Los Nukak son un pueblo nómada de la Amazonia colombiana, contactados oficialmente en 1988. La población actual se estima en 390 personas distribuidas en 13 grupos locales, localizados en el interfluvio del Medio Guaviare y Alto Inírida. El idioma Nukak es inteligible con el de los Kakua o Bara, del Vaupés colombiano, y ambos son clasificados como parte de la familia lingüística Makú-Puinave.
De acuerdo a la tradición oral de los Nukak, la información etnográfica y lingüística, ellos son una rama de los Kakua que emigró hacia el norte. Una de las motivaciones de este desplazamiento al territorio actual fue evadir a los comerciantes de caucho, quienes esclavizaron a los indígenas del área a principios de siglo XX. Sin embargo, el conocimiento y manejo sofisticado que tienen los Nukak sobre la fauna y flora de la zona, evidencian una ocupación más temprana.
Los Nukak permanecieron aislados de sus vecinos territoriales nativos y de otros agentes de la sociedad nacional, por más de 50 años en el siglo XX, entre otras razones porque temían el supuesto canibalismo de los blancos y de otros nativos. En 1965 un grupo del sector occidental intentó hacer un acercamiento pacífico con un campesino, que lamentablemente concluyó con un enfrentamiento en el que fallecieron varios Nukak y capturaron a una pareja. Luego de este suceso nefasto nuevamente se aislaron en el bosque, pero tan solo ocho años después, en 1974, los grupos del sector oriental establecieron contactos con los misioneros norteamericanos de New Tribes Mision. En 1982 estos contactos eran permanentes, y en 1985 ya contaban con una estación de trabajo en el interior del territorio.
En los años ochenta las áreas que colindan con la frontera noroccidental del territorio Nukak presentaron un incremento en el ritmo de la colonización, debido a los precios favorables de la hoja de coca. Este cultivo ilícito atrajo oleadas de campesinos, comerciantes y aventureros buscando una oportunidad para mejorar sus condiciones de vida. Así que el encuentro de los Nukak con los campesinos era cada vez más inevitable, dada la superposición de espacios que ambos ocupaban. En este contexto y luego del rapto de un menor blanco por parte de un grupo Nukak en 1987, la primera epidemia de gripe en 1988 y la aparición por primera vez de un grupo en Calamar -un poblado de campesinos en el Guaviare-, en abril del mismo año, todos los grupos locales empezaron a frecuentar paulatinamente las áreas colonizadas.
En los primeros cinco años después del contacto masivo los Nukak afrontaron una perdida demográfica cercana al 40% de la población, como consecuencia de la adquisición de enfermedades respiratorias que se iniciaban con una gripe. Los grupos etarios más afectados por los decesos fueron las personas mayores de cuarenta años y los menores de cinco años, por lo que la población presenta un alto número de huérfanos. De hecho cerca de 30 niños y jóvenes fueron adoptados por los campesinos y algunas mujeres establecieron uniones conyugales con los campesinos. Todo a su vez conllevó a la interrupción de la transmisión de conocimientos técnicos y rituales y a la pérdida de confianza en su prácticas chamanísticas.
Los grupos del sector occidental que ocupan un área más antigua y densamente colonizada, establecieron relaciones con los campesinos en menos tiempo. Mientras que para los grupos del sector oriental, que se encuentran en un área menos colonizada y contaban con el apoyo de los misioneros, el proceso fue mas lento. En la estación de la misión, los Nukak encontraban atención medica, se aprovisionaban de herramientas de metal y semillas, y tenían interlocutores para conocer el mundo de los blancos. Esto generó un efecto centrípeto y atenuó las motivaciones para desplazarse a las áreas colonizadas. De hecho, el abandono de la estación de trabajo de los Misioneros, en 1996, por motivos de orden público, aceleró la expansión de los efectos del contacto entre los grupos del sector oriental.
Las acciones institucionales que se iniciaron para atender a los Nukak se han concentrado sobre todo en asuntos de salud, en garantizar el reconocimiento legal del territorio y en proteger sus derechos como pueblo indígena. Sin embargo, los alcances de estas iniciativas y acciones legales han sido limitados, dada la extensión del área en que se encuentran, la movilidad y la dispersión de la población, la discontinuidad debido a problemas administrativos, caracterizados por la falta de consenso para definir el tipo de intervención y las limitaciones de circulación en el área, impuestas por las Autodenominadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Esta organización se disputa el control de esta área con los grupos paramilitares que operan en la zona. Además, el territorio Nukak está rodeado de cerca de 15000 campesinos y ubicado en una de las fronteras agrícolas más dinámicas de la Amazonia.
Hoy, 16 años después que el gobierno colombiano reconociera la existencia de los Nukak, se encuentran en proceso de sedentarización y sólo uno de los grupos locales mantiene los recorridos en el bosque de forma permanente, en el sector oriental del territorio. La mayoría construyó casas y abrió huertos cerca de las áreas colonizadas de su territorio, ocupado principalmente por campesinos cultivadores de hoja de coca. Esta actividad es además una fuente de empleo para población masculina Nukak, que ha contribuido a desplazar actividades como la caza y la recolección y ha facilitado la incorporación de alimentos agroindustriales. En asuntos de salud, las causas de morbilidad se ampliaron incluyendo la desnutrición y enfermedades venéreas y las tasas de natalidad no logran recuperarse, pues de cada dos niños que nacen uno fallece antes de cumplir los cinco años. También se conoce que los grupos del sector occidental presentan problemas de alcoholismo, se han involucrado en conflictos con armas de fuego, y al menos tres jóvenes se vincularon a las FARC. En contraste con esto recientemente los programas y revistas de farándula le concedieron espacio a una top model Nukak, quien probablemente fue una de las niñas adoptadas por los campesinos.
Mientras tanto continúan las reuniones institucionales sobre el tipo de intervención adecuada y la capacidad de los Nukak para afrontar los cambios o manejar el presupuesto que el estado asigna anualmente a las poblaciones de los resguardos indígenas en Colombia (recursos de transferencias). Aunque hace seis años se concluyó que el manejo de tales recursos de los Nukak ameritaba una consulta con todos los líderes de los grupos locales y se efectuaron dos comisiones con este propósito, éstas no tuvieron continuidad. Hoy, estos recursos comprenden la vigencia presupuestal de ocho años (1996-2004) y suman más de cuatrocientos millones de pesos, que no se podrán ejecutar hasta que los Nukak decidan en qué se deben invertir.
Conocer la opinión de los Nukak respecto a los aprendizajes de la convivencia con los campesinos y en general del mundo de los blancos es inaplazable, al mismo tiempo que diseñar con ellos las estrategias que se requieran para mejorar sus condiciones de vida. Sin embargo, saber qué es lo que piensan los Nukak o implementar cualquier tipo de programa con ellos no será posible hasta que se cuente con la voluntad institucional de consultarlos y respetar sus decisiones. Así como también la comprensión de los actores del conflicto armado para poder ejecutar las acciones que todo esto requiere. Paradójicamente esto significa permitir que los Nukak sean contactados, es decir que se pueda dialogar con ellos y en su territorio.
Por: Dany Mahecha Rubio, correo electrónico: danyma@yahoo.com