "Hace veinte años, no creo que nadie en nuestra comunidad hubiera imaginado que algún día íbamos a tener que traer el agua en camiones para cubrir las necesidades básicas de nuestras familias", declaró Alfonso Rayman, líder de los mapuches Nagche, un subgrupo que incluye a muchas comunidades alrededor de Lumaco. Unos días antes, en un pequeño acto de desafío, un grupo de muchachos había iniciado un incendio en la pradera de una ladera cerca del pueblo, contó Rayman con una leve sonrisa. El fuego subió por la ladera destruyendo miles de árboles jóvenes. En este momento, varios líderes de la zona de Lumaco están tras las rejas, acusados de destrucción de propiedad de la compañía forestal.
Pero ninguna autoridad institucional condena la tala rasa de la propiedad mapuche (sus tierras, sus bosques) realizada por las compañías forestales para ceder lugar a sus plantaciones de monocultivo en gran escala. Como denuncia la activista chilena defensora de los bosques Malú Sierra (ver Boletín N° 66 de WRM): "Es importante señalar que Chile es un país montañoso y que por lo tanto la tala rasa, que siempre impacta negativamente los suelos, aquí es doblemente grave". Contrariamente a esto, muchas compañías son autorizadas a continuar con su lucrativo negocio bajo la etiqueta de plantaciones "certificadas" por las normas del FSC. Y aún peor es el caso de la compañía Millalemu, que ha sido ¡nominada para el Premio Nacional de Medio Ambiente que otorga anualmente la Comisión Nacional Chilena de Medio Ambiente!
Las cosas están totalmente al revés. Los dueños tradicionales de las tierras son expulsados y encarcelados cuando adoptan medidas para recuperarlas. Las compañías responsables por la destrucción social y ambiental de la región son certificadas y nominadas para premios ambientales. Una farsa completa. No obstante, a pesar de todo su poder, las compañías forestales están cada vez más aisladas en un mar creciente de protesta mapuche, que ciertamente continuará creciendo.
Artículo basado en información obtenida de: "Where Forests Are Foes", por Héctor Tobar, Los Angeles Times, 12 de marzo de 2003, http://www.latimes.com/news/nationworld/world/la-fg-mapuche12mar12001446,1,7311350.story?coll=la%2Dheadlines%2Dworld, enviado por MAPUEXPRESS - INFORMATIVO MAPUCHE, correo electrónico: mapuche@mapuexpress.net, http://www.mapuexpress.net ; "Postulan al Premio Nacional de Medio Ambiente a forestal certificada por FSC", comunicado de prensa de Comunicaciones ICEFI, correo electrónico: prensa@icefi.cl